“Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar ente las nubes.” -Khalil Gibran
Todos conocemos a alguien que en un momento de gran sufrimiento haya pensado en suicidarse. Muchos de nosotros conocemos a personas que lo han intentado. Incluso algunos tienen una experiencia directa relacionada con el suicidio.
El suicidio es la primera causa de muerte no natural. Es incluso más frecuente que los accidentes de tráfico. A pesar de su gran impacto en las personas y de sus terribles consecuencias, hablar del suicidio sigue siendo un tema tabú en la sociedad actual.
El suicidio es un grave problema socio-sanitario que nos afecta a todos. La prevención del suicidio se inicia dando apoyo a personas que están sufriendo. Respetando sus sentimientos y creando un clima cálido de desahogo emocional.
Comprender el dolor y dejar que una persona se exprese con libertad, sin juzgar, es ofrecerle el apoyo necesario. Es hacerle sentir que no está solo.
El suicidio es una solución radical al sufrimiento psicológicamente intolerable. La persona decide acabar con su vida tras verse superada en recursos y en su capacidad de afrontamiento, tras no ver ninguna salida a su sufrimiento.
Esta persona considera que su sufrimiento no va cesar (desesperanza) y que los familiares van a superar su pérdida. Incluso llegan a creer que es un favor que les hace a los seres queridos.
Mitos sobre la persona con ideación suicida
“Preguntar a una persona si está pensando en suicidarse puede incitarle a hacerlo”
Está demostrado que preguntar y hablar con la persona sobre sus pensamientos suicidas disminuye el riesgo de cometer el acto. Además contribuye a aliviar la tensión.
Se recomienda preguntar y escuchar sin juzgar, de forma cálida y calmada. Puede que esta sea la única oportunidad para ayudarle. Discutir o minimizar estas ideas es una actitud equivocada y hace pensar que no nos preocupa.
“La persona que se quiere suicidar no lo dice»
Falso. Muchas personas expresan claramente sus intenciones y otros dejan entrever sus propósitos.
Es muy importante detectar estas señales de riesgo y tomarse en serio cualquier amenaza de autolesión.
Es mejor intervenir aunque la amenaza no sea real, que no intervenir y la amenaza resulte real. Por ello estas verbalizaciones no deben considerarse manipulaciones o chantaje y nunca se debe retar a la persona a hacerlo.
“Solo las personas con problemas graves se suicidan. Los niños/adolescentes no se suicidan”
El suicidio es multicausal. Muchos problemas que para los adultos pueden parecer triviales, para los pequeños pueden parecer catastróficos. Pueden vivirlo como algo altamente dañino. Unido a rasgos de impulsividad puede llevar al suicidio.
Por ello se recomienda que no infravaloremos el dolor que pueden sufrir.
“El que se suicida está atravesando una depresión”
Aunque es un factor de riesgo, no todas las personas que se suicidan sufren depresión ni viceversa.
“El suicidio no se puede prevenir. Ocurre por impulso”
La mayoría de las personas antes de cometer un intento de suicidio evidencia una serie de síntomas. Si los detectamos a tiempo se puede evitar y ayudar a la persona.
“El que intenta suicidarse es un cobarde o un valiente”
Las personas que intentan suicidarse no son ni cobardes ni valientes. Son personas que sufren.
“La tendencia al suicidio es hereditaria”
No lo es. Se aprende a ver el suicidio como una solución definitiva cuando los problemas nos desbordan igual que hizo el familiar.
Factores de riesgo de suicidio
Cuántos más factores de riesgo ocurren en una misma persona, mayor será la probabilidad de que se llegue al suicidio.
1. Intentos previos. Cuanto más número y de mayor gravedad, mayor riesgo hay de suicidio. El mayor grado de ocultación igualmente está relacionado con mayor riego.
2. Pensamientos suicidas. Se piensa en el suicidio como la única salida al sufrimiento.
3. Problemas de comunicación y pobres habilidades sociales.
4. Presencia de alguna psicopatología: Depresión. Trastorno bipolar. Trastorno límite de la personalidad. Esquizofrenia
5. Presencia de conductas disfuncionales: Abuso de substancias. Conducta antisocial. Autolesiones físicas. Autoexigencia personal. Sentimientos de fracaso personal o de inferioridad. Sentirse una carga. Sentimientos de indefensión y desesperanza. Impulsividad. Inconformismo de género. Abuso sexual. Maltrato.
6. Factores de riesgo familiares: Antecedentes de suicidio. Consumo de drogas o alcohol. Peleas frecuentes. Psicopatología de los padres. Carencia de cuidados y atención. Rigidez familiar. Problemas emocionales subestimados o sin atender. Demandas excesivas por parte de los padres.
7. Riesgos sociales: Ausencia de red social de apoyo. Aislamiento. Rechazo o marginación. Acontecimientos vitales negativos. Perdidas. Rupturas de pareja. Bullying. Estigmatización. Silenciar los intentos de suicidio.
Ante el riesgo es importante adoptar medidas rápidas como:
- Reducir la ansiedad de la persona que sufre.
- Informar a los familiares y darles apoyo. Es necesario llevar a la persona a un Servicio de Urgencias Médicas Hospitalarias o llamar a 112.
- Limitar el acceso a medios lesivos.
- No dejarles solos, intensificar la vigilancia.
- Preguntarle sin temor y escucharle con sensibilidad y comprensión.
- Lograr la confianza con frases como: “Me gustaría que me dieras una oportunidad para ayudarte”. Transmitir que nos importa y hacerle ver su valía.
- Buscar apoyo especializado.
Señales de alerta ante el suicidio
Estas señales nos pueden llevar a pensar que una persona está pensando en el suicidio.
- Comentarios o verbalizaciones negativos sobre sí mismo o sobre la vida: No valgo para nada. Esta vida es un asco. Mi vida no tiene sentido. Estaríais mejor sin mí.
- Despedidas verbales o escritas inesperadas: Quiero que sepas que te quise mucho.
- Comentarios negativos sobre el futuro: Lo mío no tiene solución, las cosas no van a mejorar nunca.
- Comentarios relacionados con el suicidio o la muerte: Me gustaría desaparecer, no deseo seguir viviendo.
- Cambios repentinos de conducta: Aumento de irascibilidad. Agresividad. Insomnios, o, al contrario, calma y tranquilidad repentina.
- Falta de interés. Actitud pasiva. Aislamiento. Consumo de substancias. Disminución de esfuerzo. Comportamientos inadecuados. Regalar objetos personales preciados y queridos. Despedida inusual. Cerrar cuentas de Facebook o whatsapp. Resolver asuntos.
Factores de protección frente al suicidio
Cuántos más factores de protección menor será la probabilidad de que se llegue al suicidio.
Factores de protección personales: Habilidades de comunicación. Ser resolutivo. Habilidades sociales. Ser extrovertido. Receptividad hacia experiencias similares. Alta autoestima. Actitudes y valores positivos (respeto, solidaridad, cooperación, justicia, amistad). Sentirse querido.
Factores de protección familiar: Apoyo
Factores de protección social: Calidad y consistencia en el apoyo social. Buenas relaciones. Buena comunicación con iguales y personas de autoridad. Confianza. Sentirse escuchado. Tener amigos.
En el entorno escolar: Incluir estrategias de prevención, actuación y postvención para los casos de intento e ideación suicida. Sensibilización y orientación de los centros escolares. Tolerancia cero al acoso. Mejorar la comunicación entre docentes y adolescentes. Promocionar conductas de apoyo.
En España hay aproximadamente 11 suicidios al día, un cuarto de ellos son adolescentes.
Esta grave realidad requiere un intervención multidisciplinar: sanitario, familiar, escolar, policial, etc. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2011) considera que “el ámbito educativo es un lugar excelente para desarrollar actividades preventivas adecuadas”.
El Ayuntamiento de Madrid en colaboración con el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid y la Asociación AIPIS han elaborado una guía para la prevención de la conducta suicida dirigida a docentes.
Este artículo es un resumen de la guía y tiene como objetivo divulgación de conocimiento profesional sobre el suicidio.
Difundir información veraz y objetiva sobre la conducta suicida ayuda a identificar las señales de alerta y saber cómo debemos actuar antes dichas señales, dónde nos podemos dirigir, así como, enfrentar el duelo ante el suicidio consumado.