5 pensamientos negativos típicos de la depresión

La depresión es un trastorno mental frecuente o enfermedad grave y común que nos afecta física y mentalmente en nuestra vida cotidiana y relaciones sociales.

La pérdida de interés por todo, una profunda tristeza y la incapacidad de realizar nuestras acciones cotidianas, son algunas de las características de esta enfermedad.

La depresión puede afectar a personas de todas las edades y puede prolongarse extensamente en el tiempo, pudiendo llegar a hacerse crónica, o en los casos más severos, llegando incluso al suicidio.

La distorsión de pensamientos

La depresión presenta diferentes síntomas, los cuales afectan diariamente a nuestros pensamientos.

Nuestro cerebro interpreta de forma automática todo lo que nos rodea y en la mayoría de los casos, los mensajes que nos ofrece son positivos, pero cuando estamos sumidos en una depresión, estos mensajes se distorsionan y pueden confundirnos.

Esto genera una percepción pesimista de la realidad, que se vuelve extremadamente exagerada y que contribuye a que la persona que lo experimenta se mantenga estancada.

Pensamientos negativos típicos de la depresión

Esta idea distorsionada y pesimista de la realidad, genera en nosotros todo un conjunto de pensamientos negativos. Vamos a repasar algunos de ellos:

Mi vida es un fracaso

Cuando perdemos el sentido de la vida y nos desmotivamos, nuestros deseos, ilusiones y objetivos nos parecen absolutamente truncados.

En la depresión, la persona que sufre esta desmotivación no consigue estar dispuesta para pasar a la acción, sino todo lo contrario: siente una profunda desgana, desilusión y apatía que la hacen abandonarse en todos los sentidos, llevándola a una terrible desesperación.

La persona deprimida está sensibilizada con el fracaso absoluto. La percepción de su proyecto de vida con relación al futuro es de profunda desesperanza.

Este pensamiento negativo es uno de los más frecuentes y el deprimido experimenta la sensación de que, en cualquier acción que le haya salido mal, volverá a fallar cada vez que suceda lo mismo.

En este sentido se produce una falsa generalización que le desanima a emprender una actividad que le resultaría positiva para mejorar, abandonando cualquier actividad positiva que pudiera emprender.

Nada tiene sentido

Este tipo de pensamiento negativo es también muy común en una depresión. Denota una falta absoluta de energía, sin motivación o iniciativa incluso para una tarea sencilla como pueda ser levantarse de la cama por las mañanas.

Responde al estado profundo de tristeza y con este estado de ánimo, el deprimido tiende a ver todo lo que sucede a su alrededor desde un punto negativo y pesimista, trasmitiéndoselo así a los demás.

Con frecuencia, la persona deprimida expresa estas ideas o pensamientos con frases del tipo: “todo está mal”, “si lo intentase no lo conseguiría”, “nada tiene sentido”, “me va a salir mal”, “soy un desastre”, etc.

Esta visión catastrofista de los resultados de su esfuerzo por intentar mantenerse cerca de la normalidad, responden a su constante estado de desánimo.

La culpa es mía

Podemos decir en la mayoría de los casos, que la culpa es una respuesta irracional a aquello que sólo existe en tu mente. En el ciclo psicológico pensamiento-emoción-acción, comenzar con un pensamiento negativo va a conducir directamente a un bajo estado de ánimo.

El deprimido en este caso se ve responsable de todas las cosas negativas, tanto de sus propios fracasos, como de los de las personas con quien se relaciona.

La persona siente que si algo sale mal, es por culpa suya, tal es el mal concepto que tiene de sí mismo. Sumergido en este malestar, el pensamiento y expresión suele ser tipo: “soy horrible”, “le hago la vida imposible a todo el mundo”, “todo es por mi culpa”.

El deprimido no acepta la idea de sus limitaciones dentro de sus circunstancias actuales. Se castiga por el hecho de no ser capaz de sentirse bien, creando un malestar continuo y una exigencia impropia de su enfermedad. 

Nadie me quiere

La imagen que una persona deprimida tiene sobre sí misma condiciona en buena parte su vida y sus relaciones interpersonales.

La persona que está sufriendo en una depresión, tiene una opinión negativa de sí misma que consecuentemente le lleva al abandono; se considera incapaz o no merecedor de amor puesto que ni siquiera es capaz de amarse a sí mismo.

Esta carencia de autoestima daña de igual forma las relaciones sociales, puesto que le lleva a cortar con los vínculos afectivos que pueda tener con las personas de su círculo social más cercano o de su propia familia.

La opinión negativa sobre sí misma y sobre el mundo se debe a sentirse en una lucha continua contra incesantes obstáculos, viendo a los demás como críticos, por lo que no se sienten merecedores del apoyo de los demás y tienden a anticipar el rechazo.

Se comparan constantemente con los demás puesto que se sienten menos brillantes, con menos éxito, menos atractivos, etc.

Todo es blanco o negro

Por todos estos pensamientos negativos, la persona con depresión tiende a ser exageradamente extremista, por lo que suele ver las cosas en dos polos, blanco o negro, bueno o malo, maravilloso u horrible.

La persona con este pensamiento denominado dicotómico, sólo contempla los dos extremos. No existe un término medio, no contempla matices, con lo cual sus decisiones y sus emociones también suelen ser extremas.

Esta deformación del pensamiento que impide ver las situaciones de una forma intermedia, conduce a una visión de las cosas más negras de lo que son.

El pensamiento “blanco o negro” conlleva igualmente a abandonar cualquier meta que el deprimido se proponga por considerar que el proceso de curación consiste en todo o nada.

Reconducción y ayuda

La depresión es un proceso duro y difícil de afrontar solo. Esta situación de desequilibrio que se ha creado no es sólo cuestión del simple deseo de animarse.

Es necesario acudir a un profesional que pueda ayudarnos a reconducir nuestra vida y a reequilibrar nuestro organismo, a recuperar el ánimo y evitar así  recaidas en el futuro.

El aprendizaje y reconducción puede ser lento en algunos casos, pero seguro que merece la pena.

Natalia Céspedes Arjona
Terapeuta en Psicología Integrativa y conductora en procesos emocionales.