Sencillamente porque todos somos seres humanos que nos encontramos ante el mismo tipo de barreras. Y la manera de superar estas barreras tiene poco o nada que ver con nuestra inteligencia. Son barreras extensibles a todas las personas. A la hora de desempeñar cualquier tipo de tarea nos encontramos con barreras que son exactamente iguales para todos, independientemente de nuestra inteligencia.
Las personas inteligentes pueden fallar en una tarea en concreto si se bloquean ante determinadas barreras. Por el contrario las personas con menos talento pueden triunfar ante la misma tarea si saben cómo romper sus barreras.
Si profundizásemos en el concepto de inteligencias múltiples de Gardner, podríamos decir que el hecho de saber cómo enfrentarnos a nuestras barreras constituye una forma diferente de inteligencia. Sin embargo en este artículo no trataré dicho concepto y me limitaré a asumir la idea de inteligencia que todos hemos tenido siempre en la cabeza.
Seguro que puedes pensar en alguna persona de tu círculo cercano a quien definirías como alguien inteligente, mientras que hay otras personas a las que les «cuesta» un poco más.
Barreras de las personas inteligentes (y del resto de personas)
- Falta de motivación: El talento es inútil si una persona carece de la motivación para usarlo. La motivación puede ser externa (aprobación social) o interna (satisfacción por un trabajo bien hecho). Las fuentes externas de motivación suelen ser pasajeras. Por el contrario las fuentes internas de motivación suelen ser más duraderas y producir mejores resultados. Cuando tú eres tu propio juez sueles emplearte a fondo ya que no puedes engañarte a ti mismo.
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- Falta de control de impulsos: Aplicar la primera solución que nos venga a la cabeza para resolver un determinado problema no suele ser la mejor opción. Controlar nuestros impulsos y valorar todas las alternativas posibles nos ayudará a producir los mejores resultados en una tarea determinada.
- Falta de perseverancia: Muchas personas abandonan enseguida si no obtienen los resultados esperados. Por el contrario otras personas continúan luchando a pesar de no recibir beneficios inmediatos.
- Emplear las habilidades equivocadas: A veces producimos un pobre resultado por equivocarnos a la hora de emplear nuestras habilidades. Un profesor que tiene que corregir muchos exámenes utiliza la velocidad en lugar de la concentración. Como resultado puede equivocarse en la puntuación otorgada a algún alumno.
- Incapacidad para convertir el pensamiento en acción: Muchas personas tienen grandes ideas. Sin embargo son incapaces de hacer nada con ellas. Les resulta extremadamente difícil diseñar un «plan de acción» para convertir esas ideas en realidades.
- Incapacidad para completar tareas: Aunque parezca mentira, a muchas personas les da miedo acabar sus tareas. Buscan excusas para alargar dichas tareas en el tiempo y así no enfrentarse a la situación de qué hacer a continuación.
- Incapacidad para comenzar una tarea: Por el contrario otras personas tardan mucho en comenzar una tarea determinada. Estas personas se enfrentan a la indecisión de cómo empezar y temen la responsabilidad de iniciar una tarea y tener que acabarla.
- Miedo al fracaso: Es el miedo más común. Evitamos empezar algo debido al miedo al «qué dirán» o el miedo al «qué pensarán» si nos equivocamos.
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- Procrastinación: La procrastinación es el arte de postergar actividades o situaciones importantes que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables. Cuando decides ver la TV en lugar de estudiar estás procrastinando.
- Culpabilizar erróneamente: Algunas personas se culpan siempre a si mismas ante cualquier error. Por el contrario, otras personas culpan siempre a los demás. Ni todo es culpa tuya, ni todo es culpa de los demás. Debes encontrar el equilibrio.
- Autocompadecerse: Muchas personas pierden el tiempo sintiendo pena por si mismas en lugar de emplear el esfuerzo necesario para enfrentarse al problema.
- Dependencia excesiva: No esperes que los demás hagan por ti lo que deberías hacer tú. Muchas veces prefieres depender de personas con menos talento en lugar de asumir tu mismo la responsabilidad en la decisión.
- Excusarse con problemas personales: Debes hacer lo imposible por que tus problemas personales no interfieran con tu trabajo. La vida no es un camino de rosas, pero tampoco es un valle de lágrimas. Durante toda tu vida alternarás momentos realmente tristes con otros muy alegres. Mantener la perspectiva en el trabajo es muy complicado, sin embargo debes esforzarte por separar tu vida privada del trabajo.
- Involucrarse en demasiados proyectos: Llevar a cabo demasiadas actividades puede hacer que no ofrezcamos un resultado óptimo en ninguna de ellas.
- Involucrarse en pocos proyectos: Por el contrario, desaprovechamos oportunidades cuando nos involucramos en menos proyectos de los que podríamos realizar en base a nuestro talento.
- Incapacidad para ver el bosque a través de los árboles: Es lo que ocurre con aquellas personas que se obsesionan por los detalles y sin embargo son incapaces de visualizar la globalidad del proyecto que llevan entre manos.
- Falta de autoconfianza: Junto al miedo al fracaso, la falta de autoconfianza es la principal barrera que nos inmoviliza a la hora de desempeñar una tarea. En muchas ocasiones esa falta de autoconfianza deriva en una profecia autocumplida que confirma nuestra incapacidad para realizar dicha tarea.
- Exceso de autoconfianza: Por el contrario, personas con un exceso de autoconfianza no admiten que se han equivocado ni que necesitan mejorar en una tarea determinada. A largo plazo estas personas suelen sufrir un estancamiento en su profesión.
- Incapacidad para llegar al resultado final de un proceso: En ocasiones nos preocupamos más del proceso en sí que del resultado final que debemos conseguir. No importa si modificamos algún punto del plan inicial, lo importante es obtener el resultado esperado.