Cómo tomar buenas decisiones con consciencia

¿Crees que, cuando tomas una decisión, llevas a cabo todo el proceso de forma completamente consciente? ¿O crees que intervienen factores que quizá te están pasando desapercibidos?

Tomamos decisiones a diario. Constantemente. Y lo hacemos todos.

Tú hoy has tomado ya unas cuantas decisiones cotidianas y tus pensamientos automáticos te predisponen a posteriores decisiones más trascendentes.

Tu modo de percibir las cosas y tu discurso mental constante (inconscientes ambos en gran medida) alimentan tu inclinación hacia una postura u otra en decisiones futuras relevantes. Encrucijadas que sí pueden determinar el curso de los acontecimientos.

Te pongo un par como ejemplo:

1. Si sueles tener miedo de las situaciones nuevas que no controlas, debido a una inseguridad que ni tan sólo te has planteado, es posible que estés tomando decisiones en base a evitar todo lo nuevo. Eso te lleva a andar por terrenos conocidos. Da una sensación cómoda (que no real) de seguridad, pero te limita mucho. Puedes perderte una gran oportunidad en algún momento.

2. Si tienes la creencia inconsciente de que no es posible tener un trabajo que te llene y te divierta, mientras te ganas bien la vida, probablemente tus decisiones con respecto al trabajo no tendrán en cuenta aquellas posibilidades que engloban una actividad que te divierta y con la que disfrutes de forma espontánea. De alguna manera, no lo considerarás una alternativa «seria» de trabajo.

Por otro lado, incluso esas decisiones nímias del día a día que pasan desapercibidas, pueden tener más peso en tu vida de lo que piensas.

Por ejemplo, puede que no tenga importancia que hoy desayunes una cosa u otra, pero si siempre eliges tu alimentación en base a factores como:

  • La mayor comodidad
  • Lo que va a ser más rápido para ocuparte de otros asuntos
  • Lo que hace la mayoría a tu alrededor
  • Lo que más te apetece de forma inmediata
  • Etc…

Puede que no estés utilizando el mejor de los criterios para elegir tu alimentación. Y eso, a largo plazo, es seguro que tendrá una gran repercusión en tu vida.

Y esto se puede aplicar a muchas «pequeñas decisiones» del día a día.

Así pues, cada decisión es cada uno de los pasos que das en el camino de tu vida.

Las características de ese paso, determinarán una pequeña parte del camino y, en gran medida, influirán sobre el siguiente.

En conclusión… Las decisiones que tomas son dignas de tu atención, ¿no es cierto?

Un modo convencional de decidir

El modo convencional de afrontar una decisión que se ha de tomar se basa, más o menos y a grandes rasgos, en esta estructura:

  1. Intentamos preveer cómo pueden ir las cosas en función de las diferentes opciones que podemos escoger
  2. Damos por hecho que hay una opción que es mejor que el resto y la buscamos
  3. Aplicamos nuestro criterio y nuestra percepción para elegir cuál es esta «mejor opción»
  4. Elegimos en consecuencia

¿Te identificas con este modus operandi? Hoy te invito a que cuestiones si realmente es el único modo de hacerlo o si es el mejor para ti.

Le veo varios fallos a este sistema, pero destacaría dos en especial. Se relacionan entre sí:

  • Por un lado, los resultados que buscas, y en cuya consecución basas todo lo demás, son mayormente resultados externos.

Imaginas cuál es la mejor opción para ti (en función de todo el equipamiento de creencias, supuestos no cuestionados, ideales heredados de otros, etc.) y te centras en conseguir ese resultado.

A menudo ocurre que, aunque consigues los resultados externos deseados, los resultados internos (el sentimientos de satisfacción final) no se parece a los que esperabas.

Y es que no siempre te conoces lo suficiente para saber lo que de verdad necesitas; aquello que te hace bien de forma profunda.

  • Por otro lado, y en relación a lo anterior, es posible que des por hecho que tu modo de ver el mundo es objetivo. En otras palabras, crees que ves las cosas tal cual son y no hay otra forma de contemplarlas. Eso, además de no ser cierto, te limita muchísimo.

El primer paso hacia la libertad que conozco, es cuestionar a fondo las propias percepciones. Poner en duda y revisar a menudo la creencias, los supuestos que damos por hecho, etc.

Y es que todo ello se basa en nuestra educación, nuestros condicionamientos, nuestros límites asumidos, los ejemplos de otras personas también poco libres. También se basa en nuestra experiencia, nuestro pasado. Aquello que ya conocemos.

Seguramente, hay miles de otras posibilidades que se le escapa a nuestro «músculo perceptivo» habitual, pero que existen y están a a nuestro alcance.

Posibilidades que quizá tienen una mejor respuesta para lo que de corazón anhelamos.

Ver lo que (aún) no se ve

Lo que no se hace consciente, se manifiesta en nuestras vidas como destino.

Carl Gustav Jung

Todo ese bagaje (que ni siquiera sabes que está en ti porque no lo cuestionas) tiene un enorme impacto en cada decisión que tomas.

He experimentado que el primer paso posible y certero hacia la libertad real, como he dicho antes, es cuestionarse a sí mismo.

¿Estoy sugiriendo entonces que estés en discusión contínua contigo mismo? En absoluto.

Uno puede observarse, cuestionar sus propios pensamientos y estar en paz. De hecho, lo uno ayuda a lo otro. siempre y cuando lo hagas desde una conciencia que esté más allá de los juicios. Simplemente observando. Atreviéndote a mirar de frente y poner luz a lo que antes no veías. Y hacerlo sin crear conflicto.

Puedes hacerlo hasta con cierto sentido del humor y cariño.

Para hacerlo te sugiero preguntas como estas:

  • ¿Es esto que pienso una verdad absoluta?
  • ¿Podría ver esto de otro modo?
  • ¿Existe otra persona que haya vivido esto mismo y lo haya sentido de otra forma diferente a mí?
  • ¿Pensaría yo esto mismo si hubiera tenido una historia, cultura y educación distintas?

Con preguntas de este tipo puedes descubrir tus creencias invisibles, asunciones inconscientes.

Puedes empezar a ponerle luz a todo este equipaje mental inconsciente, y es el principio para que dejen de decidir por ti en la sombra.

Puedes empezar a contemplar nuevas posibilidades y tenerlas en cuenta en las decisiones que tomas.

Un nuevo estado de conciencia

El simple hecho de hacer consciente lo que antes permanecía en el inconsciente, activa la magia.

Es cierto que, para que los cambios se evidencien en nuestra vida, va a ser necesario hacer algo con eso nuevo que hemos descubierto. Tomar decisiones y compromisos nuevos. Integrar estos cambios en nuestra vida, convertirlos en hábitos.

Sin embargo, la simple toma de consciencia, si se hace a un nivel profundo (más allá de lo intelectual) ya nos mueve del lugar en el que estábamos.

Y es que, aunque no hagas ningún paso deliberadamente, ya se operarán ciertos cambios de forma automática y natural.

Cuando una creencia inconsciente se hace consciente, deja de someternos. Deja de activarse de forma automática. Es decir, pierde poder sobre nosotros y pasamos a ser un poquito más libres.

Resumiendo, uno deja de ser tan reactivo y se vuelve un poco más creativo.

Te animo a reflexionar a fondo sobre esto y revisar y cuestionar todo lo que te mueve en una dirección u otra cada vez que tomas una decisión.

Hazlo con la próxima encrucijada que te encuentres en el camino, ¡adelante!

Y, si quieres leer algo más sobre este tipo de decisiones (más libres y más conscientes) que te sugiero, te dejo este artículo de mi blog, en el que profundizo en otros detalles.

Psicocode
Portal web especializado en Psicología y Desarrollo Personal.