Con el final de las vacaciones, los padres preparan la vuelta para el curso escolar: compra de libros y material, ropa deportiva, escoger las actividades extraescolares y todo un sinfín de cosas para la vuelta al colegio o al instituto.
Como profesional, aconsejo a los padres y madres que preparen a sus hijos e hijas para prevenir, detectar y saber actuar ante un problema que cada vez es más común en nuestras aulas.
Estamos hablando del bullying que se está convirtiendo en un problema preocupante que crece de manera alarmante pues según el estudio elaborado por el Observatorio para España de la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras: “la suma de todos los casos desde noviembre de 2016 a noviembre de 2017 finalizaron con 1.475 casos graves de bullying, lo que habla de un aumento en torno al 20 por ciento anual».
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Asimismo el bullying tiene importantes consecuencias para la salud de la víctima pues puede provocarle problemas tanto en su desarrollo personal como relacional, timidez, retraimiento social, aislamiento, tristeza, ansiedad, depresión, somatizaciones y en casos muy graves llevarle al suicidio.
¿Qué entendemos por Bullying?
Definimos bullying como el maltrato tanto físico como psicológico que un niño o adolescente ejerce sobre otro de manera continuada y deliberada para asustarlo y someterlo, para así sentir que tiene el poder y el control de la situación.
Tenemos que tener en cuenta que el agresor sólo puede continuar ejerciendo el bullying si cuenta con la complicidad y el silencio del grupo.
Por tanto, para poder hablar de bullying tienen que darse las siguientes condiciones:
- Un agresor que ejerce su poder de manera continuada y consciente a través de burlas, insultos, amenazas, agresiones físicas, etc. que van minando la autoestima de la víctima
- Una víctima que se siente indefensa y sola que tiene miedo, se aísla de manera y pierde la confianza en sí mismo y en los demás. Aparecen sentimientos de impotencia, de desamparo, de desesperanza y pueden aparecer pensamientos suicidas.
- Un grupo que presencia el acoso, pero que no lo denuncia ni apoya a la víctima bien sea por miedo también a convertirse en víctima, por ignorancia pues no saben qué pueden hacer para evitarlo y pedir ayuda o por falta de empatía y de habilidades emocionales.
Actualmente, el bullying todavía puede ser más dañino porque con el auge de las redes sociales, ha sobrepasado el espacio de las aulas, con lo que se puede llegar a destruir la dignidad y la reputación de una persona.
El ciberbullying es un fenómeno muy peligroso: difamación de la víctima, colgando fotos comprometidas, creando rumores falsos, grabando palizas o humillaciones que después hacen públicas en las redes sociales, con lo que llegan mucho más allá del colegio o el instituto.
En estos casos, la víctima puede llegar a desarrollar una agorafobia y no querer salir de casa por miedo a ser reconocida, con auténticos ataques de pánico y crisis de ansiedad.
¿Qué hace que un adolescente se convierta en agresor?
Contrariamente a lo que se piensa, un agresor es un adolescente con baja autoestima y poca seguridad en sí mismo, que necesita someter a otros para sentirse importante. Piensa que así va a tener el reconocimiento del grupo porque va a controlar la situación y el resto de compañeros lo van a respetar y a seguir, se convierte en lo que se conoce como un líder negativo.
En muchas ocasiones, el agresor maltrata como una manera de prevenir que le hagan daño porque en el pasado, él o ella ha sido víctima de bullying.
Normalmente se trata de adolescentes que son inseguros, que sufren, que tienen pocas o nulas habilidades sociales y emocionales, que no se atreven a mostrar sus verdaderos sentimientos y que tienen escasa empatía.
Por ello, es muy importante, realizar un trabajo terapéutico y reeducativo con el agresor para poder reconducir su rabia y darle herramientas que le permitan gestionar de manera adecuada sus sentimientos y vivencias.
Existen indicios que nos pueden hacer sospechar que nuestro hijo o hija pueda ser un agresor; entre ellos podemos destacar: falta de empatía, necesidad de ser siempre el protagonista, baja tolerancia a la frustración, querer salirse siempre con la suya, tendencia a la agresividad, tendencia a molestar a sus hermanos pequeños, se ríe de los demás, no acepta bien la autoridad,…
¿Existe un perfil de víctima?
Cualquier niño o adolescente puede ser víctima, basta con que el agresor encuentre el punto débil donde atacar, puede ser el aspecto físico, que saque buenas notas, que sea de otro país, etc.
Pero también tenemos que tener presente que el agresor buscará personas que se muestren más tímidos, que no destaquen por su popularidad, que les cueste defenderse solos, que tengan un aspecto más débil.
Por tanto, como padres es muy importante que trabajemos la autoestima y la autoconfianza de nuestros hijos, que les demos herramientas sociales y comunicativas y recursos emocionales para que se sientan fuertes y capaces y que le transmitamos la idea de que no pueden permitir que les falten al respecto o que ataquen su dignidad.
Podemos hablar con nuestros hijos para ver cómo se sienten, ayudarles a valorar las cosas positivas que tienen como personas, hablar abiertamente del bullying para que entiendan que él o ella no tiene nada malo, sino que el acosador tiene un problema de autoestima y de inseguridad.
Así mismo, es importante hacerle sentir que no está solo, animarle a realizar actividades fuera del instituto, a hacer nuevos amigos y a pedir ayuda tanto dentro como fuera del centro escolar.
Riesgos del Bullying
Podemos concluir que el bullying es un serio problema que tiene graves consecuencias para las tres partes implicadas a las que se tiene que tratar y dar estrategias para superar dicho problema y prevenir consecuencias más graves en un futuro:
Respecto a la víctima: si no se realiza un trabajo de recuperación de autoestima y empoderamiento, a parte de acarrear serios problemas de salud tanto física como emocional con ansiedad, estrés post-traumático, depresión y baja autoestima, se convertirá en un adulto con más riesgo de sufrir acoso en el entorno laboral, con dificultades para establecer relaciones personales satisfactorias,…
Respecto al agresor: si no se trabaja su agresividad y su patrón relacional, pueden convertirse en futuros acosadores tanto en el mundo laboral como en el personal, con su pareja, llegando a ser delincuentes y pudiendo acabar en la cárcel.
Respecto al grupo: como hemos dicho, callan por miedo a posibles represalias del agresor. Esta actitud es importante revertirla porque el aprendizaje que están haciendo estos jóvenes es el de no actuar por miedo, lo que repercute negativamente en su propia autoestima y en su empoderamiento pues muchos de ellos callan y sufren en silencio las injusticias que están viendo pero optan por la pasividad. Empoderarles tanto a nivel individual como grupal no sólo les beneficia a ellos sino que también es una manera muy eficaz de acabar con el bullying pues si el grupo no sigue al agresor, éste pierde su poder.