Deporte todos los días: ¿salud o adicción?

Es posible que la práctica de deporte diaria termine convirtiéndose en una adicción, según aseguran diferentes estudios. Sin embargo, estos trabajos de investigación no son decisivos, ya que se trata de un área en la que se ha profundizado poco. La adicción al ejercicio se da habitualmente en atletas que pasan de estar sometidos a una gran presión a un estado de obsesión, de impulso constante a la superación de logros y metas.

El ejercicio constante está asociado, como norma general, a un aumento de la salud física y psicológica. Sin embargo, hay que controlar ciertos aspectos para que no se vuelva contraproducente. Ya sea con una higiene personal y de los utensilios deportivos con el uso de un detergente eficiente como con un correcta postura en cada ejercicio para evitar accidentes  o una nutrición adecuada y, sobre todo con la capacidad de detectar el momento en el que el deporte domina la vida de la persona, y no al revés.

Las señales que dan la alarma y detectan el paso hacia la adicción son, entre otras: tener una imagen distorsionada de la figura, realizar ejercicios de forma excesiva y sin control, mirarse constantemente al espejo y compararse físicamente con otras personas, entrenar más de 5 días a la semana, baja autoestima y sentimiento de soledad y frustración. Así mismo, se aíslan de los círculos íntimos, se sufren lesiones y problemas orgánicos, tienen el cuerpo desproporcionado, realizan dietas estrictas de proteínas e hidratos de carbono, consumen anabólicos y esteroides de manera frecuente, sin importar su costo…

En este sentido, cabe responder a las siguientes cuestiones.

¿Cuál es la frecuencia ideal para hacer deporte?

Como norma general, se recomienda que de media se dediquen 30 minutos diarios al ejercicio físico moderado, ya sea caminar, salir en bici, nadar… Si se pretende algo más profesional, siguiendo una rutina de ejercicio, lo más aconsejable es escuchar el consejo de un entrenador experto, que proponga un calendario y la frecuencia según los objetivos que se pretenden alcanzar.

En cualquier caso, sea el deporte que sea y la actitud que se toma frente a su práctica, no hay que olvidar cuidar la ropa y los utensilios utilizados para que estén siempre en condiciones perfectas de ser utilizados, aportando comodidad y seguridad. Este tipo de higiene es tan importante como escuchar y cuidar de nuestro propio cuerpo, evitando convertir los beneficios del deporte en algún tipo de perjuicio.  

¿Cuál es una intensidad apropiada?

Otro valor a considerar en la práctica de cualquier tipo de deporte es la intensidad con la que se realiza. Se conoce este concepto como el nivel de esfuerzo que implica una determinada actividad física y que dependerá del grado de preparación del deportista. Un abuso de este ímpetu podría derivar en cierto grado de acción, que siempre es mejor evitar, sobre todo si se tiene algún problema físico, como debilidad o dolor de rodillas. Asimismo, la Asociación Americana del Corazón realiza una recomendación sobre la frecuencia cardiaca según diferentes valores de intensidad en el ejercicio.

Se considera intensidad moderada cuando la frecuencia cardiaca se presenta entre el 50 y el 70% del máximo. Por el contrario, si se lleva a cabo entre el 70 y el 85% de la frecuencia cardiaca máxima del deportista se considera ejercicio vigoroso.

Como norma general, de intensidad baja sería pasear, tomar un baño, actividades cotidianas y naturales, es decir, cualquier actividad física que no implique un aumento de la respiración ni de la frecuencia cardiaca. Ejemplos de ejercicios de intensidad moderada serían caminar rápidamente, hacer bicicleta, bailar, nadar pausadamente… De intensidad vigorosa, por último, cualquier deporte que implique aceleración en el ritmo cardiaco, respiración acelerada, sudoración, como ocurre en el caso del fútbol, el baloncesto, corriendo a altas velocidades o largos recorridos…

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