¿Sabes cuáles son los beneficios de una buena ducha?

La ducha debe ser ese momento del día que nos ayude o bien a despertarnos y activarnos o a encontrar una cierta relajación después de un intenso día de trabajo o un determinado ejercicio físico. La ducha debe significar un momento especial para todos nosotros. Porque hoy en día, se cuenta con tecnología de ducha que nos permiten hacer de ducharse, una experiencia placentera y sana tanto psicológica como físicamente.

Más allá del aspecto higiénico y de relajación, el beneficio de una buena ducha está orientado a proteger nuestra piel, que es el órgano más extenso del organismo y cuya misión es protegernos de bacterias o cualquier otra sustancia nociva. Este cuidado de la piel no finaliza con una ducha, sino que debe ser acompañado de un proceso de hidratación con alguna de las muchas cremas que existen en el mercado.    

Si el gran beneficio de una buena ducha es ayudar a mantener nuestra piel en perfecto estado, hay otra serie de beneficios que nos ayudan a ese mismo propósito con el resto de nuestro organismo. Desde la mencionada higiene e hidratación de la piel a otros efectos como el de obtener un óptimo nivel de relajación (especialmente con agua caliente); combatir la celulitis; tonificar los músculos; activar esos mismos músculos (máxime si la ducha es con agua fría) e incluso combatir los posibles cambios bruscos de temperatura, tanto de pocos grados como de un exceso de grados térmicos. El agua, en conclusión, nos favorece en todos los sentidos y una buena ducha es ese momento especial para conseguirlo.  

Una adecuada ducha corporal debe ir acompañada de otros elementos que ayuden a configurar ese momento especial del día del que hablábamos anteriormente. Por ejemplo, el aseo o baño debe tener unas adecuadas condiciones; la luz es otro aspecto importante (si disfrutaremos de luz natural o de la calidez de unas velas); hay que saber si queremos una ducha o un baño; saber elegir el jabón con el que lavarnos, así como aquellos otros elementos que ayudarán durante la ducha: temperatura del agua, si usaremos un cepillo u otro, si nos aplicaremos una mascarilla después, el tipo de toalla con el que nos secaremos, momento del día para ducharnos e incluso saber elegir hasta el tono de música que nos acompañará durante ese momento. El objetivo, aparte de los mencionados anteriormente, siempre también van asociados a potenciar nuestra energía y vitalidad. A sentirnos mejor. A mejorar en todo caso ese flujo sanguíneo.  

Cuidado con nuestro tipo de piel 

Respecto a este instante mágico hay que tener una serie de recomendaciones por parte de los dermatólogos, los expertos médicos en temas relacionados con nuestra piel. Por ejemplo, no todos nosotros tenemos el mismo tipo de piel, pues hay pieles más secas, las cuales no deben tener un gran contacto con agua en elevadas temperaturas, al tiempo que debemos saber hidratarlas (esa piel más delicada) con cremas de manera más constante. Aquellas personas que tengan unas venas más dilatadas tampoco deberían abusar del agua caliente durante su ducha. Asimismo, no todos nosotros somos aptos para una ducha con agua fría, aunque también tiene un buen número de beneficios corporales, como mejorar la circulación sanguínea y posibilitar una hidratación de la piel de una manera más directa.  

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