El Counseling es algo más que un mero anglicismo
Hoy usamos palabras extranjeras para designar algunas cosas, para expresar algunos conceptos, cuando hablamos en español.
Lo hacemos, incluso a sabiendas de que en nuestra lengua existen vocablos que no solo traducen acertadamente la palabra foránea, sino que, incluso, expresan mejor y con mayor variedad el concepto a que se refiere dicha palabra. Principalmente hablamos de anglicismos.
No nos vamos a rasgar las vestiduras por ello, cabe no olvidar los aproximadamente cuatro mil arabismos que contiene nuestro idioma y que tanto lo han enriquecido.
No es menos cierto, sin embargo, que muchos de esos anglicismos no nos aportan gran cosa y que se imponen por una estética sobrevenida, porque están fashion…perdón, quise decir, de moda. La psicología no escapa a esta tendencia. En nuestra disciplina cada vez utilizamos más anglicismos para definir, en una palabra, trastornos, síntomas, síndromes o modos de intervención psicológica y psicoterapéutica.
Así, tenemos vocablos, ya aceptados desde hace tiempo y utilizados de forma común y corriente, como Insight (discernimiento, toma de conciencia, darse cuenta), mobbing (acoso laboral), role-playing (representar un papel, personaje, situación), Externalizing (exteriorizado, externalizado) etc.
Para todos ellos podemos utilizar una palabra española o una frase capaz de definir claramente lo que quiere decir el término en inglés. Es decir, podemos utilizar el significado en español sin riesgo a malentendidos. Hay un término, sin embargo, sobre el que actualmente existe consenso en utilizarlo tal cual nos ha llegado del inglés, especialmente en su acepción norteamericana, el de counseling.
La particularidad del counseling no es una dificultad en su traducción, aunque no es sencillo especificar cuál de las traducciones propuestas le encaja mejor.
Asesoramiento psicológico es la más usada, la que más se acerca al principio orientador del concepto de counseling, que no es otro que el de establecer entre el profesional, al que se puede denominar counselor (más propio de orientador que de persona que da consejos) y el cliente, que es quien demanda asesoramiento, una relación de ayuda en la que se sintetizan aspectos sociales, educacionales y psicológicos, con una clara vocación transformadora.
¿En qué consiste el Counseling?
El counseling es una profesión desarrollada por el psicólogo Carl Rogers, en los años cincuenta del siglo pasado en Estados Unidos. Desde su enfoque humanista de la psicología y de la importancia de las relaciones empáticas en la atención a la salud mental.
El asesoramiento psicológico, aseguraba Rogers, puede crear un entorno ideal para el crecimiento del cliente, genera una condición positiva incondicional. Para el psicólogo, creador del enfoque centrado en la persona, el counseling es el método facilitador más apropiado de ayuda, apoyo y prevención, a un individuo con respecto a un problema que atraviesa, bien sea en el ámbito personal, social, familiar, laboral o cualquier otro.
Curiosamente, en 1987, la Organización Mundial de la Salud, recomendó el uso del counseling en relación con la salud, en base a estos mismos motivos y la experiencia de bienestar proporcionada por estos métodos durante las últimas décadas, principalmente en los países de cultura anglosajona.
En Europa el counseling aterriza a inicios de los años setenta del siglo XX. Quiero destacar aquí las definiciones y explicaciones metodológicas contenidas en el libro: “La personalización en la relación orientadora” (1977), de la doctora en psicología Elvira Repetto.
Allí dice: “El asesoramiento psicológico (counseling) es un proceso de ayuda a un sujeto para que, conociéndose a sí mismo, y a la realidad en que vive, sepa hacer elecciones prudentes y se comprometa con las decisiones tomadas, de tal modo que logra la integración de su personalidad y el cambio requerido en su conducta, su afectividad como humano y su maduración como persona.”
El counseling ya viene definido desde sus comienzos por la demanda de integración de modelos de la psicología y la filosofía, para atender las necesidades naturales de las personas, sin necesidad por ello de que las mimas estén enfermas, pasándolo muy mal, o incluso mal.
Se trata de atender los problemas de la vida cotidiana sin enjuiciamientos, sin patologización de las conductas. Y es que, muy a menudo, dentro del contexto terapéutico, hay personas que, sin estar afectadas por una “enfermedad específica”, sin estar necesariamente pasándolo muy mal, o incluso sin estar mal, viven situaciones de malestar, preocupación, incertidumbre que afecta incómodamente a sus vidas, les dificulta tomar decisiones o se ven incapaces de sobrellevar sin ayuda.
Este es el perfil del cliente de counseling, a quienes ofrece un modelo de acompañamiento e intervención que facilita cambios transformadores en las personas a través del autoconocimiento y la mejor expresión de sí mismo.
El counseling y su especificidad
Estas definiciones nos aproximan, nos sitúan en el sentido del counseling. Y aunque, como hemos visto no resulta fácil traducir la palabra counseling, cada vez utilizamos más esta disciplina en los ámbitos de la salud, la intervención social, los problemas familiares, las organizaciones y en otros tantos contextos de la vida personal y profesional.
El counseling promueve el desarrollo humano en su contexto social y cultural, genera oportunidades para el desarrollo de las potencialidades inherentes a la persona y sus recursos internos. Ir más allá de facilitar la comprensión de las cosas o de los sucesos y circunstancias de quien acude al asesoramiento psicológico, favoreciendo la adquisición de habilidades de respuesta adaptada y acertada ante situaciones problemáticas o adversas, es su mayor especificidad.
La finalidad preventiva, educativa y de promoción de la salud del asesoramiento psicológico, se desarrolla a partir del abordaje centrado en la persona, un enfoque integral en orientación y psicoterapia, para acompañar en los procesos de vida y cambio de las personas.
La visión de sí mismo por parte del cliente es, en consecuencia, el eje sobre el que pivota la relación y la acción counseling. Es decir, se centra en la persona como alguien que busca su bienestar. ¡La persona es su propio experto en solucionar sus problemas!
Por mi parte, como psicólogo y en la parte de mi actividad relacionada con los procesos de counseling, siempre me sigue la preocupación por estar preparado, listo para acompañar al “paciente” con una buena mochila repleta de congruencia, empatía, respeto, rechazo al papel directivo y horizontalidad en la relación.
La facilitación del proceso hacia la comprensión del derecho a ser, del sentido de la responsabilidad de lo que se hace en la relación intersubjetiva de cliente y counselor, sin que ninguna de las dos partes pierda su especificidad, requiere de paciencia, conocimientos y experiencia.