Los 15 Poemas de terror más espeluznantes

Los poemas de terror han sido una forma de literatura que ha existido durante siglos. A través de la poesía, los autores han logrado capturar los miedos más profundos y oscuros de la humanidad y plasmarlos en versos aterradores. Desde Edgar Allan Poe hasta Emily Dickinson, los poetas han encontrado una forma de explorar el horror y la muerte con una intensidad única.

En este artículo, exploraremos algunos de los poemas de terror más espeluznantes de todos los tiempos, y nos adentraremos en la magia de los autores que lograron crear una atmósfera de horror que sigue resonando en nuestros temores más profundos. Prepárate para sumergirte en un mundo de sombras y misterios, donde la poesía se convierte en un portal hacia lo desconocido.

Poemas de terror cortos

Cada uno de estos poemas de terror ha logrado asustar y atormentar a los lectores a lo largo de los años, y son una muestra de cómo la poesía puede ser una herramienta poderosa para explorar los miedos más profundos de la humanidad. Si eres un amante del terror y la literatura, definitivamente debes leer estos poemas de terror.

A continuación te presento una lista de algunos de los poemas de terror más espeluznantes e icónicos de la literatura:

1.Los espíritus de los muertos – Edgar Allan Poe

Tu alma se encontrará sola, cautiva de los
negros pensamientos de la gris piedra tumbal;
ninguna persona te inquietará en tus horas de
recogimiento.

Quédate silenciosamente en esa soledad que
no es abandono,—porque los espíritus de los
muertos que existieron antes que tú en la vida,
te alcanzarán y te rodearán en la muerte,—y
la sombra proyectada sobre tu cara obedecerá
a su voluntad; por lo tanto, permanece tranquilo.

Aunque serena, la noche fruncirá su ceño,
y las estrellas, de lo alto de sus tronos celestes,
no bajarán más sus miradas con un resplandor
parecido al de la esperanza que se concede a
los mortales; pero sus órbitas rojas, desprovistas
de todo rayo, serán para tu corazón marchito
como una quemadura, como una fiebre
que querrá unirse a ti para siempre.

Ahora, te visitan pensamientos que no ahuyentarás
jamás; ahora surgen ante ti visiones
que no se desvanecerán jamás; jamás ellas dejarán
tu espíritu, pero se fijarán como gotas
de rocío sobre la hierba.

La brisa,—esa respiración de Dios,—reposa
inmóvil, y la bruma que se extiende como una
sombra sobre la colina,—como una sombra cuyo
velo no se ha desgarrado todavía,—resulta así
un símbolo y un signo. Como logra permanecer
suspendida a los árboles, ese es el misterio
de los misterios!

2. Requiem – Robert Louis Stevenson

Bajo el vasto cielo estrellado
cavad una tumba y dejadme yacer allí.
Alégremente viví y con alegría moriré,
acostado con un último deseo.

Que sea éste el verso que graben para mí:
“Aquí yace donde quería yacer;
ha vuelto el marinero, ha vuelto del mar;
y el cazador ha regresado de la colina”.

3. La sombra que visita – Juan Ortiz

La sombra visita,

traslúcida,

la habitación de madrugada.

Va,

volando oscuridades,

a cada sitio al que le dejan los incautos en la noche.

Pesa, juro que pesa su mano presionando el pecho al despertar;

huele,

juro que huele a azufre su presencia.

La sombra a veces se sienta allí,

detrás del que lee estos versos,

y se ríe del incrédulo,

del que se mofa,

y va y lo busca a tientas,

en su recámara,

y de repente unos ojos se abren por el peso de unas manos,

y la respiración de agita por el azufre en el aire.

No debí escribir esto,

la sombra sonríe,

detrás de ti,

y lo sabes.

4. Gata Negra – Rainer María Rilke

Un fantasma, aunque invisible, es aún un espacio
donde tu vista puede golpear, resonando; pero aquí
entre este espeso pelaje negro, tu más dura mirada
será absorbida y desaparecerá completamente:

como si fuera un loco delirante, cuando nada ya
puede aliviarlo, que acomete contra la noche oscura
aullando, golpea la pared acolchada, y siente
la ira amainando hasta calmarse.

Ella parece esconder dentro de sí todas las miradas
que le han posado, para poder observarlas
como a un público, amenazante y taciturna
y enrollarse a dormir con ellas. Pero casi de pronto

ella mueve su cara hacia la tuya, como si despertara;
y sobresaltado, te ves pequeño,
dentro del ámbar de sus órbitas
suspendido, como un insecto de una especie extinguida.

5. Debajo de la tumba – Robert Nelson

Seres aterradores andan a tientas en lagos sangrientos,
una bruma asquerosa se arrastra y se alimenta de hinchadas babosas;
de los lechos de plantas perfumadas se retuercen serpientes fétidas,
y como una flor cultivada con negras sustancias,
una luna de acero gotea sangre sobre un cielo oscurecido
por las profecías de locos fantasmas.

Pero esto ha cesado, ha quedado atrás,
y en ese bosque mefítico, debajo de la tumba,
los muertos cenan donde las sombras flotan,
y velas abrasadoras limpian la pútrida penumbra;
y los que estaban de pie en la alegría y el dolor de la tristeza,
ahora urden el estribillo extático del infierno.

Muy por debajo, donde criaturas tumefactas se mantienen
en habitaciones glaciales, y los cráneos arden como lámparas
para guiar a través de la vida más allá, y donde se corren
los velos verdes de un limo rezumante y mortales humedades,
resuena la tumba eternamente en alegre liberación.

6. Canción de cuna para un vampiro – Lisa Ben

Duerme profundamente en tu tumba silenciosa,
sueña con el festín carmesí que anhelas,
hasta que el hambre te despierte
y debas abandonar
tu lugar de descanso.

Sueña, sueña con tu furtivo vuelo
a las tierras sombrías de la noche.
Tus colmillos se encuentran con la suave carne blanca
y regresas rejuvenecido.
Tus labios son una mancha escarlata.

Duerme, duerme en tu cama sombría.
Tierra de tu patria sobre tu cabeza,
hasta que la luna en lo alto
del cielo aterciopelado
te llame de nuevo.

7. En el bosque negro – Amy Levi

Me acosté debajo de los pinos,
miré hacia arriba, hacia el verde
oscuro en la copa de los árboles,
brillo sombrío que marca el paso del azul.

Cerré los ojos, y una increíble
sensación fluyó sin criterio:
Aquí yazgo, muerta y enterrada,
y este es un cementerio.

Estoy en un reposo eterno,
han terminado todos los conflictos.

Caí recta y sentí los lamentos
por mi pequeña vida pasada.

Derecho injusto y labor perdida,
sabio conocimiento despreciado;
la pereza y el pecado y el fracaso,
¿me sentí apenada por esto?

Triste me han puesto a menudo;
ahora ya no pueden entristecerme,
mi corazón estaba lleno de pesar
por la alegría que nunca tuvo.

8. El Mensajero – H.P Lovecraft

La Cosa, dijo él, por la noche vendría,
Desde el viejo camposanto sobre la colina,
Agachado frente al rubor de un fuego de robles
Traté de decirme que aquello no podía ser.
Seguramente, reflexioné, esto es una burla,
Urdida por alguien que desconoce sin dudas
El Signo Mayor, legado de antigua solemnidad,
Que libera las formas que hurgan en la oscuridad.

Él no quiso afirmarlo, no, pero igual encendí
Otra lámpara, mientras el estrellado Leo
Remontaba el río, la llama chispeó como un deseo,
Y la luz de la lumbre se deshizo, lento, muy lento.
¡Entonces en la puerta, de la cautelosa agitación vino,
Y la Verdad demencial me devoró como una llama!

9. En un cementerio en desuso – Robert Frost

Los vivos llegan pisando el pasto
para leer las lápidas en la colina;
el cementerio dibuja la vida todavía,
pero nunca más a los muertos.

Los versos en ellas repiten:
«Los vivos que llegan hoy
a leer las piedras y marcharse,
mañana muertos vendrán a quedarse».

Tan segura de la muerte está la rima del mármol,
sin embargo, no puede dejar de recordar
que ningún muerto, al parecer, volverá.
¿Qué hace que los hombres se encojan?

Más fácil sería ser astuto
y decirle a las piedras: los hombres odian morir
y han dejado de morir ahora para siempre.
Creo que creerían la mentira.

10. Azathot – H.P Lovecraft

Por el vacío insensato el demonio me arrastró,
Más allá de los brillantes enjambres del espacio dimensional,
Hasta que el tiempo y la materia desaparecieron ante mí
Sólo el Caos, sin forma ni lugar.
Allí el inmenso Señor de Todo murmuraba en la oscuridad,
Cosas que había soñado pero que no podía entender,
Mientras a su lado murciélagos informes se agitaban y revoloteaban
En vórtices idiotas atravesados por haces de luz.

Bailaban locamente al tenue compás gimiente
De una flauta que sostenía una zarpa monstruosa,
De donde brotaban ondas sin objeto que al mezclarse al azar
Dictan a cada frágil cosmos su ley eterna.
—Yo soy Su mensajero—, dijo el demonio,
Mientras golpeaba con desprecio la cabeza de su Amo.

11. El durmiente del valle (Arthur Rimbaud)

Es un claro del bosque donde canta un río,
Cuelgan enloquecidamente de las hierbas harapos
De plata; donde el sol de la orgullosa montaña
Luce: un pequeño valle espumoso de luz.

Un soldado, joven, atónito, cabeza desnuda
La nuca bañada en el suave azul,
Duerme; está tumbado en la hierba, bajo el cielo,
Pálido en su verde lecho donde llueve el día.

Los pies en los gladiolos, duerme. Sonriendo como
sonreiría un niño enfermo, descansa:
Naturaleza, mécelo cálidamente: tiembla.

Ya no le estremecen los perfumes;
Duerme en el sol, la mano sobre el pecho,
En calma. Se ven dos agujeros rojos en el costado derecho.

12. No pude detenerme ante la muerte (Emily Dickinson)

Porque no pude detenerme ante la muerte,
amablemente ella se detuvo ante mí;
el carruaje solo nos encerraba a nosotros
y a la inmortalidad.

Condujimos lentamente, ella no sabe de apuros;
y por su cortesía debí abandonar mis labores e incluso mis ratos de ocio.

Pasamos por la escuela donde jugaban los niños
Sus lecciones apenas concluidas;
pasamos frente a los campos de pastoreo
y ante el sol que se ponía,

Nos detuvimos ante una casa que parecía
una hinchazón de la tierra;
su techo, solo visible,
su cornisa, apenas un montículo.

Desde entonces han pasado siglos;
pero cada uno parece más corto
que el día en que anuncié por vez primera
que las cabezas de los caballos
apuntaban hacia la eternidad.

13. En la noche – Amy Levy

¿Cruel? Creo que nunca hubo una trampa
más infame y agotadora que esta.
No es un sueño, así lo decía mi corazón,
con la sobria certeza del despertar.

¿Sueños? Yo conozco sus rostros,
en apariencia agradables; vaporosos,
adornados de alas multicolores;
He tenido sueños antes y esto no es soñar.
Llega la luz del día y la alegría cubre mi pesar.

¿Qué la hiere, amor mío; qué dolor la arrebata?
Pues ella en soledad empalidece;
y sus facciones lentamente se desvanecen.
No puedo unirme a ella,
Me estiro hacia allí sin sentido,
mientras mis brazos rodean el silencio y el vacío.

14. Incluso en la tumba – Walter de la Mare

Deposité mi inventario en la mano de la Muerte,
en su arboleda oscura y frondosa;
mientras dulce y desolado, sin distraerse,
oí al Amor cantar en esa tierra silenciosa.

Él leyó el registro hasta el final:
las descuidadas y duraderas heridas del destino,
la carga del enemigo, la carga del amor y el odio;
las heridas del enemigo, las amargas heridas de un amigo.

Todo, todo lo leyó, incluso la indiferencia,
la frívola conversación, el vano silencio, la esperanza y el sueño.
Él me preguntó: ¿Qué buscas, entonces, en su lugar?
Incliné mi rostro en el pálido brillo de la tarde.
Luego me miró con extraña inocencia, y dijo:
Incluso en la tumba te tendrás a ti mismo.

15. Remordimiento póstumo (Charles Baudelaire)

Cuando tú duermas, mi bella tenebrosa,
En el fondo de un mausoleo construido en mármol negro,
Y cuando no tengas por alcoba y morada
Más que una bóveda lluviosa y una fosa vacía;

Cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedosa
Y tus caderas que atemperaba un deleitoso abandono,
Impida a tu corazón latir y querer,
Y a tus pies correr su carrera aventurera,

La tumba, confidente de mi ensueño infinito
(Porque la tumba siempre interpretará al poeta),
Durante esas interminables noches de las que el sueño está proscrito,

Te dirá: «¿De qué te sirve, cortesana imperfecta,
No haber conocido lo que lloran los muertos?»
—Y el gusano roerá tu piel como un remordimiento.

Esperamos que estos poemas de terror de autores representativos de la literatura universal hayan sido de tu agrado y te hayan permitido adentrarte en el fascinante mundo del horror literario. A través de las palabras de Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft, y otros grandes maestros del género, pudiste experimentar sensaciones de miedo, tensión y suspense que te mantuvieron en vilo hasta el final de cada poema.

Cada uno de estos autores, con sus poemas de terror y sus recursos literarios, logró crear universos oscuros y siniestros con sus palabras, en los que los personajes se enfrentan a lo desconocido y lo sobrenatural, despertando en nosotros temores ancestrales y fascinantes. Esperamos que hayas disfrutado de estas obras y que te hayan dejado con ganas de seguir explorando este género literario tan rico y complejo.

Referencias bibliográficas

El espejo gótico (2023) Poemas de terror

Karla Arango
Editora, correctora de estilo, investigadora literaria y poeta.