Trastorno de apego reactivo: Síntomas y tratamiento

El afecto es un sentimiento que parte de los seres humanos, damos o hemos recibido en algún momento de nuestras vidas. ¿Qué pasaría si uno de nosotros jamás hubiera experimentado una muestra de cariño o de amor?

Las demostraciones de afecto, un abrazo, una palabra alentadora, un beso, en la actualidad parecen restar importancia, ya que hay una cierta distorsión de los sentimientos afectivos y del amor.

Este primer contacto que tiene el infante con las muestras de cariño proviene de los padres o cuidadores principales. Sin embargo, si alguno de ellos no tiene esta cualidad demostrativa, que pudiera parecer una simpleza, pero que es rigurosamente importante para el desarrollo del menor, hay probabilidades de que el niño padezca Trastorno de Apego Reactivo.

¿En qué consiste el Trastorno de Apego Reactivo?

El trastorno de apego reactivo (RAD) se da en la primera infancia desde el primer año hasta los 6 años de edad.

Este trastorno está ligado principalmente al despliegue del menor en cuanto a la interacción con adultos y con otros niños de su edad. El modo de crianza está ligado a una educación patológica, en donde el niño no ha obtenido afecto, apoyo, seguridad, por lo que afecta su manera de percibirse a sí mismo en el contexto familiar y social.

Esta deformación emocional impide que tenga un desarrollo normal. Al no percibir aceptación y cariño dentro de su entorno, lo confunde sobre manera rehuyendo al contacto, por lo que no puede crear ningún vínculo o relación de confianza con otros niños o adultos.

Este proceso de interacción primaria es de suma importancia para el niño ya que puede generar a la larga una serie de psicopatologías siendo ya un adulto, que podría degenerar en depresión, ansiedad, fobia social, trastorno por estrés postraumático entre otras.

Tipos de Apego Reactivo

El trastorno de apego afectivo restringe al menor en función de las relaciones con su entorno socio-afectivo. Podemos encontrar una doble clasificación: el trastorno de apego reactivo inhibido y el deshinibido

Trastorno de Apego Reactivo inhibido

El infante no intenta buscar el contacto con otros, huye a las respuestas afectivas de otros  por lo que estas situaciones infunden temor, o intranquilidad.

Esta falta de estimación propia no ayuda a generar un vínculo con otras personas, por lo que la inhibición comienza directamente con los padres  y luego el trastorno se traslada al aula.

Es allí donde los obstáculos comienzan a aparecer con más intensidad ( tristeza, incertidumbre, temor de los cuidadores) por lo que devienen en un mecanismo de autodefensa en la nula expresión de las emociones asertivas.

Trastorno de Apego Reactivo desinhibido

En el caso del apego afectivo desinhibido, el menor tendrá relación social excesiva, no importando con quien, aunque se trate de un extraño, ya que busca la aprobación y  la afectividad que no le fue concedida en los primeros años de edad.

El niño al demostrarse demasiado confiado con otras personas, puede no tener precaución  sobre los peligros a los que se enfrenta en el mismo entorno.

Causas del Trastorno de Apego Reactivo

Entre las causas aparentes están:

  • Los cuidadores o progenitores desatienden sus necesidades tanto físicas como emocionales.
  • Violencia física o psicológica
  • Variación de los cuidadores, si se trata de un hogar de acogida.
  • Falta de afecto y expresión de sentimientos de los propios cuidadores.
  • Falta de comunicación al externan cariño o estimación
  • Padres o cuidadores irresponsables.
  • Abuso y negligencias en niños adoptados o huérfanos.
  • Separación abrupta de los cuidadores entre los tres primeros años de edad.

 Síntomas de este trastorno

La sintomatología puede variar según sea inhibida o desinhibida, pero sin duda hay factores en la primera más significativos, que deben tomarse en consideración:

  • Actitud desconfiada
  • Conducta de alerta
  • Vigila su entorno asiduamente tanto como a las personas.
  • No acepta recompensas o comodidades.
  • No da muestras de afecto ni emociones.
  • En casos extremos se presenta autolesión o lesión hacia otros.
  • Irritabilidad excesiva.
  • Llanto frecuente.

Tratamiento

El tratamiento para el trastorno de apego reactivo debe darse dentro de los primeros años de edad para que el infante pueda reintegrarse a la esfera social.

A su vez las intervenciones psicoterapéuticas del psicólogo infantil pueden mejorar la apertura del menor para externar las emociones que aún por su corta edad no puede identificar.

Lo recomendable es que haya solo un cuidador el cual le ayude a gestionar estas emociones y poder llevarlas un discurso conocido para el niño, que de igual podrá construir por sí solo un vínculo de confianza que antes no poseía.

El mejor tratamiento como siempre es la prevención, tanto en instituciones educativas como con los padres o cuidadores, enfatizar una conciencia en la expresión de las emociones, ayuda al menor a mantener una buena autoestima, para autopercibirse como un ser en función de su ambiente psicosocial, donde puede desarrollar óptimamente tanto su identidad como personalidad.

No se recomienda por ningún motivo la permanencia del menor en una institución, eso podría intensificar la sintomatología en vez de beneficiarle psíquicamente. Igualmente es recomendable poner atención al diagnóstico previo generado en alguna institución escolar para la pronta canalización de este trastorno.

Más allá de los tratamientos, el apoyo familiar es importante si es que hay una familia en relación con el pequeño. En cuanto a las instituciones psicológicas, no hay una apertura o una logística psicológica que guíe al encuentro fraternal de estos menores con personas que puedan brindarles calor humano, ya sean padres o cuidadores.

En la actualidad no podemos llevar una etiqueta solo por asignación biológica, o por deseos contrariados en la genética humana.

El amor y el cariño no deberían ser moneda de cambio hoy en día, estamos adecuados para sentir tantas emociones desde nuestra llegada al mundo. Tenemos la oportunidad de emitir con valor, ética y orgullo, las mejores muestras de afecto a quienes ven por primera vez la luz en este mundo tan revelador.

Una insignia complicada de llevar, pero no imposible, es el amor desinteresado. Una sonrisa puede darle la vuelta al mundo, puede identificarnos, puede unir aún sin palabras un pequeño corazón.

Nosotros tenemos el conocimiento, la experiencia,  ¿para que repetir tantas indolencias?  Si la tristeza, la soledad y el llanto se pueden sanar a través de un abrazo.

Alma Carbajal
Estudiante de Comunicación y Psicología en UNIR.