Los 3 Estados del Yo desde el Análisis Transaccional

Somos seres sociales y sociables. No se entiende la evolución del ser humano como especie sin las relaciones con los otros, las amistades y enemistades, los amores y desamores, las alianzas y traiciones. Nos atan lazos relacionales con múltiples personas y, sobre todo, nos atan esos mismos lazos con aquella persona que día tras día está con nosotros, nuestro propio Yo.

Ante estas situaciones relacionales con los otros y con nosotros mismos surgen muchas veces conflictos o dificultades que nos pueden dar muchos dolores de cabeza y causar mucho sufrimiento.

Actualmente se da mucha importancia y relevancia a lo que se ha considerado en llamar “relaciones tóxicas”, y con dicha importancia se ha impuesto una máxima: ¡huye de ellas!

Perfectamente es una buena proclama en cuanto la distancia es un método efectivo para no vernos invadidos por dichas relaciones, ahora bien, ¿qué pasa con aquellas relaciones que queremos mantener pero que tenemos enquistadas? ¿qué pasa cuando el tóxico soy yo mismo para mí mismo? Aquí es donde tiene sentido hablar del PAN.

Análisis Transaccional y PAN

El PAN es la forma en la que nos referimos a los tres estados del yo con los cual se trabaja desde el Análisis Transaccional (AT), teoría humanista ideada por Eric Berne, quien trabajó, y mucho, sobre la forma en que nos relacionamos con los demás y con nosotros mismos (estados del yo, tipos de transacciones, juegos psicológicos…); estos estados del yo se refieren a:

P: Padre

A: Adulto

N: Niño

Cada persona tiene y puede situarse en cada uno de estos estados del yo en un momento determinado, siendo cambiantes a cada momento, situación o persona. Ninguno de ellos es malo o bueno, y cada uno de los tres es necesario.

De lo que se trata es de conocerlos y de darse cuenta de en qué estado del yo estoy en cada momento y de identificar en el otro en qué estado del yo se posiciona para poder mejorar y mantener relaciones mas sanas y positivas con los otros y por supuesto con nosotros mismos.

Sacar provecho al PAN

A un nivel general (aquel que quiera profundizar le animo a leer más sobre Análisis Transaccional y sobre Eric Berne) hablaremos de que estamos en un estado Padre cuando nos comportamos, sentimos y nos expresamos a los otros o a nosotros mismos desde formas similares a nuestros padres o a las personas de autoridad con las que hemos convivido o coincidido en nuestra vida.

Un ejemplo:

Mi pareja va a salir a cenar con sus amigas y le digo antes de salir: “Mira a ver cómo te portas…”

Esta frase sale directamente desde mi Padre porque es un mensaje con una forma autoritaria, que va en forma vertical, yo soy el que sabe y el que sanciona, lleva muchos mensajes asociados (no hagas tonterías, sé buena, si haces algo que no me guste luego habrá consecuencias…)

Puedo decirlo con la mayor de las sonrisas pero el mensaje es claramente autoritario, repito fórmulas que seguro me han dirigido a mí mis padres y me siento en esa parte de responsabilidad y de superioridad en la cual depende de mí aconsejar o mandar sobre el otro.

El estado Yo Padre

Cuando hablamos de estado del yo Padre podemos dividirlo en dos a un nivel funcional:

PC: Padre Crítico, el cual pone normas y límites, dirige, sanciona… Tiene una forma positiva en cuanto nos da una estructura y unos valores a los que nos podemos agarrar para saber qué está bien o mal (“si estropeas el ordenador pagarás el arreglo”), y una forma negativa que nos riñe, nos ahoga, nos sanciona por todo, infravalora, ridiculiza(“eres un inútil, es por tu culpa”)

PN: Padre Nutritivo, el cual da cariño, ánimo, valora a la persona, la protege y la cuida. También tiene una forma positiva que es la que da amor incondicional y sostén (“te quiero, eres una persona muy válida, estoy orgullosa de ti”) y una forma negativa en la que sobreprotege (“no te alejes, quédate conmigo, quien te va a querer más que yo”)

El estado Yo Adulto

Pasamos a hablar del estado yo Adulto. Éste estado es el que corresponde a la lógica, a la coherencia, se basa en datos y hechos, no se deja llevar por la fantasía ni por los prejuicios como si pueden hacerlo las otras dos formas.

Es el que nos importa que tome el control ejecutivo, es decir,  aunque en un momento dado estemos en estado Padre, porque hemos de sancionar una conducta, o en estado Niño porque estamos disfrutando a lo loco, él está por detrás para saber en qué momento estamos tomando decisiones equivocadas o situándonos en una forma dañina de los otros estados del yo.

Con el ejemplo de mi pareja el estado Adulto podría decir: “Pásalo bien, si necesitas algo me puedes avisar que dejaré el móvil con el sonido activado”

No sanciona, no amenaza, anima al otro y da opciones tomando la decisión por él mismo de dejar el sonido puesto respetando y dando libertad a la otra persona para que pueda elegir en un momento dado desde una posición de igualdad. Yo decido dejar el sonido, yo decido que me puedes despertar si pasa algo y te hago saber que estoy ahí.

El estado Yo Niño

Por último llegamos al estado yo Niño el cual se correspondería con todas aquellas actitudes, emociones y pensamientos que se asemejan a los que teníamos en la infancia, la risa espontánea, los sueños, la creatividad, la autenticidad…

En todos nosotros existe un NL, un Niño Libre, que es el que da pie a la creatividad, a la imaginación, a la risa y a las acciones más espontáneas y naturales. Ese es el Niño sano, es que hay que cuidar y evitar sancionar desde un Padre Crítici.

Cuántas veces puedo tener una actitud desenfadada (saltar en un charco) que me transmite alegría y bienestar y otra persona o yo mismo me sanciona con un “que tontería”, “vaya chorrada”, “ya te has manchado” y cortamos por lo sano a ese Niño Libre que nos da subidones de alegría y bienestar.

Las formas inadaptadas del Niño que nos pueden causar malestares son el NAS, Niño Adaptado Sumiso, y el NR, Niño Rebelde, quienes pueden haber surgido a base de tener que adaptarse en su momento a su ambiente de una forma pasiva y complaciente, en caso del NAS o de una forma de rebeldía y actitud desafiante en el caso del NR.

En el caso de mi pareja desde el NAS podría ser que me apeteciese salir con ella o proponerle luego encontrarnos para tomar algo pero que por miedo a molestar no dijese nada o un simple “pásalo bien” con cara de pena y resignación. Esto puede provocar en mi pareja un sentimiento de malestar al salir por la puerta o que directamente no saliese diciendo que no le apetecía pero que fuese movido por la pena de no dejarme solo, ¡una forma muy insana de tener una relación por parte de ambos!

En el caso del NR podría decir “muy bien, sal con tus amigas que yo llamaré a los míos y prepararemos una fiesta aquí en casa” con actitud chulesca y jugando al “y yo más”, provocando desafío y sancionando de una manera deshonesta que mi pareja salga y se lo vaya a pasar bien y yo no.

En conclusión

Pese a que hay mucho más por aprender y por saber del apasionante mundo del Análisis Transaccional, considero que con estas pinceladas muchos se sentirán reconocidos con algún estado del yo.

Os animo a que en vuestras relaciones y viendo otras ya sea en persona o en la tv, tratéis de identificar donde os situáis o se sitúa el otro y si podéis cambiar a una forma más sana donde el Adulto sea el que ponga un buen juicio.

Redacción
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