Hoy mismo he leído en El Diario Norte que El psiquiatra Luis Rojas Marcos asegura que «hablar y narrar» es una herramienta curativa muy importante porque pone palabras a los sentimientos y así ayuda a entender el dolor psicológico.
Y no es la primera vez que lo leo, es importante hablar de cómo nos sentimos, de lo que nos pasa. “Hasta una hoja de papel se levanta mejor entre dos”, sin embargo, no es tan fácil que alguien nos escuche o saber escuchar.
Veamos este ejemplo:
Dos vecinas se encuentran, una lleva a su recién nacido dormidito en el cuco, y la otra va con su hija de pocos años. Así que la mamá más experimentada le dice: -¡Hombre, qué bien! Ya tienes a tu bebé en casa, ¿Qué tal todo, qué tal el parto?
La otra contesta: – Sí, por fin salió mi bebé, y el parto, muy doloroso, pero merece todo la pena por ver a mi niño aquí. Lo que se me ha quedado fatal es el suelo pélvico, se me escapan gotas de pipí y no quiero ser la típica mujer con pérdidas de orina jaja.
La primera responderá jajaja, jo, sí, lo mío sí que fue traumático, estuve no sé las horas de dilatación y al final para nada, me hicieron cesárea. Y continúa hablando sobre su amarga experiencia.
Es bastante frecuente obviar la preocupación de alguien, una de ellas estaba diciendo que estaba preocupada por sus problemas con el suelo pélvico y la otra estaba más preocupada por contar su propia experiencia que en escuchar atentamente a su vecina.
A menudo no nos percatamos que cuando alguien habla de algo, aunque simplemente lo mencione en broma, es algo que tiene en mente y a lo que hay que darle su papel. Es muy sabio el dicho, entre broma y broma, la verdad asoma.