El poder de nuestros pensamientos

¿Os ha ocurrido alguna vez que recordabais un suceso de manera completamente diferente a cómo lo recordaba otra persona que también estuvo presente?…

El modo en cómo vemos nuestro mundo y nuestra realidad está mediado por nuestros pensamientos. No es tanto lo que vivimos cómo lo que pensamos y sentimos sobre ello. De ahí la importancia que tienen los pensamientos y las creencias en las representaciones que nos hacemos de la realidad. Y no por ello esta deja de ser verdad, es nuestra realidad, y es así cómo vemos y vivimos nuestro mundo.

Creamos nuestra representación interna de la realidad para dar significado a los sucesos, para interpretar lo que nos ocurre, para enfrentarnos a situaciones y adaptarnos a los acontecimientos. Nuestro cerebro procesa la información, la percibe, la interpreta y transforma almacenándola en la memoria para cuando la necesitamos. Estas representaciones son “mapas” internos que nos ayudan y guían.

Pero en ocasiones nuestra percepción no es del todo eficaz y ocurre lo que en psicología denominamos “distorsiones cognitivas” o errores de pensamiento. Estas distorsiones se producen porque la realidad es muy compleja y no siempre percibimos las distintas perspectivas, ni evaluamos correctamente las situaciones. Estos errores de pensamiento no son fáciles de detectar, a veces son tan automáticos que no nos damos cuenta, e interfieren de manera importante en nuestra vida diaria.

Algunas de las distorsiones cognitivas más frecuentes son:

Lectura de pensamiento. Consiste en creer que sabemos lo que sienten y piensan los demás, sin preguntárselo, sólo porque creemos saberlo.”Ayer invité a una amiga al cine pero me dijo que no podía venir, no me dijo porqué pero yo sé que es porque no le caigo bien y prefiere ir con otras personas”.

Personalización. En ocasiones creemos que todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene que ver con nosotros. Por ejemplo, llego una mañana al trabajo y mi compañera está seria, automáticamente pienso que estará enfadada conmigo por algo que pudo ocurrir el día anterior. No le pregunto y doy por hecho que estoy en lo cierto cuando puede ser posible que simplemente haya tenido algún problema de camino al trabajo, nada que ver conmigo.

Sesgo confirmatorio. Tenemos la tendencia a percibir y recordar las cosas para que “encajen” con nuestras ideas preconcebidas, para que nuestras teorías se vean confirmadas, sin prestar atención a lo que no lo hace. Pienso que alguien es torpe porque recuerdo que se ha caído varias veces, sin pensar que son más las que no lo ha hecho, las veces que no se ha caído.

Razonamiento emocional. Creemos en algo sólo porque lo sentimos así. Si alguien me hace sentir odio automáticamente pienso que esa persona es odiosa, o si una situación me ha hecho sentir miedo pienso que es porque esa situación da miedo, aunque a otras personas no se lo provoque.

Pensamiento blanco o negro. No existen los términos medios ni los grises. O soy una persona exitosa en mi trabajo o soy un desastre.

Etiquetas globales. Emitimos un juicio global sobre una persona en base a una característica, incluso sobre nosotros mismos. “Soy torpe”, es posible que me tropiece y caiga en muchas ocasiones, pero también son muchas ocasiones en las que no lo hago, y además nado muy bien, conduzco rápido y soy buena en matemáticas, ponerme la etiqueta “torpe” deja de lado muchísimas características y capacidades que tengo.

Estas son los errores de pensamiento más comunes, seguro que más de una vez os han ocurrido. Es posible que muchas veces no podáis evitarlos, son rápidos y automáticos, pero sí que se puede aprender a detectarlos, a ser conscientes y pararlos. Por eso, la próxima vez que os encontréis con alguno de ellos podéis dedicarles un minuto y darles la vuelta!

Psimebi
Centro de Psicología y Mediación PSIMEBI