Quema tus naves y desata tu potencial

Quisiera comenzar este artículo con una historia verídica que refleja la validez del principio que menciono en el título.

Corría el año 1519 y Hernán Cortés se encontraba en una encrucijada de proporciones gigantescas. Había utilizado todo su patrimonio para dar viabilidad a su gran empresa: conquistar Tenochtitlán, capital del imperio Azteca. Después de haber conquistado Cuba en 1518, sus hombres ya cansados de estar lejos de casa querían volver con sus familias. En la mañana del 16 de Agosto de 1519 se produjo un acontecimiento que alteraría el curso de la conquista y de la historia. Cortés ordenó a sus subordinados que quemaran las naves y que se adentraran en la isla de Antigua, ya que no había posibilidad de dar marcha atrás. El resto de la historia es de sobra sabida.

¿Qué enseñanza se puede extraer de este acontecimiento? La excelencia sólo es posible si estamos dispuestos a abandonar el puerto seguro de lo conocido para adentrarnos en el potencial ilimitado que reside en lo desconocido. Lo que diferenció a Cortés del resto de expedicionarios fue su habilidad y su visión inquebrantable e imperturbable sobre aquello que deseaba conseguir. Nada ni nadie podía frenarlo, sino había un camino disponible, sólo quedaba crear un camino nuevo que permitiera plasmar sus ideales.

Con esto obviamente, NO avalo la política ni la estrategia aplicada por Cortés, sino la aplicación práctica que posee el abandonar la zona de confort y seguridad para lograr una nueva concepción de uno mismo.

Si queremos realmente crecer y expandir nuestras mentes, tenemos que encontrar una nueva manera de hacer las cosas. Como decía Albert Einstein«Locura es hacer la misma acción una y otra vez esperando obtener diferentes resultados». Sin embargo, son pocos los que cambian sus hábitos y rituales para crear nuevos resultados satisfactorios y potentes. ¿Por qué se produce esto? La razón es que intentamos modificar los efectos y no las causas que generan el pensamiento, hábito o acción determinados.

Por poner un ejemplo gráfico: Imagínate que deseas estudiar más horas y que además éstas sean más efectivas. Sin embargo, no encuentras la suficiente motivación o energía para producir ese cambio y decides que la razón que induce esa falta de motivación es el desorden y la desorganización que hay en tu sala particular de estudio. La causa real, sin embargo, es tu falta de sueño y descanso, es decir, por mucho que intentes ordenar tu sala de estudio sino «atacas» la causa principal, de nada servirá el esfuerzo invertido.

Esto que acabo de mencionar es extrapolable a muchas áreas de nuestra vida. Remamos con todas nuestras fuerzas a contracorriente, perdiendo recursos, fuerzas y tiempo en el intento.

Es verdad que la idea de una transición drástica o un cambio abrupto puede producir cierto miedo y rechazo inicial. No obstante, hay momentos en la vida, en la cual, resulta preciso tomar una decisión vinculante que transforme totalmente la manera en que nos vemos a nosotros mismos, así como las nuevas aptitudes que estamos dispuestos a crear. ¿Cómo podemos dar consistencia y claridad al cambio que deseamos perpetrar? Ejerciendo el inmenso poder que nos otorga una decisión consciente.

Una decisión real no es como una preferencia, una posibilidad o un «voy a intentarlo». La palabra decisión viene del latín decisio cuyo significado se traduce como «incisión para cortar de». Una decisión es cuando nos decantamos hacia una posibilidad específica con la cual estamos comprometidos sin que nada superfluo pueda perturbar nuestro camino o visión. En la raíz de una decisión verdadera se encuentra un compromiso total con la nueva visión que deseamos crear y sustentar.

Una decisión consciente está compuesta de un enorme poder. Hemos podido comprobar a lo largo de la historia de la Humanidad como ciertas decisiones tomadas por personas con inquebrantable fe, fueron el acicate de grandes revoluciones, movimientos y perspectivas. Cuando Rosa Parks en 1955 decidió no levantarse de su asiento para cedérselo según el reglamento a una persona de «mayor estatus» que ella, esta «pequeña» decisión tuvo una implicación enorme en lo que posteriormente fue el mayor movimiento por los derechos civiles en EE.UU.

Lo mismo sucedió cuando un joven de 19 años decidió ponerse en frente de una fila de seis tanques en Tiananmen reivindicando la paz y el cese de la revuelta. Este pequeño acto trajo enormes implicaciones en la concepción de la sociedad china en ese momento.

Tenemos que tomar las riendas de nuestra vida para así poder crear la visión más excelsa que hayamos podido imaginar sobre nosotros mismos. En cada uno de nosotros reside la gran posibilidad de manifestar nuestros más profundos anhelos e ilusiones. Pero para ello tenemos que estar preparados para «quemar nuestras naves» y «nuestras provisiones» que nos mantienen en la ilusión de la comodidad, para así poder descubrir realmente el sendero del crecimiento que nos pertenece.

Un potencial ilimitado y expansivo está a nuestra disposición AHORA. ¿Nos adentramos en la isla?

«Una verdadera decisión se mide por el hecho de haber emprendido una nueva acción. Si no hay acción, quiere decir que no has decidido realmente».

– Tony Robbins

Andrés Cuevas
Humanista, Coach, Escritor y CEO en Semper Altius Coaching.