¿Cómo se generan los recuerdos en el cerebro?

La pérdida de memoria es uno de los primeros signos de envejecimiento. A medida que nos hacemos mayores, se produce lo que se denomina «deterioro cognitivo relacionado con la edad», que se caracteriza por la dificultad de recordar nombres o palabras o de localizar objetos. Son los olvidos comunes, que pueden afectar a la vida cotidiana.

Al margen del factor edad, existen otras situaciones que también pueden producir pérdida de memoria, como trastornos emocionales, abuso de drogas, demencias o determinados problemas de salud, como hipertensión, colesterol alto, algunas enfermedades hepáticas o menopausia.

En muchos de estos procesos, la pérdida de memoria es temporal y se va recuperado a medida que la enfermedad desaparece.

La alimentación también es muy importante; con suplementos como MEMORUP® de Máyla® Pharma, elaborado con ingredientes naturales, se puede potenciar la capacidad de concentración y mejorar la función cognitiva.

Además, su fórmula senior incorpora activos específicos para los déficits de memoria relacionados con la edad.

Otra herramienta fundamental es la estimulación de la capacidad de memoria a través de ejercicios. Pero ¿cómo funciona la memoria?, ¿dónde se almacenan los recuerdos?

Qué es la memoria

La memoria es la capacidad de recordar vivencias, sensaciones e informaciones almacenadas en nuestro cerebro a lo largo de los años. Esos datos se van acumulando en circuitos de neuronas que conectan distintas partes del hipocampo y que se van creando a medida que aprendemos e incorporamos nueva información.

Cuando se activa un grupo concreto de neuronas, se desencadena el mecanismo del recuerdo, pero hay investigaciones recientes que apuntan en otro sentido: según los últimos estudios del Instituto Tecnológico de Massachussets, la creación y recuperación de los recuerdos podrían ir por circuitos neuronales separados y no por una vía común.

Existen diversos tipos de memoria dentro de nuestro cerebro que actúan de manera simultánea. Una es la denominada memoria a corto plazo, que nos permite retener solo durante unos instantes números de teléfono, direcciones, etc.

Otra es la memoria a largo plazo, que nos ayuda a guardar información durante intervalos de tiempo más largos: días, meses e incluso años.

Otra clasificación hace una distinción entre la memoria semántica y la episódica. La semántica guarda la información sobre cosas que queremos recordar de forma consciente, como, por ejemplo, las materias estudiadas de cara a un examen.

La memoria episódica, por el contrario, es involuntaria, es la que hace aflorar recuerdos, detalles de paisajes, etc. acumulados sin darnos cuenta.

También existe la memoria procedural, que es la que nos permite realizar actividades aprendidas de manera casi automática, como ir en bici o conducir. Y otras tipologías importantes son la memoria asociativa y la olfativa.

Cómo mejorar la memoria

La posibilidad de recuperar recuerdos va a depender directamente de las causas que han provocado las pérdidas cognitivas, pero existen trucos para mejorar la memoria que pueden aplicarse de forma general.

La memoria se puede entrenar con ejercicios y reglas nemotécnicas, como asociar números con palabras que rimen o combinar estímulos visuales y auditivos.

Otros procesos que también ayudan a recordar son la meditación y gestos muy sencillos, por ejemplo, apretar el puño izquierdo durante unos 90 segundos y cerrar los ojos unos instantes.

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