¿Cómo afecta psicológicamente una mala visión?

De entre los 5 sentidos que tenemos los seres humanos, quizás uno de los más preciados es la vista, que nos brinda gran información sobre el entorno. A través de ella podemos ver a otras personas y percibir la forma, el tamaño, la distancia, el color, la dirección y el movimiento de las cosas que nos rodean, algo fundamental para realizar gran parte de las actividades diarias.

Esto ratifica la necesidad de mantener una buena salud visual, especialmente en el actual contexto marcado por el uso excesivo de los dispositivos electrónicos, como señalan los expertos en oftalmología.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el 50% de la población padecerá miopía en el año 2050. La miopía causa mala visión de lejos, debido a que el ojo no refracta correctamente la luz, y es un trastorno común que va al alza entre los jóvenes.

Por otra parte, el aumento de la esperanza de vida hace que también estén en aumento patologías oculares relacionadas con la edad, como las cataratas, que, tarde o temprano, especialmente a partir de los 60 años, todos acabamos desarrollando. De hecho, las cataratas constituyen la primera causa a nivel global de discapacidad visual. 

No cabe duda de que la pérdida de la visión repercute en muchos aspectos y se asocia a una capacidad funcional reducida, caídas, menor autonomía y una peor calidad de vida. Además, también afecta a la salud mental. Diversos estudios señalan que las personas con una mala visión tienen de dos a tres veces más probabilidades de sufrir depresión que las personas con una vista sana. 

Los problemas de visión dificultan las actividades de la vida cotidiana. Leer un libro, mirar la televisión, contar monedas, conducir, pasear o saludar a alguien conocido puede ser más complejo de llevar a cabo con una mala visión. Por ello, no es extraño que las personas afectadas puedan sentirse frustradas, molestas, tristes y desorientadas. 

Esto puede llevar a distintos grados de depresión, ansiedad, baja autoestima o aislamiento social. Al mismo tiempo, estos trastornos mentales pueden aumentar las probabilidades de que empeore la pérdida de la visión, por la tendencia en estos casos a recluirse y descuidar el cuidado físico y personal. De esta forma, la relación entre la salud mental y la visión funciona en ambos sentidos.

Consejos para mejorar los hábitos de salud ocular

La prevención es un aspecto fundamental para mantener una buena salud ocular. La pérdida y el deterioro de la visión se pueden frenar y controlar en muchos casos con un cuidado ocular adecuado y regular.

Haz vida saludable

La dieta equilibrada y el ejercicio físico favorecen la salud del cuerpo y también de los ojos, ya que evitan un deterioro precoz o daño acelerado de las estructuras oculares. Esto ayuda a mantener a raya factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, que influyen en muchas enfermedades de la visión.  

Protege tus ojos 

La exposición a la radiación solar sin protección no solo puede ocasionar quemaduras oculares, sino también propiciar, a la larga, patologías como las cataratas o la degeneración macular. Por ello, es importante proteger los ojos con gafas de sol. También son importantes las gafas protectoras en ciertos deportes o actividades profesionales y domésticas que puedan causar traumatismos y complicaciones oculares derivadas.  

Revisa la vista anualmente en el oftalmólogo

Muchos de los problemas de visión no presentan síntomas hasta que están muy avanzados. De esta forma, la única manera de detectarlos es revisar la vista anualmente en el oftalmólogo. Con un buen control, aumentan mucho las posibilidades de poder preservar la mejor visión posible.

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