Crisis migratoria: origen del conflicto entre culturas desde la Psicología

Los movimientos de población y los procesos migratorios conllevan una fase de adaptación al nuevo entorno. En la actualidad, la crisis migratoria en España, y la situación derivada de la misma, ha fomentado el aumento de las conductas violentas entre los propios inmigrantes. La condición de exclusión social en la que se encuentran, sumada a la frustración del “sueño europeo”, estaría estimulando estas conductas, vinculadas estrechamente con la defensa de los valores culturales.

La crisis migratoria en España se encuentra en una situación de “cuello de botella”. Los migrantes, en su mayoría de origen marroquí o senegalés, tienen como objetivo continuar hacia el centro y el norte de Europa para trabajar y mejorar sus condiciones. No obstante, se encuentran en una situación de “retención” temporal en los países frontera. 

La intervención de la Psicología Social Comunitaria es fundamental en estos casos, con el objetivo de reducir los enfrentamientos entre grupos de migrantes, derivados de la situación de exclusión social y las condiciones en las que se encuentran. 

El origen de esta inconformidad generalizada se encuentra en la propia situación de exclusión social. Según un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Barcelona (UAB) y el Instituto de Investigaciones Médicas del Hospital del Mar, la exclusión social puede llevar a la sacralización de los valores grupales, haciéndolos más similares a los valores sagrados (no negociables).

Esta investigación, publicada previamente a la crisis migratoria, se centró en la actividad neuronal, utilizando la neuroimagen para confirmar la relación entre el giro frontal inferior del hemisferio izquierdo del cerebro y la defensa de los valores culturales a un nivel más “radical”. 

Estos valores, denominados por los investigadores como “sagrados”, se perciben como no negociables y contienen un componente de identidad cultural. Estos se procesan a través de un razonamiento ético, basado en lo que se debe hacer, mientras que los valores “no sagrados” si están sujetos a negociación. 

A lo largo del estudio, los investigadores pudieron comprobar cómo la exclusión social tenía efectos notables a nivel neuronal y conductual. De esta forma, los participantes mostraban un aumento en la defensa de los valores más significativo que el que se producía previo a la situación de exclusión social, así como un incremento en la actividad del giro frontal inferior del hemisferio izquierdo del cerebro. 

Este descubrimiento podría explicar por qué en el presente se producen los conflictos entre los migrantes de origen senegalés y los de origen marroquí. La crispación, motivada por la frustración de no poder cumplir sus objetivos y por el sentimiento de no estar integrados en la sociedad con normalidad, genera estas disputas entre los diferentes grupos, sacralizando sus propios valores e identidad cultural y convirtiéndolos en un objeto que no está sujeto a negociación.

Este estudio fue realizado sobre un grupo de jóvenes marroquíes, pero sus conclusiones pueden aplicarse a cualquier otro grupo de jóvenes migrantes. De igual manera, los resultados pueden servir para brindar una atención avanzada a estos grupos, logrando un enfoque más efectivo.

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