Hay muchas personas que utilizan parches oculares, sobre todo durante la infancia. Su uso tiene propiedades terapéuticas y, generalmente, está prescrito para el tratamiento de dolencias oculares como la ambliopía, también conocida como ojo vago.
Gracias a los parches, podemos forzar el ojo afectado a mejorar su agudeza visual, al prescindir completamente del ojo sano. Los parches son, hoy en día, es el tratamiento más utilizado para tratar la ambliopía.
Los beneficios de utilizar parches oculares
Al realizar la oclusión del ojo vago, estamos entrenando la agudeza visual del ojo afectado por la ambliopía. Al no permitir que el cerebro deseche la imagen captada por este ojo, estimulamos las vías neuronales, mejorando con ello su capacidad visual.
El tiempo durante el cual debe ser utilizado el parche varía en función de cada caso. No obstante, con la mejora de la capacidad visual, se van reduciendo progresivamente las horas en las que debe ser llevado.
En cualquier caso, actualmente, la mayoría de oftalmólogos recomiendan el uso del parche durante apenas unas horas cada día. Si el tratamiento se realiza correctamente, la recuperación de la visión es total.
Con todo, para que el tratamiento funcione adecuadamente, es fundamental tratar la ambliopía en el momento preciso, normalmente alrededor de los siete u ocho años, durante la época de plasticidad cerebral. Si el diagnóstico se produce de forma tardía, la recuperación de la visión puede ser más lenta o incluso imposible.
Consejos para el uso de parches oculares
Una de las principales recomendaciones que se deben seguir cuando nuestro hijo utiliza un parche ocular es seguir el calendario y las pautas estipuladas por el oftalmólogo. De este modo, estaremos garantizando la efectividad del tratamiento, en tiempo y forma.
En cuanto a la frecuencia con la que debemos cambiar el parche, esta es variable, pero siempre estará en función del tipo de actividad que realice el niño. Así, si por ejemplo es verano, es posible que tengamos que cambiar el parche más de una vez al día. En cualquier caso, como mínimo, el parche debe ser cambiado a diario.
A la hora de retirar el parche, debemos tener cuidado de humedecerlo previamente para evitar posibles lesiones en la piel del niño. No es extraño que los parches oculares generen malestar en los pequeños, puesto que en ocasiones provocan irritaciones y pequeñas heridas en la piel. Por ello, también es fundamental que concienciemos a los más pequeños sobre la importancia de usarlo.
No obstante, en el caso de que percibamos alguna lesión alrededor del ojo, lo más aconsejable es pausar el uso del parche durante unos días, concretamente durante el tiempo necesario para que la herida se cure adecuadamente.
En algunos casos, es recomendable la utilización de alguna crema hidratante para prevenir o curar posibles irritaciones. Igualmente, en el caso de que el niño tenga la piel muy sensible, se puede probar a colocar el parche por encima de la gafa, aunque siempre existe el riesgo de que este mire por encima o por los lados del parche.
Una buena táctica para mejorar la efectividad del parche es fomentar que el niño realice actividades en las que debe realizar un esfuerzo visual como, por ejemplo, la lectura o incluso los videojuegos.