Estás de vacaciones en Jerusalén en un tour guiado y tu amigo comienza a actuar de manera extraña. En un principio, piensas que se debe al cansancio, pero cuando se proclama a sí mismo el profeta, te das cuenta de que algo va realmente mal. Es muy probable, que tu amigo tenga el Síndrome de Jerusalén.
Jerusalén es un lugar da gran importancia para muchas personas, especialmente para los seguidores del cristianismo, el judaísmo y el islam. Jerusalén es la Ciudad Santa, y los peregrinos acuden a ella todos los años para acercarse a su fe.
Síntomas del Síndrome de Jerusalén
Según los expertos estos son los síntomas del síndrome de Jerusalén:
- Ansiedad
- Impulso de salir del grupo y visitar Jerusalén por su cuenta
- Obsesión con la limpieza personal (darse baños y duchas frecuentes)
- Vestirse con una bata blanca hecha con una sábana
- Cantar o gritar versos de la Biblia o canciones religiosas
- Acudir a un lugar sagrado
- Pronunciar un sermón en un lugar santo, instando a las personas a una vida mejor
Aunque estos sean los principales síntomas del síndrome de Jerusalén, no debemos perder de vista que este síndrome, como la mayoría, se desarrolla gradualmente.
Al principio, la víctima puede comenzar a sentir síntomas de ansiedad, nerviosismo, así como insomnio. Al día siguiente, será cuando comience a separarse del resto del grupo y visitar lugares sagrados por su cuenta. Las víctimas pueden continuar llevando a cabo una serie de rituales de purificación, como por ejemplo, afeitarse el vello corporal y cortarse las uñas.
Además, quien sufre este síndrome puede acabar pronunciando sermones confusos o sin sentido y proclamar que la redención está cerca.
3 tipos de síndrome de Jerusalén
Basándonos en la experiencia clínica, es posible hablar de tres tipos de síndrome de Jerusalén:
Tipo I: Síndrome de Jerusalén superpuesto a una enfermedad psicótica previa
Este primer tipo incluye a aquellas personas ya diagnosticadas de psicosis antes de su visita a Israel.
Su motivación para viajar a este país está directamente relacionada con su condición mental y con la influencia que las ideas religiosas tienen en la persona.
A menudo, pueden existir ideas delirantes que les instan a viajar a Jerusalén y hacer “algo” allí. El tipo 1, además, puede dividirse en los siguientes cuatro subtipos.
Tipo I – Subtipo I: En este primer subtipo se da una identificación psicótica con personajes bíblicos: Las personas que se engloban bajo este subtipo se identifican fuertemente con los personajes del Antiguo o Nuevo Testamento o están convencidas de que ellos mismos son uno de estos personajes.
Tipo I – Subtipo II: En este caso, la identificación psicótica es con una idea. Las personas de este subtipo se identifican fuertemente con una idea generalmente de naturaleza religiosa (aunque también puede ser política) y llegan a Jerusalén para actuar sobre esta idea.
Tipo I – Subtipo III: Este subtipo consiste en tener ideas mágicas que hacen referencia a una conexión entre la salud y los lugares sagrados, en el sentido de que determinados lugares tienen poderes curativos. Como dato curioso, el famoso escritor ruso Nikolái Vasílievich Gógol, quien padecía de psicosis, tuvo una revelación que le sugería que visitase Jerusalén y recitase oraciones en lugares sagrados de la ciudad, para así, recuperarse de su enfermedad y poder comenzar a escribir de nuevo.
Tipo I – Subtipo IV: Este último subtipo consiste en problemas familiares que culminan en psicosis en Jerusalén. Este subtipo comprende a aquellos individuos cuya perturbación mental se expresa en términos de problemas familiares.
Tipo II: Síndrome de Jerusalén superpuesto y complicado por ideas idiosincráticas
El subgrupo de Tipo II involucra a personas con trastornos mentales, como trastornos de la personalidad o una obsesión con una idea fija, pero no tienen una enfermedad mental clara; sus ideas y pensamientos extraños no alcanzan las dimensiones delirantes o psicóticos. El tipo II se puede dividir, a su vez, en dos subtipos:
Tipo II – Subtipo I: Se aplica únicamente a individuos que pertenecen a un grupo. Por norma general, los miembros de estos grupos no son evaluados por psiquiatras o psicólogos, ya que, no son problemáticos, no ponen en peligro a terceras personas y no infringen la ley.
Tipo II – Subtipo II: Este subtipo es menos común, y teniendo las características anteriormente expuestas, se aplica a individuos solitarios. Un ejemplo podría ser el de un hombre alemán obsesionado con encontrar la religión «Verdadera». El examen psiquiátrico realizado, no reveló psicopatología.
Tipo III: Síndrome de Jerusalen – Forma discreta, sin antecedentes de enfermedades mentales
Este tercer tipo del síndrome de Jerusalén es el más fascinante, así como el más controvertido entre los expertos, puesto que aglutina a personas sin antecedentes de enfermedad mental, que son víctimas de un episodio psicótico mientras están en Israel (especialmente, mientras están en Jerusalén).
Este tipo no suele implicar alucinaciones visuales o auditivas. Los pacientes, además, saben quiénes son y no dicen ser otra persona y si se les pregunta, se identifican por su nombre real. Una vez ocurrido el episodio psicótico, se recuperan de manera bastante espontánea y una vez salen del país vuelven a la normalidad.
Por lo tanto, el Tipo III no está relacionado con otras psicopatologías. Dentro del tipo III del síndrome de Jerusalén no se distingue ningún subtipo, pero si se establecen tres criterios para su diagnóstico:
Los sujetos no tienen antecedentes de enfermedad psiquiátrica, no tienen episodios psicóticos previos, no tienen problemas significativos relacionados con el trabajo o la familia y no consumen drogas. En otras palabras, los sujetos se pueden definir como saludables y desprovistos de cualquier trastorno mental.
Los sujetos llegan a Jerusalén como turistas regulares, sin ninguna misión especial o propósito específico en mente. Por lo general, llegan con amigos o familiares, a menudo como parte de un grupo más grande.
Al llegar a Jerusalén los sujetos tienen una reacción psicótica aguda que se desarrolla en siete etapas clínicas identificables.
Las siete etapas clínicas del tipo III
- Ansiedad, agitación, nerviosismo y tensión.
- Afirman desear separarse del grupo o la familia y recorrer solos Jerusalén.
- Excesiva necesidad de limpieza y sentirse puros: obsesión por darse baños y duchas y cortarse compulsivamente las uñas.
- Preparación, a menudo con la ayuda de la ropa de cama del hotel, de una toga larga y hasta el tobillo, que siempre es blanca.
- La necesidad de gritar o cantar en voz alta salmos, versículos de la Biblia o himnos religiosos.
- Una procesión o marcha a uno de los lugares santos de Jerusalén.
- Dar un sermón en un lugar sagrado.
Tratamiento y recuperación del Síndrome de Jerusalén
Tal y como se ha comentado anteriormente, aquellos pacientes que padecen el tipo III del síndrome de Jerusalén, generalmente, vuelven a la normalidad en el transcurso de 5-7 días. Dicho de otra forma, se trata de un episodio de corta duración seguido de una recuperación completa.
La recuperación suele ser espontánea y no necesariamente debido al tratamiento. La mejora de los síntomas se ve facilitada por el distanciamiento físico del paciente de Jerusalén y sus lugares sagrados. En general, la intervención con fármacos no está indicada, aunque en algunos casos, pueden utilizarse tranquilizantes o melatonina en los casos de psicosis por jet-lag.
Como parte del tratamiento, también suele ser importante facilitar el regreso al grupo o el fortalecimiento de los vínculos familiares.
Para el resto de los tipos del síndrome, puesto que hay una enfermedad mental previa, deberá aplicarse un tratamiento u otro, dependiendo de dicha enfermedad mental.