Psicoterapia y Dimensiones Humanas de Relación

Un ser humano puede ser para otro ser humano un ESO o un TÚ; la naturaleza puede ser para el ser humano un ESO o un TÚ; el mundo puede ser para el ser humano un ESO o un TÚ. Los seres humanos han perdido la cualidad de su condición porque la actitud de relación, mayoritariamente asumida, se basa en un ESO.” (Buber, 1923)

Ir al encuentro unos de los otros es establecer relaciones de reciprocidad; esto es, relacionarnos desde un sentido profundamente igualitario. Se trata de un ámbito donde la vida puede proporcionar los medios adecuados para una mejor convivencia. La idea de comunidad necesita ser construida teniendo como punto de partida una nueva dimensión de relación entre los seres humanos. Se trata de un ámbito dialógico a través del cual renace el sentido de humanidad. Pero, el ser humano puede también escoger otras formas de relación, que se presentan en determinadas situaciones como igualmente necesarias.

La segunda alternativa nos lleva de encuentro al tipo de relación sujeto-objeto. Las actitudes que se asumen frente al semejante y frente al mundo, presenta modelos de mundo diferentes. Uno es el mundo de la relación YO-TU mientras el otro es el mundo del ESO. Son dos mundos, dos actitudes radicalmente distintas.

El ser humano hace de sí y para sí una o la otra. Sin embargo, surge una alternancia necesaria, inevitable y natural: viviremos más cerca de una que de otra, sin poder descartar una o la otra.

La actitud que va de encuentro a la relación YO-TU refleja proximidad para con el otro. Este encuentro simplemente sucede. Hay una voluntad implícita de carácter espontaneo de alguien querer entrar en relación con un otro alguien. De este encuentro se exprime el significado más profundo de nuestro vivir.

Es por este intermedio que se revela el sentido de solidaridad y de compromiso y desaparecen las peculiaridades y las contradicciones, al tiempo que se reconoce la necesidad y se abre la posibilidad de convivir desde la confianza, la honestidad y el mutuo respeto. Quien dice TU no tiene ninguna cosa por objeto. De hecho, quien dice YO-TU no tiene nada, pero sin embargo se encuentra en la relación. El YO también no existe en sí mismo, siendo apenas el YO de la expresión fundamental YO-TU o de la expresión YO-ESO.

En la relación según las reglas del ESO hay una clara distancia, determinada por los objetos y los objetivos. No es una actitud necesariamente negativa, pero está presa al reino absoluto de la causalidad. Este reino no necesariamente oprime al ser humano, a no ser que éste se confine a su absolutismo.

Solo quien se mueve en el espacio de la presencia del TU está apto para tomar las mejores decisiones, sin perder la libertad. El ESO es una actitud del ser humano frente al mundo a través del cual puede comprender, por ejemplo, los avances científicos y tecnológicos. Como se comprende es una actitud imprescindible para conocer e interferir en la realidad; es una actitud naturalmente humana sin la cual no es posible ni siquiera nuestra sobrevivencia. Pero, cuando es asumida de forma absoluta se vuelve destructiva.

En las actitudes humanas pautadas por las relaciones éticas y responsables el YO reconoce que su realidad esencial es la de relacionarse con el otro – TU, reconociéndolo en su alteridad. Para que la ética de lo inter-humano, del encuentro y la responsabilidad suceda, se hace necesario conocer al otro, relacionarse con él. Así la ética se vuelve el eje de las relaciones, donde la expresión fundamental YO-TU es proferida de igual manera.

Este es el principio de una ética establecida en la reciprocidad, donde el YO se dirige al TU en la forma de una dupla acción mutua, de una respuesta auténtica que se realiza en los encuentros de la existencia común. La relación se establece en el encuentro «cara a cara», en la presencia del otro, en el reconocimiento de la mutua legitimidad, en su totalidad y unicidad de abertura al encuentro.

Alteridad y reciprocidad son constantes en lo que refiere a las relaciones. La alteridad es diferencia y refiere a  la capacidad de colocarse en el lugar del OTRO para verlo desde la plenitud de su dignidad, de sus derechos pero, sobre todo, de su diferencia. Esto ayuda a comprender de que forma el YO puede dirigirse al OTRO y relacionarse con él de forma genuina.

La vivencia humana implica la acción recíproca que, lejos de menospreciar la singularidad, la valoriza. La totalidad del ser humano abarca el hecho de que el hombre es el SER a ser comprendido, y al mismo tiempo, denota el propio ser que comprende, que conoce y reconoce el sentido de su existencia. El hombre solo puede conocer su esencia en la relación con el otro, dirigiéndose a este desde y en su alteridad y fundamentado en los principios de la reciprocidad. Sin embargo, el hombre no puede vivir sin el ESO, alejándose de su humanidad quien solamente vive desde allí. La crisis se establece – para la humanidad – en consecuencia de ver el TU como un ESO.

El contexto psicoterapéutico actual, se depara con un individuo en extremo sufrimiento, que presenta grandes dificultades para relacionarse con el otro, no consiguiendo establecer un espacio de encuentro entre sujetos. Este hecho, por un lado ha favorecido un adormecimiento a larga escala del individuo, y por el otro, ha conducido a muchos a buscar en la psicoterapia una solución para el sufrimiento que emerge de ese mundo donde el sujeto no es reconocido, sino como mero objeto.

Así siendo, el proceso psicoterapéutico, además de seguir las técnicas que son propias de cada modelo, debe llevar profundamente en cuenta la calidad de la relación. Sin ese espacio dialógico de alteridad y reciprocidad que se revela como imprescindible en el establecer un buen vínculo terapéutico, el otro no se verá reconocido en su legitimidad de ser un legítimamente otro en el encuentro con otro, cerrándose cualquier posibilidad de éxito de la intervención.

Referencias bibliográficas

Buber, M. (1923) Eu e Tú. Lisboa: Paulinas Ed. (2003).

Redacción
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