Pensamiento Mágico: definición y características principales

¿Qué entendemos por Pensamiento Mágico?

A lo largo de nuestra historia personal, seguramente han existido momentos en donde nuestra imaginación adquiere protagonismo y podemos llegar a pensar en conclusiones que pueden tener cierto corte subjetivo o imaginario, a esto se le conoce como pensamiento mágico. Este tipo de pensamiento es una circunstancia humana que comúnmente presentamos durante la primera y segunda infancia.

Historia del Pensamiento Mágico

Cuando hacemos referencia a la historia del pensamiento mágico, los datos se remontan a más de 3000 años de historia, en donde su esencia sigue estando viva en algunos contextos culturales.

Los funerales, la medicina, los bautizos y otras practicas que hoy en día forman parte de nuestro acontecer diario, hace algunos centenarios eran un tanto diferentes, sin embargo en las modificaciones que se les ha agregado no se ha visto alterado su significado original: mejorar nuestra calidad de vida a través de la búsqueda de respuestas.

A modo de ejemplo, podemos catalogar de pensamiento mágico a aquellas creencias egipcias relacionadas con la reencarnación de los faraones o a la adoración de animales bajo la primicia de que pese a su condición terrenal, contaban con dotes espirituales superiores que los conectaba directamente con deidades todo poderosas.

En la actualidad existe un número cuantioso de religiones y prácticas de trasfondo esotérico las cuales están bien difundidas en diversos países de América, Europa y Asia, convirtiendo al pensamiento mágico como una especie de brújula o guía para tomar decisiones.

Este tipo de pensamiento está cargado de consideraciones, creencias y alegorías que dan respuesta a incógnitas personales. Ya sea por falta de conocimiento, miedo o costumbre. En cualquiera de los casos,  su objetivo es aliviar dudas, a veces hasta de carácter existencial.

Conceptualización de pensamiento mágico

El pensamiento mágico se relaciona directamente con la estructuración psíquica de un niño, de una persona creyente de actividades parapsicológicas, un aborigen o individuo que piense de forma primitiva o el producto cognitivo del estrago de alguna psicopatología.

A modo comparativo, se puede decir que este tipo de pensamiento tiene puntos de convergencia con el pensamiento abstracto, por la capacidad de crear argumentos partiendo de la conexión de vínculos y la desconexión parcial con el contexto inmediato.

Algunos autores consideran a ésta una herramienta efectiva con la que se puede tener dominio de sí mismo, disminuyendo los niveles de ansiedad y reaccionando de forma autoregulada hacia el sistema ambiental.

En otras palabras, pensar de forma mágica nos ayuda a lidiar con los problemas que tengamos a nuestro alrededor, sobre todo cuando se trata de adversidades que no pueden ser cambiadas aunque intervengamos directamente con el objetivo de mejorar la situación.

El pensamiento mágico empieza a convertirse en un problema, cuando su desconexión con la realidad empieza a ser notoria. Un ejemplo es lo ocurrido durante la presencia de un trastorno psicótico, esquizofrénico u obsesivo compulsivo.

Dimensiones del pensamiento mágico

Considerando las características que presenta este tipo de comportamiento, podemos categorizar el pensamiento mágico desde dos dimensiones:

La primera dimensión aborda lo relacionado a la analogía y el adualismo. En la segunda dimensión, el individuo trasciende de un pensamiento subjetivo, mágico o primitivo a uno científico, creando paulatinamente mayor escepticismo, hasta llegar a enfrentar sus creencias mágicas frente a la razón o pensamiento lógico.

Primera Dimensión: Analogía y Adualismo

Analogía

Se expresa a través de los principios de similitud y contagio. Podría traducirse como una “magia limitativa” en donde se le atribuyen poderes sobre naturales a objetos o personas.

Considérese poderes sobre naturales a aquellas facultades extraordinarias, ya sea leer mentes o  alterar el movimiento natural de objetos o acontecimientos. Básicamente es influir sin aparente explicación lógica sobre algo o alguien.

Siguiendo el mismo orden de ideas, Frazzer, elaboró el concepto de magia simpatética. Este explica que lo semejante atrae lo semejante y que aquellas cosas o personas que en algún momento tuvieron contacto, siguen ejerciendo influencia en la contraparte, aún en la distancia.

El adualismo

Enuncia que no existe una relación aparente entre lo que se piensa, se siente y se observa, por lo tanto se tiene una fiel convicción de que la creencia es lo más cercano a la realidad, pese a no existir una comprobación de hipótesis.

Este concepto es comparable con el principio de sincronización descrito por Jung, en donde el individuo relaciona una coincidencia con consideración del mundo. Por ejemplo, si una persona piensa en alguien y en el transcurso de ese mismo día ese alguien muere, la persona que lo pensó puede llegar a considerar que él tuvo algo que ver con el accidente, así sea indirectamente.

Segunda Dimensión: El Escepticismo

En la segunda etapa, el individuo transciende su estilo de pensamiento a uno predominantemente deductivo. Allí, se desarrolla el escepticismo y la razón vs la magia.

El escepticismo

Aunque parezca contradictorio, es un rasgo de aquellas personas que conscientemente no creen ni en el pensamiento mágico ni en la superstición, pero aún así acuden a ellos para disminuir la sensación de incertidumbre, angustia o estrés que estén padeciendo en un momento determinado.

Una característica fundamental de la condición humana es la constante búsqueda de placer y calidad de vida, es por este motivo que hará lo que sea necesario para que se cumplan sus expectativas, así tengan un basamento imaginativo.

Hoy en día, tomar en cuenta aspectos culturales señalados en los manuales diagnósticos y los cuales tienen influencia de pensamiento mágico, es un requisito para poder realizar un diagnóstico verdaderamente certero acerca de alguna patología mental. En caso de aplicar un tratamiento poco compatible con la enfermedad, podría haber una afectación superior a largo plazo.

Tener una estructura de pensamiento mágico puede ser una gran herramienta de trabajo para aquellas personas que viven del entretenimiento, porque es gracias a su creatividad que pueden ganarse la vida a través de idear experiencias con trasfondo imaginario o mágico.

Para aquellos que no conseguimos el sustento por medios artísticos o creativos, este estilo de pensamiento nos ayudaría a observar la vida con menos estrés, siempre que podamos mantener un equilibrio entre lo que realmente ocurre y aquello a lo que quisiéramos atribuirle la responsabilidad de nuestra vida.

Redacción
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