Entre el verano y la vuelta al cole, nuestra vida social aumenta y por tanto el número de personas nuevas que conocemos crece, en unos casos por placer y en otros por obligación.
En mi caso, estos últimos meses me han servido para observar la abundancia de personas con distorsiones en el autoconcepto.
Sí, seguro que conocéis sujetos, como los que voy hablar a continuación: personas que se creen pluscuamperfectas y que nunca pierden la compostura, las perpetuas ofendidas, esas personas que son capaces de justificar casi cualquier actuación propia porque “soy muy sensible” o aún más grave “me tienen envidia” y, por último, y el tipo de personalidad más reflejada en las siguientes líneas, esa persona que sabe tanto de cocina, como de arquitectura y psiquiatría.
Y a simple vista lo primero que se te ocurre, es decir, “que buena autoestima tiene”, “cuanto se quiere”, y puede ser cierto, se quieren, pero no quieren a su yo real, quieren la imagen que se han construido de sí mismas.
Estamos hablando de personas con un autoconcepto no ajustado a la realidad.
¿Qué es el autoconcepto? Es la imagen que una persona tiene sobre sí misma, las características con las que se identifica.
A partir de las opiniones que tenemos sobre nosotros mismos creamos la idea de cómo somos.
La creación del autoconcepto, es algo realmente trascendente ya que la manera en la que nos veamos a nosotros mismos influye en la forma en la que nos vamos a enfrentar a los demás y al entorno, definiendo tanto nuestra identidad personal como nuestra identidad social.
Consideramos que una persona tiene un autoconcepto distorsionado cuando la idea que tiene de sí misma, no se ajusta a la realidad o esta sobredimensionada, ya sea hacia el aumento de los aspectos positivos como a la extremada conciencia de lo negativo.
Hasta aquí lo que tienen en común los tres tipos de personas nombrados al inicio. Las próximas líneas dedicadas al “sabelotodo”.
El hecho de sobrevalorar nuestras capacidades y aptitudes, es un sesgo que nos lleva a asumir que somos más capaces o que sabemos mas de lo que realmente somos o sabemos.
Quienes son victimas de este sesgo, tienen una ilusión de grandeza al evaluar su competencia como superior a la media. Y, además, subestimar a los mas competentes.
Sobre este sesgo habla el articulo “inexpertos e ignorantes: como las dificultades para reconocer la propia incompetencia conducen a autoevaluaciones infladas “de los psicólogos Justin Krugger y David Dunning tras una investigación realizada en 1999, denominándolo efecto DUNNING-KRUGER.
Según el cual aquellas personas que valoran de forma demasiado favorable sus propias capacidades ya sean a nivel social o intelectual, lo que se conoce como superioridad ilusoria, tienden a ser aquellas que son mas incompetentes, ya que es prácticamente imposible saber de todo más que todos.
Kruger y Dunning afirmaron que la propia incompetencia les impedía darse cuenta de lo incompetente que eran, lo que se conoce como incompetencia inconsciente.
No son capaces de valorar sus propias habilidades y saber si lo están haciendo bien o mal.
La explicación a esto es relativamente sencilla: la ignorancia unida a una falsa creencia de superioridad, ciega a las personas y las impide ver sus propias limitaciones. Cuanto menos sabemos sobre algo mas tendemos a sobrevalorar nuestras verdaderas capacidades y menos conscientes somos de nuestras deficiencias.
Cuando empezamos a desarrollar una habilidad o informarnos sobre un tema novedoso, el aprendizaje es muy rápido, puesto que se parte del desconocimiento, y se progresa en poco tiempo, lo que hace que muchas personas se llenen de confianza y concluyan que sus capacidades son extraordinarias a pesar de que están en el inicio del proceso. Solo quienes continúan con su aprendizaje se dan cuenta de que seguir progresando no es tan fácil como al comienzo y que aun hay mucho trabajo por hacer.
Esto hace que paradójicamente los que mas avanzan sean quienes pierden su confianza y se sientan mas inseguros de sus capacidades. A medida que se continua en el camino vuelves a recuperar la confianza en tus habilidades.
Se puede concluir que solo hay dos opciones a la hora de enfrentarnos a este tipo de personas, reconocer que es un experto en la materia, algo que no puede darse en todas las materias, o que es un ignorante que ha leído una revista de medicina y se cree médico.El efecto Dunning-Krugger no solo prueba la conocida cita de Darwin “la ignorancia engendra mas confianza que el conocimiento”, sino por desgracia otra más contundente de Bertrand Russel “ gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”.