De pequeños nos enseñan aspectos básicos de la relación con los demás y el entorno. A no interrumpir las conversaciones, a decir “por favor”, a dar las gracias. A tirar la basura en la papelera, a cuidar los objetos, a guardar las cosas en su sitio.
Sin embargo, ¿quién recuerda que le enseñaran de manera consciente a relacionarse con uno mismo? A manejar nuestros pensamientos y emociones, a cuidar lo que nos decimos, a darnos autoamor. “¡Date ánimo, recuérdate lo valioso que eres, dite que te quieres todos los días!”. ¿Os suena? No os preocupéis si no. A mí tampoco.
Y es que cada uno de nosotros es la persona con la que más se relaciona a lo largo de nuestra vida. Según algunos estudios somos capaces de tener unos 60.000 pensamientos en un día, muchos de ellos sobre nosotros mismos.
Alguna persona que esté leyendo esto quizá se queje de que su pareja, madre, padre, jefe o ese amigo tan pesado le hable constantemente. ¡Pues seguro que se queda muy lejos de los 60.000 mensajes que te lanzas diariamente!
Por cierto, una pregunta: ¿habéis tenido alguna relación tóxica? No hablo exclusivamente del plano sentimental, también: un amigo, un compañero de trabajo, incluso alguien de la familia. Aunque claro, antes habría que definir qué es relación tóxica: según el psicólogo Bernardo Stamateas, autor del best-seller “Gente Tóxica”, una relación de este tipo es la que se mantiene con una persona que te limita, te hace sentir que vales menos de lo que vales, te usa como blanco de sus frustraciones, te culpa, te descalifica, te lanza sus críticas y quejas constantemente, te impone sus exigencias de manera excesiva, te…
Otra pregunta: ¿te haces todo esto de manera habitual? Si la respuesta es afirmativa, entonces sí: tienes una relación tóxica. Y es la peor de todas. Porque es con la persona con la que más tratas a lo largo del día. Contigo mismo.
Lo que cabría preguntarse ahora entonces es: ¿puedo cambiar la relación tóxica que mantengo conmigo mismo? La respuesta es clara y rotundamente sí, sí puedes. Pero necesitas motivación. La motivación es muy influyente para el cambio personal. Difícilmente vamos a cambiar algo que no queremos cambiar.
Y… ¿por qué vas a querer cambiar esa relación? ¿Para qué? Muy simple: para sentirte bien. Sin embargo, esto que puede parecer tan sencillo de asimilar, para tu Historial de Aprendizaje no lo es, ya que seguramente lo que has aprendido desde muy pequeñito, muy pequeñito, es a sentirte bien si hacías las cosas bien, y que para hacer las cosas bien poco importaba si te sentías bien o no, es más, si te equivocabas lo correcto era meterte mucha caña para sentirte mal y así “aprender”, para hacerlo bien la próxima vez. Vaya falacia. Hoy sabemos gracias al Condicionamiento Operante que el castigo no genera conductas exitosas. Y sin embargo, de esta errónea asociación nace tanta crítica, culpa y autoexigencia dirigidas hacia nosotros mismos.
Y es que hemos nacido en el Paradigma de la Deuda. Si te atas bien los cordones eres un niño muy listo, si estudias mucho el profesor te pondrá muy buenas notas, si te portas bien mamá y papá te querrán mucho, mucho, mucho… Hemos ligado desde enanos, cuando nuestro cerebro es una esponja absorbe estímulos, buena ejecución y buen comportamiento con el amor de los demás y, por asimilación, a nosotros mismos.
Es decir:
Paradigma de la Deuda
Hago las cosas bien –> Entonces me quiero –> Y me siento bien
Este paradigma configura un Historial de Aprendizaje que determina a su vez ciertos Patrones de Pensamientos y Comportamientos decisivos en la relación con nosotros mismos. La buena noticia es que, aunque el aprendizaje temprano sea tan importante: todo lo que se aprende se puede desaprender.
¿Y cómo sabemos que se puede desaprender? Porque conocemos personas que ya lo han hecho, que viven fuera de este paradigma, ¿y sabéis qué?, ¡son personas exitosas! No son hippies desarrapados viviendo en comunas, a no ser que entiendan que el éxito es ser un hippie desarrapado viviendo en una comuna, ¡que entonces magnífico! Por lo general, las personas que viven fuera del paradigma, consiguen vivir la vida que quieren vivir, y lo hacen porque éste es su secreto, el cambio de paradigma:
Me quiero –> Me siento bien –> Aumentan las probabilidades de que haga las cosas bien.
Hoy sabemos por infinidad de estudios psicológicos que la recompensa y el refuerzo sí que generan conductas exitosas, que las emociones agradables aumentan el rendimiento, que cuando no condiciono mi autovaloración a mis logros se incrementa mi resistencia (resiliencia) ante la adversidad y el fracaso, lo que conlleva volverlo a intentar o elegir otra dinámica de acción favorable, frente al inmovilismo consecuencia del percibirse como un fracasado a razón del fracaso.
Ahora, ya estamos llegando al final del artículo, y sé que estabas esperando un decálogo de claves para mejorar tu relación contigo mismo y, por ende, tu autoestima. Pero lo siento, no voy a darte más que una. Llámame mentiroso si quieres, no conseguirás que me valore peor ni que me sienta mal. Sólo voy a darte una porque quiero que las demás las encuentres tú. Y te aseguro que puedes encontrar más de diez, ¡muchas más!
Simplemente piensa en cómo te comportarías con alguien a quien no le pidas que consiga cosas para quererle. No sé si hay alguien así en tu vida: una pareja, un amante, un hijo… Si no lo hay imagina que existe. Cómo le hablas a esa persona, cómo actúas con ella, qué le dirías si falla o si fracasa, cómo tratarías de motivarla, cómo le demostrarías tu aprecio…
¿Habría gritos, o palabras amables? ¿Habría golpes, o habría abrazos? ¿Habría ira, o habría compasión?
Configura tú mismo el Nuevo Patrón de Pensamientos y Comportamientos que va a caracterizar la relación que tienes contigo. Ahora que tienes la clave, la única que yo te voy a facilitar, puedes liberarte de ese viejo y anticuado Sistema Operativo que es el Paradigma de la Deuda. Sólo tienes que insertar esta clave, y empezará el cambio.
¿Estás listo?
Adelante, mete la clave:
USUARIO: YO MISMO
CLAVE: AMOR INCONDICIONAL
¡Bienvenido al Nuevo Paradigma del Amor Incondicional!