El cerebro, esa masa de tejido nervioso responsable de los sentimientos, las emociones, la memoria y el pensamiento en general, es uno de los órganos más complejos (sino el que más) y del mismo modo un desconocido por todos quienes se atreven a dedicar su vida a estudiarlo y comprenderlo, cuando no curarlo y entrenarlo.
En todo caso, el cerebro puede ser considerado como otro músculo más que se puede entrenar, fortalecer, curar y enseñar a mejorar cuando algo dentro del mismo o por su funcionamiento se considera incorrecto, equívoco, puramente irracional o sin sentido.
Hay dos formas principales a través de las cuales es posible afrontar los problemas que esta parte del cuerpo ocasiona al ser humano. La primera de ellas, ampliamente conocida y tan extensa como la vida de todos aquellos que se dediquen a ella, es el estudio de la psicología que tras la licenciatura estándar obliga a los profesionales a especializarse con títulos de máster en psicología, trastornos conductuales y enseñanza de teorías psicológicas, con el fin de encontrar ese pequeño nicho en el que pueden especializarse y así ofrecer la mejor ayuda generalizada, para unos problemas concretos.
Pero de forma complementaria el cerebro y, en sí misma, la mente, no trabaja de forma exclusiva con teorías formuladas en base a distintos mecanismos de observación y ejercicios, sino que también puede aprovechar su entorno y beneficiarse de ello.
Cualquier caso que requiera ayuda psicológica o un tratamiento de revisión de la conducta, puede complementarse no sólo con la extensa teoría aplicable de forma práctica en todo tipo de ejercicios, sino también apoyándose en otros elementos más corrientes y asequibles para el paciente.
Alimenta tu mente
La alimentación es básica para conseguir cualquier objetivo y en lo que se refiere al cerebro también sirve como combustible. Los zumos de zanahoria y naranja, así como el sushi ayudan a potenciar el coeficiente intelectual, según un informe publicado en el British Medical Journal.
Sin embargo, el azúcar ha demostrado en varios estudios que puede motivar un encogimiento del cerebro hasta el 10%. Incluso el chicle puede ser favorable. Según un reportaje en la revista para hombres Men’s Health, mascar chicle aumenta la frecuencia cardiaca y, por tanto, otorga más oxígeno y glucosa al cerebro.
Entrena tu músculo
El entrenamiento físico del resto del cuerpo ha demostrado servir para mejorar la memoria, sobre todo cuando se trata de ejercicio aeróbico. Curiosamente otros estudios como uno realizado en la Universidad de Rochester en Estados Unidos, han demostrado que jugar a algunos videojuegos fomentaba el desarrollo de la imaginación.
Aunque no hace falta ejercicios extremos. Estudios psicológicos han confirmado que una rutina muscular como cerrar el puño un par de minutos, por ejemplo de la mano izquierda, activa de forma importante el lado creativo del cerebro (que se corresponde con el derecho).
Por tanto, la psicología para entender la conducta humana es importante, los estudios en este campo son imprescindibles, pero la vida que nos rodea y los beneficios de una alimentación sana y unos ejercicios bien determinados, pueden ayudar a motivar el trabajo continuado del cerebro y, con ello, encontrar más fácilmente una solución a problemas psicológicos que no consiguen resolverse por otras vías