Bullying homofóbico: Qué es y cómo evitarlo

La homosexualidad nunca fue una enfermedad

Apenas han pasado algo más de dos décadas, desde que se suprimieron las intervenciones psicológicas y psiquiátricas de carácter instrumental, basadas en la creencia de que la homosexualidad era una enfermedad mental.

Conocidas como terapias de conversión, se basaban en la nunca validada hipótesis de que en las personas con orientación sexual diferente, distinta a lo socialmente aceptable, existía un sufrimiento inherente a la propia condición, atribuyéndosele un porcentaje de curación que siempre ha tenido más de cínico que de ignorante y más de dogma que de evidencia científica.

Hoy ya no se practica la perversa terapia de reorientación sexual. El concepto de anormalidad, en el que se sustentaba, hace tiempo que saltó por los aires. Ningún psiquiatra prescribe terapias de aversión en base a la administración de electroshocks o de inyecciones de adrenalina para provocar situaciones de miedo extremo, manipulando imágenes de sexo homosexual.

Como ven, se trataba de tratamientos muy cercanos a la tortura, cuya finalidad era conseguir una confesión de conversión. Afortunadamente, en las cloacas de las suposiciones machistas y supremacistas, de las actuaciones injustificables, han quedado estas ideas y totalmente desprestigiadas sus prácticas.

Sin embargo, y al igual que ocurre todavía con las personas de color o con los discapacitados, la homosexualidad sigue siendo caldo de discriminación. En nuestra cultura, como en otras, y en los sistemas educativos que las desarrollan, la erradicación de las conductas discriminatorias y vejatorias hacia aquel diferente es una asignatura pendiente, no superada, que en demasiadas ocasiones se manifiesta en forma de acoso escolar, de bullying homofóbico.

En nuestra sociedad neoliberal la tendencia a la inclinación supremacista adquiere nueva fama.

¿De qué hablamos cuando hablamos de bullying homofóbico?

La homofobia es una conducta que describe rechazo, miedo, repudio, prejuicio, persecución y discriminación hacia mujeres y hombres, niñas y niños que se reconocen a sí mismos y a sí mismas como homosexuales.

La homofobia no es en sí misma una fobia. Mientras que las fobias son emociones motivadas por el miedo, la homofobia está estimulada por el odio. En algunos casos se manifiesta de forma moderada, mediante sensaciones corporales de repulsión, incomodidad psicológica, en otros casos, o por evolución, se convierte en un fenómeno capaz de manifestarse a través de alteraciones motrices en forma de insultos, vejaciones y agresiones.

Los jóvenes homosexuales sufren más situaciones de discriminación y acoso en los entornos educativos que sus pares heterosexuales. Son quienes peores experiencias tienen en ámbito escolar, y quienes más se alejan de los mismos por sentimientos de inseguridad.

En general la atmósfera más inhóspita para estos jóvenes la provoca el uso de lenguaje homofóbico. El lenguaje discriminatorio es nocivo, divide a la sociedad y fomenta el odio social, la violencia física, psicológica y simbólica. Las expresiones discriminatorias no están protegidas por el principio de libertad de expresión. Las palabras son pensamientos y el pensamiento lenguaje. No es compatible emplear palabras inadecuadas y tener un pensamiento adecuado.

El bullying homofóbico tiene un alcance amplio y resulta muy negativo para la salud mental. Los conflictos psicológicos experimentados por sentimientos de aislamiento, de no pertenencia y de culpabilidad que genera la exposición de una persona a conductas intimidatorias intencionadas, suelen ser muy difíciles de superar.

Existe evidencia de que, entre los varones homosexuales, que son quienes sufren mayor carga de acosos homofóbicos, el riesgo de depresión, aislamiento y suicidio es muy preocupante. Conforme a una información ofrecida por Amnistía Internacional, casi un 43% de quienes sufren acoso homofóbico transitan por las ideas de suicidio. Entre las niñas y adolescentes homosexuales acosadas, el riesgo más frecuente es el de la autolesión.

Cómo abordar el problema del bullying homofóbico

Aunque el bullying homofóbico está lejos de ser un fenómeno erradicado, algunas medidas concretas implementadas en los entornos académicos ayudan a disminuir considerablemente su impacto.

Las alianzas entre jóvenes homosexuales y heterosexuales desactivan a aquellos que acechan a quien decide manifestar abiertamente sus preferencias personales en relación con el amor y el sexo. Las acciones curriculares inclusivas favorecen el respeto y la tolerancia a la diversidad.

Una educación afectiva y psicosexual, que desarrolle el respeto a la diversidad y la tolerancia de las diferencias desde edades temprana, es la condición más necesaria para generar la conciencia de igualdad imprescindible para superar las situaciones de acoso homofóbico y, por ende, de cualquier otro tipo de discriminación. Paralelamente, la realización de iniciativas extensibles a la edad adulta permitirá una mejor construcción social de la sexualidad.

Se necesita que, entre todos, analicemos y reflexionemos sobre esa cultura heterocentrista, que prima la absurda creencia de que la heterosexualidad es una condición humana superior

Recomendaciones para adolescentes

Habla con tus padres y profesores, cuenta abiertamente lo que te está ocurriendo.

Haz lo mismo si eres testigo de situaciones de acoso. Tener un papel de mero espectador te hace cómplice del maltrato.

Apoyarte en buenos amigos es un buen plan para contrarrestar las situaciones de acoso en el entorno educativo.

Si te sientes capaz de hacerlo, solo si te sientes capaz, será necesario ignorar la intimidación por parte del agresor, de forma asertiva, pero sin ignorar los posibles peligros que estés corriendo. Tu seguridad es lo más importante.

En los casos de acoso violento y agresivo, deberás acudir a las autoridades y denunciar las agresiones. Existen unidades especiales de policía para este tipo de problemas.

Las intimidaciones a través de medios tecnológicos electrónicos deben ser igualmente denunciadas, no lo ocultes a tu familia en ningún caso.

Blas Ramon Rodriguez
Psicólogo, experto en medicina psicosomática y psicología de la salud.