La infidelidad, una ruptura de códigos

“Yo amo a mi novia y quiero que tenga una gran sexualidad. Y por otro lado, yo no quiero ser el único proveedor de su satisfacción sexual. Eso es una gran responsabilidad, un trabajo demasiado arduo. Mejor compartirlo. Y te aseguro que es exactamente lo que pienso”.  Rafael Santandreu. Psicólogo y escritor.

¿Cuántos os habéis llevado las manos a la cabeza con estas palabras? ¿Cuántos habéis pensado, este hombre no lo dice en serio? Pues, parece que sí.

Y es que la infidelidad, ya no es lo que era. Por supuesto que siempre ha existido, pero todo indica a que está creciendo a pasos agigantados.

En el 2018 el portal Ashley Madison, el Tinder de los casados, aseguraba que España es el país más infiel de Europa y el quinto a nivel mundial.

¿Y si ha llegado el momento de replantearnos qué supone la infidelidad y cómo la afrontamos?

Hace unas semanas una persona manifestaba en consulta “si mi pareja me ha sido infiel significa que no me quiere, no puedo perdonarle, no por la infidelidad, sino porque ya no me quiere.”

A lo que respondí: “Entiendo, que das más peso a la falta de amor de tu pareja, que al acto sexual fuera de la relación”

Antes estas palabras esta chica de no más de 30 años, independiente tanto económica como emocionalmente, me miró con cara de asombro, balbuceo… y preguntó “¿no va unido?”

Es aquí, donde necesitamos cambiar la forma con la que miramos la infidelidad.

La infidelidad lleva detrás muchos factores, pero no necesariamente una falta de amor hacia la pareja.

Existen diferentes tipos de infidelidades que surgen ante distintas necesidades no cubiertas:

Infidelidad sexual: consiste únicamente en el acto sexual, sin carga afectiva ni implicación emocional.

Infidelidad afectiva o romántica: es el tipo de infidelidad que mayor ruptura de valores supone en la pareja. Aquí no hablamos solo de sexo, hablamos de atracción, de complicidad, de sentimientos…. Es la ruptura de los pilares de la relación de pareja en todas sus modalidades, a excepción de si se practica el poliamor.

Infidelidad directa: la persona planea ser infiel, es posible que no tenga claro con quien, pero sí su objetivo.

Cuando alguien se apunta a un portal como Ashley Madison, que su función es facilitar relaciones extramatrimoniales, la infidelidad se considera planificada y directa.

Infidelidad indirecta: no existe una intención inicial de ser infiel, la infidelidad se produce de forma irracional y repentina. En estos casos el arrepentimiento de la persona infiel está casi garantizado.

En nuestra sociedad tenemos una confusión terrible sobre la fidelidad e infidelidad, dándole el poder de romper una pareja. No es así, las relaciones no se finalizan por una infidelidad, se rompen por falta de amor, de ayuda, de alegría, de cuidado… y sí, es posible, que el anhelo de esto lleve a mantener relaciones fuera de la pareja, pero no es el acto en sí lo que la rompe.

¿Y el compromiso, dónde está el compromiso? Por supuesto que es uno de los pilares fundamentales de las relaciones.

Siglo XXI, divorcios, segundas formaciones familiares, poliamor, parejas abiertas… ¿seguro que todos nos comprometemos con lo mismo?

La ruptura del compromiso duele, la ruptura de lo pautado, de las expectativas de futuro…Mantener relaciones fuera de la pareja por sí solo no dice nada, es grave cuando la relación ha sido planteada en torno a la exclusividad, cuando entre ambos se ha llegado a ese acuerdo, de la misma forma que se plantea hacer separación de bienes o dormir en camas separadas.

La infidelidad duele depende de los códigos creados en la pareja.

Si la relación fue planteada desde sus inicios bajo un vínculo emocional y/o sexual exclusivo, entonces la ruptura de ese código, duele, duele mucho, conectando con el desamor y heridas subyacentes, el rechazo, la humillación, el abandono, la traición…

Pero este no es el único código necesario a pautar en una pareja: no acostarse enfadados, llamar si se va a llegar tarde, celebrar aniversarios, periodicidad de las escapadas románticas, importancia de los detalles, roles… En definitiva, todo lo que no se establece en los inicios no se puede exigir en el paso de los años.

Necesitamos una visión mas amplia de las relaciones de pareja, no basada únicamente en el amor eterno.

Sara D. Rodríguez
Licenciada en Psicología y Criminología.