Un chispazo de magia
El amor a primera vista es una chispa de atracción súbita, de gran intensidad, que lanza, en un viaje estratosférico, la imaginación y la fantasía de quien ansía una relación amorosa.
Este evento ejerce gran fascinación, quizá porque la búsqueda del amor es trabajosa y riesgosa, con alto potencial de frustración, rechazo e incertidumbre. Si todo este trabajo pudiera hacerse en un solo instante, y como por arte de magia, nos ahorraríamos una gran cantidad de disgustos y de estrés emocional.
Hollywood se ha encargado de presentarnos el amor a primera vista como algo normal para las personas “cool” y de rodearlo de glamour y romanticismo.
Ya desde la antigüedad se pensó que el dios Cupido, hijo de Venus y de Marte, era el causante de este fenómeno, con sus flechas que causaban “la herida” del amor sobrevenido en un instante, unas veces con tonos de feliz romance y otras veces de agoreras tragedias. La historia de la literatura está llena de flechazos, súbitas iluminaciones sobrecogedoras de amor romántico.
Difícil de estudiar científicamente
El amor romántico es posible estudiarlo científicamente. Pero los pocos investigadores que se han atrevido a abordar el tema del amor a primera vista han identificado un obstáculo que hace muy difícil su trabajo de investigación.
Se trata de que tenemos la tendencia a recordar solamente los flechazos que han fructificado en una relación. Esta selección de recuerdos crea un sesgo en la memoria que hace muy difícil estudiar este fenómeno de una forma científica. Al parecer, tenemos esos chispazos muchas veces, pero sólo los recordamos como amor a primera vista cuando evolucionan hasta llegar a una relación estable y mutua.
Atado al atractivo físico y más común en el sexo masculino
Otro hecho comprobado es que la experiencia que llamamos “amor a primera vista” está muy ligada al atractivo físico. Un estudio encontró que las probabilidades de sentir amor a primera vista se multiplican por nueve si el objeto del flechazo posee un gran atractivo físico.
Quizá por esto lo experimentan más comúnmente los hombres que las mujeres, dado el carácter más visual de la sexualidad masculina.
Recordamos sólo los flechazos que prosperan
No obstante lo dicho, la experiencia del amor a primera vista es tan común que alrededor de un 60% de las personas recuerdan haberla tenido.
La alta frecuencia de esta experiencia, combinada con la forma selectiva de recordarla, parece insinuar que muchas personas han tenido múltiples experiencias que se sienten como “amor a primera vista”, pero han olvidado las que nunca progresaron más allá del flechazo inicial.
El flechazo mutuo es menos común
Otro fenómeno identificado por los investigadores es que, en un alto porcentaje, la experiencia del amor a primera vista no es mutua, sino unilateral, experimentada por una persona que no es correspondida.
El llamado “amor a primera vista” no completa ni siquiera la primera etapa del amor, que podemos llamar encantamiento, y por eso no podemos decir que sea verdaderamente amor. Es solo un evento dentro de un proceso que está encaminado hacia la formación de una relación o, por el contrario, a desaparecer en el olvido.
En hemos explicado las cuatro etapas del amor. La experiencia llamada “amor a primera vista” ocurre dentro de esa primera etapa de encantamiento que, a menos que seamos extraterrestres, nos es perfectamente familiar.
Esta etapa inicial está seguida de la vinculación formal, la paternidad y, finalmente, el amor maduro cuando los hijos llegan a la edad de independencia.
Para que un sentimiento pueda llamarse amor, debe incluir, además del encantamiento, la conexión emocional profunda y el compromiso. Dado que el llamado amor a primera vista no llega ni siquiera a completar la etapa del encantamiento, no podemos propiamente llamarlo amor.
Espero no haberte desilusionado, pero el “amor a primera vista”, como experiencia sublime, es más una ficción de Hollywood y de la literatura que una realidad que podamos desear para nosotros.