En estas fechas es casi imposible no plantearse la cuestión de las comidas navideñas, cenas de empresas, reuniones con amigos y familiares (casi siempre acompañadas de comidas o aperitivos)… Por ello, vamos a ver cómo nuestra cabeza puede ayudarnos a no cometer los excesos de los que luego podemos sentirnos culpables o arrepentirnos.
Los psicólogos pueden ayudarte en muchas áreas, empezando por ayudarte a darte cuenta que tienes un problema alimenticio (si es que lo tienes), mejorar la adherencia a una dieta, con trastornos de la alimentación… pero en este caso vamos a tratar de dar simplemente algunos consejos para que nuestra cabeza le gane la batalla al estómago.
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- En primer lugar tengo que saber ¿Por qué quiero controlar mi comida? y también ¿Realmente lo necesito? Responder a estas preguntas nos ayudará a estar motivados y concienciados de lo que queremos cambiar y sobre todo del por qué de ello.
- En segundo lugar ¿Qué quiero conseguir? Necesito tener los objetivos claros, tienen que ser realistas pero desafiantes, es muy importante que tenga un plan de acción para llevarlo a cabo y me organice diferentes tipos de objetivos a corto, medio y a largo plazo.
- Puedo consultar a un nutricionista o a algún profesional para que me aconseje que alimentos ingerir y cuales evitar si no se cómo hacer.
Hasta aquí hemos hablado a grandes rasgos y en aspectos generales de por dónde podemos empezar a tomar las riendas de este asunto, pero lo que muchos buscamos son respuestas breves y sencillas a las preguntas que tenemos, por eso os dejamos estos “tips” a la hora de sentarnos en la mesa para mejorar nuestros hábitos alimentarios:
- La expresión “se come por los ojos” es muy cierta, ya que nuestro cerebro está preparado para detectar qué alimentos nos son provechosos y cuáles no, y la forma más fácil que tiene es mediante los sentidos de la vista y el olfato. Tenemos que ser conscientes de esto para no dejarnos llevar por esas ganas irrefrenables de comer cuando vemos u olemos algo con muy buena pinta.
- ¿Realmente tengo hambre? Uno de los problemas es que muchas veces comemos “por hacer algo”, es decir, ya que han puesto ese plato de papas en la mesa pues cojo, pero muchas veces comemos y no tenemos ni siquiera ganas de comer.
- Derivado del punto anterior, viene el problema del picoteo. Cuando pico algo, ¿Sé realmente la cantidad que he comido?, en el 90% de los casos no. Además normalmente los aperitivos no suelen ser productos muy sanos, solemos picar fritos o cosas similares con altos contenidos calóricos. Por todo ello es muy importante controlar qué y cuánto “picoteo”.
- Cuando nos servimos en nuestro plato la comida, tenemos que recordar lo que hemos dicho de que comemos con los ojos. Si yo me pongo el plato hasta arriba mi cabeza muchas veces no se da cuenta y nos comemos todo el contenido sin pensarlo, en cambio si yo me sirvo medio plato y al finalizar me quedo con hambre, tengo la posibilidad de repetir si lo necesitase.
- Otro pequeño truco que podemos usar para engañar a nuestro cerebro es utilizar platos más pequeños, con lo que las porciones que sirvamos parecerán más grandes al compararlas con el plato y nuestro cerebro sentirá que es más fácil saciarse.
- Por último, si yo me dedico a comer como una máquina sin procesar lo que estoy ingiriendo, mi cabeza no se da cuenta y no tendré tanta sensación de saciedad. Por ello, es bueno ser consciente de lo que voy comiendo, si me he servido cierta cantidad de esto o de aquello, si cojo cucharadas a rebosar o más pequeñas, si engullo o mastico bien las cosas…
- Este es otro consejo, si mastico bien, obtengo al menos 3 beneficios, por un lado facilitaré luego la digestión y absorción de nutrientes, y por otro lado me hago más consciente de lo que estoy comiendo, tanto de la cantidad como de los sabores, textura y demás cualidades. Finalmente, al masticar más rato, tardo más en volver a ponerme comida en la boca y eso conlleva a que como menos ya que le estoy dando tiempo a mi sistema a que de la señal de que ya se ha saciado y ha comido suficiente.
Con todos estos consejos, sólo nos queda empezar a ponerlos en práctica y aprender a disfrutar de la comida sin cometer excesos de los que luego nos arrepentiremos.