Aproximadamente la mitad del aporte total de nuestra dieta diaria (50-60%) debe proceder de la ingesta de los hidratos de carbono complejos (nutrientes que nos proporcionan energía y se encuentran en alimentos como cereales y derivados, tubérculos, legumbres…).
De este aporte nutricional, según las recomendaciones dietéticas más actuales de la Organización Mundial de la Salud (OMS; 2015), se aconseja que como máximo el 10% de nuestra ingesta total diaria (o idealmente inferior a este porcentaje) sea en forma de hidrato de carbono simple o lo que se conoce comúnmente como azúcares libres.
Esta denominación de azucares libres contempla aquellos que están presentes en los alimentos fabricados o procesados (snacks, chocolates, dulces, pasteles, bollería, etc), excluyendo las frutas y las verduras enteras frescas y la leche y derivados que contienen azucares contemplados como azucares intrínsecos y por tanto, no catalogados de la misma manera que los azucares libres en cuanto a consecuencias sobre nuestra salud.
El consumo de azúcar en España
Entorno a estos antecedentes teóricos, la realidad que reflejan los estudios científicos recientes es que las cifras del consumo medio diario de azúcares libres en adultos en España son de alrededor de 90g, ¡cantidad que representa más del 15% de la ingesta total diaria! Es decir, la realidad que indica este dato es que los españoles seguimos patrones de consumo muy superiores a las recomendaciones descritas por la OMS.
¿Qué está sucediendo o qué motivos pueden explicar este elevado consumo de azúcar? ¿Por qué el azúcar está tan presente en la dieta de los españoles? Para dar respuesta a estas u otras cuestiones, podemos decir que:
- los españoles tenemos una tendencia al abuso de alimentos ricos en azúcares por su fácil disponibilidad.
- las industrias alimentarias y campañas comerciales se encargan de inducir este elevado consumo entre la población, especialmente aquella que es más vulnerable como los niños y adolescentes.
- la presencia de los profesionales en los centros sanitarios para luchar contra esta realidad no es suficiente.
Pero ¿Y nuestro cerebro? hoy nos centraremos en la idea que da lugar al titular de este artículo y que desde hace miles de años es más que archiconocida: nuestro órgano más complejo es bien sabido que es una unidad única glucodependiente, es decir, necesita el azúcar como sustrato energético para su correcto funcionamiento en nuestro organismo.
¿Qué provoca en nuestro cerebro el azúcar?
Cuando consumimos un alimento rico en azucares simples como por ejemplo una bebida azucarada, un dulce o bollería o bien un snack de chocolate, nuestro cerebro genera o libera unas sustancias llamadas endorfinas que son capaces de hacernos sentir una sensación de placer permanente.
Así pues, algunos alimentos con alta palatabilidad, altos en calorías y ricos en azúcares se ha visto que pueden tener un potencial adictivo hasta el punto de aparecer una dependencia psicológica muy distinta a la dependencia fisiológica conocida por todos.
Conducta adictiva
La presencia de una adicción se caracteriza por la conducta o comportamiento de la persona adicta totalmente condicionado o subrogado a la dependencia por aquello que le reporta un “enganche”, ya sea el azúcar, la comida, el alcohol o las drogas.
Conductas de pérdida de control en el acto de comer o en determinados alimentos ricos en azucares o bien, comportamientos alimentarios de ingesta compulsiva que tienden a cronificarse pueden ser indicadores de un patrón similar a la adicción o de representar un paralelismo con la dependencia de sustancias.
Es en estos casos cuando conviene reflexionar y pararse a pensar qué causas explican esta realidad para valorar si existen áreas vitales que no marchan bien o qué focos existen que nos generan malestar y una relación poco sana con la comida y poco equilibrada.
La importancia del contexto psicológico
Sea de un modo u otro, a día de hoy no podemos afirmar quizás que en estas situaciones exista una adicción al azúcar libre pero sí que podemos manifestar el riesgo de salud que comporta la ingesta excesiva de azucares en la ganancia de peso o en la salud de nuestros dientes.
Pero aún más a tener en cuenta es la importancia de identificar y detectar aquellos procesos psicológicos ligados a cada persona que también pueden explicar causas o motivos muy valiosos de estas situaciones que comportan el elevado consumo de alimentos ricos en azúcares libres que se está haciendo.
Así pues, a modo concluyente, es de vital transcendencia conocer tanto los factores sociales, culturales como los factores dietéticos y psicológicos ligados al consumo de algunos alimentos concretos, en este caso, a los alimentos azucarados.