Hace pocos días, hablaba de este tema con una amiga y ella me decía ¿de verdad escribirás sobre la autoestima y la empatía juntas, con todo lo que hay que decir de cada una por separado?
Y tiene razón, se han escrito tantas cosas sobre la autoestima, y tantas otras sobre la empatía, que quizás pudiera parecerte que ahora leerás más de lo mismo, pero lo cierto es que quiero mostrarte otro punto de vista, en el que autoestimarte adecuadamente hará que desarrolles tu forma de empatizar con los otros, a la vez que ponerte en su lugar de vez en cuando, comprenderlos y ayudarlos, reforzará la valoración que haces sobre ti mismo.
La autoestima
La autoestima es baja o adecuada, pues “tener una alta autoestima” es un término que aunque se refiere desde el sentido común, no cuenta con aceptación por parte de los especialistas, para ellos dicha frase tiene más que ver con el narcicismo, que se aleja también de autoestimarse adecuadamente.
¿Cómo sé si me valoro y estimo lo suficiente? Podría darte mil respuestas, elijo algunas que rara vez fallan:
- No compites con los demás para tener mejor apariencia, mejor trabajo, mejor auto, experimentas el éxito como una sensación real, alejada de las banalidades y las apariencias efímeras.
- No tienes miedo a emprender nuevas ideas, te sientes con la total capacidad para asumir retos, sabes que debes prepararte y esforzarte, y lo lograrás.
- Eliges espacios y compañías saludables, que aporten a tu desarrollo personal, eliminando todo lo tóxico que hay a tu alrededor.
- Miras la vida con el ojo optimista, consciente de que las dificultades siempre estarán, pero tu buen humor y tu energía, te ayudarán a eliminarlas o lidiar con ellas.
Una autoestima saludable, muestra una persona segura de sí misma, confiada y alejada de todo lo que traiga sabor a frustración, elemento vital para estar dispuestos a comprender y ayudar al otro situándose en “sus zapatos», lo que conocemos generalmente como empatía.
Cualidad-competencia-característica-etc… que constituye el tema preferido de tantas personas, profesionales o no, independientemente de su especialidad, un tema que parece una “verdad de Perogrullo”, que a fuerza de ser tan repetida, no nos queda duda de lo que es, pero que sin lugar a dudas se ha convertido en una enfermedad social.
Goleman, conocido psicólogo estadounidense autor del Best Seller Inteligencia Emocional, definió que “la conciencia de uno mismo es la facultad sobre la que se erige la empatía, puesto que cuanto más abiertos nos hallemos a nuestras propias emociones, mayor será nuestra destreza en la comprensión de los sentimientos de los demás”; a pesar de que no lo comuniquen con palabras.
Pudieras pensar: ¡no tengo que tener una autoestima adecuada para conectar emocionalmente con los demás!, y tienes razón, pero…conocerte a ti mismo es el primer paso para poder aceptarte, y cuando te aceptas como eres te acercas a quererte y valorarte, y esto es la autoestima.
Son las competencias emocionales las que definen éxito (genuino y logrado), más allá del CI, eso ha quedado demostrado en las últimas décadas, a partir de investigaciones y testimonios reales de personas “inteligentes” académicamente que “no consideran merecer” ser empleados de otros con menos “brillantez” intelectual pero que no tienen problemas a la hora de establecer relaciones sociales e influir en los demás.
La falta de empatía logra lo mismo que una autoestima disminuida y otra narcisista
1. Necesidad imperiosa de competir con el otro para demostrar un “soy más valioso”, no solo imposible de lograr, sino también de creer, hasta para quién se quiere convencer de ello.
2. Negación del rol social permaneciendo esclavos de un individualismo cuasi- enfermo, en el afán cada día más lejano, de lograr la realización personal que se necesita para llegar a “quererse como uno es”.
¿Cuántas veces has herrado en tu relación de pareja, con tu hijo, con tus padres, amigos o colegas tras el escudo de “proteger tu autoestima pensando más en ti”?
Pasar por encima de los sentimientos de los demás, no intentar comprender lo que motiva su comportamiento o sus afectos, permanecer sordos a las emociones ajenas no es solo una terrible falta de empatía, es también muestra de una necesidad egoísta de “no perderme en el otro, navegando en las aguas turbias de sus problemas, a fin de cuentas tengo los míos”.
Vemos personas hostigadas víctimas de “diferencias” asumidas como amenazas por otros, somos testigos de crisis económicas severas, portadoras de un lema “sálvese quien pueda”, tras la promesa de un mundo tan “modernizado” y cambiante, pareciera que vivimos en una selva donde escasean las relaciones humanas sinceras, saludables y sólidas.
Pero son noticias alentadoras las que te traigo:
Primero que la autoestima y la empatía se desarrollan, se alimentan y se entrenan, así que estás a tiempo!!!!!!
Segundo que puedes hacer tu parte para cambiar las cosas, si tienes bebé o lo tendrás, es tu principal misión enseñarlo a ser un futuro adulto seguro, asertivo y empático, mostrándole que lo quieres, manteniendo una comunicación abierta, reconociéndole sus logros y alentándolo en sus fracasos, mostrarle cómo sus conductas dañan a las demás personas y cómo interesarse por ellas…. Y otras formas que pudieran incluso ser el contenido de otro post!!!!
Tercero que las relaciones auténticas, sin poses ni fingimientos, lo que nos hace humanos, es lo único verdaderamente perdurable, difícilmente haya un mejor alimento para la existencia, tener una autoestima adecuada te brinda seguridad y sosiego, y ser empático la posibilidad de cultivarte, crecer y aprender de tu relación con el otro.
Te invito a no desaprovechar esa oportunidad.