La influencia de los terrores nocturnos en el descanso infantil

Los terrores nocturnos son un trastorno del sueño que afecta principalmente a niños, aunque también pueden ocurrir en adultos. Estos episodios suelen estar acompañados de gritos, llanto y agitación extrema, pero la persona afectada generalmente no recuerda el evento al despertar.

Para tener un descanso adecuado, el ambiente y las condiciones de sueño son esenciales. Muchas personas encuentran alivio y confort al dormir en un colchón viscoelástico, ya que se adapta al cuerpo y puede proporcionar un apoyo más uniforme durante la noche, lo que podría ser beneficioso para aquellos que padecen trastornos del sueño.

Fases del sueño: Los terrores nocturnos se producen durante el sueño profundo, en particular durante la fase de sueño llamada «sueño de ondas lentas» o «sueño N3». Esto suele ocurrir en las primeras horas de la noche, en contraste con las pesadillas, que tienden a ocurrir durante las fases de sueño REM más tardías.

Duración y frecuencia: Los episodios de terrores nocturnos pueden durar desde unos pocos minutos hasta más de 30 minutos. Pueden ocurrir varias veces a la semana o ser episódicos. A menudo, disminuyen con la edad y suelen ser más comunes en niños que en adultos.

Síntomas: Durante un episodio de terror nocturno, la persona afectada puede sentarse en la cama, gritar, sudar y mostrar signos de miedo intenso. Pueden tener una mirada de confusión y no responder a los intentos de comunicación. A diferencia de las pesadillas, no suelen recordar el contenido del sueño ni el motivo de su miedo.

Causas: Los terrores nocturnos pueden estar relacionados con una variedad de factores, como el estrés, la falta de sueño, la fatiga, los trastornos del sueño y factores genéticos. También pueden ser más frecuentes en niños con antecedentes familiares de terrores nocturnos.

Tratamiento: En muchos casos, los terrores nocturnos no requieren tratamiento específico. Sin embargo, se pueden tomar medidas para reducir la probabilidad de que ocurran, como mantener una rutina de sueño regular, reducir el estrés y la ansiedad, y evitar la falta de sueño. En casos graves o persistentes, un médico puede recomendar terapia conductual o medicamentos.

Diferencia con las pesadillas: Los terrores nocturnos se distinguen de las pesadillas por varios aspectos clave. Las pesadillas suelen ocurrir durante el sueño REM, la persona las recuerda vívidamente y a menudo puede describir el contenido del sueño. En cambio, los terrores nocturnos se producen durante el sueño profundo, la persona no recuerda el episodio y es menos probable que pueda describirlo.

El entorno donde se duerme también juega un papel crucial en la calidad del sueño: Elementos como la luz, el ruido y la temperatura pueden influir en la facilidad con la que una persona se duerme y se mantiene dormida. Habitaciones oscuras, silenciosas y frescas suelen ser las más propicias para dormir. Asegurarse de que estos factores estén en óptimas condiciones puede reducir la probabilidad de que se presenten episodios de terrores nocturnos.

Otro aspecto a considerar es la rutina previa al sueño: Establecer un ritual relajante antes de acostarse, como leer un libro, escuchar música suave o practicar técnicas de relajación, puede preparar al cuerpo y a la mente para un descanso reparador. Evitar la exposición a pantallas electrónicas, como teléfonos móviles o televisores, al menos una hora antes de dormir, también es esencial. La luz azul de estos dispositivos puede alterar la producción de melatonina, una hormona que regula el sueño.

La alimentación también tiene un impacto en la calidad del sueño: Evitar comidas pesadas o cafeína antes de acostarse puede hacer una gran diferencia. Algunos estudios sugieren que ciertos alimentos, como aquellos ricos en triptófano (un aminoácido precursor de la serotonina), pueden promover un sueño más tranquilo.

Por último, la actividad física regular durante el día puede ayudar a mejorar el sueño nocturno: Sin embargo, es recomendable evitar ejercicios intensos justo antes de acostarse, ya que pueden tener el efecto contrario y dificultar el inicio del sueño.

En resumen, los terrores nocturnos son episodios de terror y agitación durante el sueño profundo, que afectan principalmente a niños pero también pueden ocurrir en adultos. Estos episodios pueden ser perturbadores, pero generalmente no requieren tratamiento a menos que sean graves o recurrentes.

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