¿Puede la salud mental afectar al deseo sexual?

La depresión, la ansiedad y los trastornos de estrés pueden afectar la vida sexual. Es un hecho fundamentado que las personas con depresión y ansiedad tienen menos deseo sexual que las personas que no sufren este tipo de alteraciones mentales. Además, algunos medicamentos para tratar la depresión (como los inhibidores de la recaptación de serotonina) y algunos ansiolíticos pueden disminuir el deseo sexual o bien causar otros problemas relacionados con el sexo como es el caso de la disfunción eréctil.

En algunos casos los juguetes sexuales de Platanomelón o los lubricantes pueden ayudar a recuperar esa falta de deseo. Otros trastornos más leves como los cambios de humor o los problemas de autoestima también pueden afectar a la esfera sexual.

¿Cuáles son las causas de la falta de deseo sexual?

Puede haber muchas causas para una falta de deseo sexual, pueden ser orgánicas o psicológicas. Cuando se sufre de un problema que afecta a la salud emocional y mental las causas suelen ser una combinación de ambas.

Por una parte, en lo que se refiere al aspecto orgánico, la falta de deseo suele ser una consecuencia del propio tratamiento. Como comentábamos antes, uno de los efectos secundarios de la medicación antidepresiva (y algunos ansiolíticos) es precisamente un descenso en el deseo sexual, además de un retraso en el orgasmo y alteraciones en la eyaculación. Por ello, en los casos de disfunción eréctil y depresión se debe valorar la relación riesgo-beneficio en la elección de un medicamento antidepresivo.

Por otra parte encontramos causas psicológicas que pueden estar en la base del trastorno mental concreto de esa persona. Un alto grado de estrés, una alta dificultad para vincularse emocionalmente con una pareja, o una educación sexual inadecuada, pueden hacer descender el deseo sexual, o directamente no llegar a desarrollarlo.

¿En qué momento es necesario buscar ayuda?

Al igual que en el punto anterior, aquí también encontramos una escala de grises y hay que hacer una distinción sobre si la falta de deseo sexual es el trastorno primario o bien es un trastorno secundario derivado de un problema relacionado con la salud mental como la ansiedad o la depresión. 

Si la falta de deseo sexual es el trastorno primario y comienza a afectar de forma seria a la vida de esa persona, y especialmente a su relación de pareja, será el momento de buscar ayuda profesional tanto de forma particular como mediante la terapia de pareja.

En los casos en los que la falta de deseo sexual es consecuencia de un trastorno mental, decimos que se trata de un trastorno secundario. Por tanto, en teoría, una vez resuelto ese trastorno principal (ya sea ansiedad, depresión u otro trastorno del estado de ánimo), también se resolvería la falta de deseo recuperando los niveles de líbido habituales en esa persona.

Por último es necesario puntualizar que la falta de deseo sexual (o un bajo deseo sexual) solo debe considerarse un problema en caso de que afecte a la vida cotidiana de esa persona. La conducta sexual puede ser muy diferente entre unos individuos y otros y por esa razón resulta muy complicado definir qué es “lo normal”. Independientemente de la frecuencia con que alguien mantenga relaciones sexuales o de la intensidad del deseo sexual, si una persona se siente satisfecha con su vida sexual, no debe considerarse un problema.

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