La salud mental de los menores es un tema que preocupa especialmente a los expertos. A lo largo de los últimos años, y en especial desde el inicio de la pandemia por COVID-19 en el año 2020, la salud mental de los niños y adolescentes en España se ha deteriorado de manera alarmante.
De hecho, antes de la pandemia ya se estimaba que alrededor del 10% de los niños y el 20% de los adolescentes sufría trastornos mentales. En la actualidad, los adolescentes presentan aún más ansiedad, síntomas depresivos, autolesiones y conductas suicidas que entonces.
Desde Menteágil, una clínica de psicólogos en Córdoba, alertan del alarmante aumento del porcentaje de población infantil que sufre algún trastorno mental, que se ha incrementado hasta en un 47% con respecto a 2019.
La Organización Mundial de la Salud también alerta, en un informe reciente publicado en marzo de este año, de que la pandemia ha golpeado duramente a la salud mental de los menores y los jóvenes, los cuales tuvieron un mayor riesgo de suicidio y autolesiones.
Esta situación se ha evidenciado en un notable aumento de la demanda de tratamientos y terapias psicológicas. Pero no sólo ha aumentado la demanda asistencial de menores por causas de salud mental, sino que los jóvenes acuden a los centros sanitarios presentando mayor gravedad. También se ha detectado un descenso en la media de edad de inicio de los síntomas y de búsqueda de tratamiento psicológico.
Principales factores precipitantes
El confinamiento domiciliario de hace dos años, y las posteriores medidas de restricción que se alargaron hasta hace prácticamente unos meses, han supuesto un hecho traumático que ha interrumpido el normal desarrollo vital de una población tan vulnerable como la infancia y la adolescencia. La situación de incertidumbre, la sensación de estar desperdiciando un tiempo valioso y el aislamiento de amistades y compañeros se citan como algunas de las sensaciones que desencadenan la aparición de trastornos psicológicos y pensamientos autolíticos.
Por otro lado, la interrupción de las rutinas, tan importantes para aportar estabilidad y estructuración a las mentes de los más jóvenes, ha tenido un efecto muy nocivo de cara a su estabilidad emocional y mental. Las restricciones sociales se han asociado al uso excesivo de tecnologías y la limitación de la actividad física, causando el establecimiento de hábitos poco saludables y que no propician un buen estado emocional ni psíquico. Además, algunos niños y adolescentes ya estaban expuestos a situaciones de pobreza, abuso o violencia que empeoraron con la pandemia y el confinamiento, llevando a situaciones extremadamente precarias dentro de sus hogares.
Algunas estrategias de mejora
Desde Menteágil, su equipo de psicólogos especializados proponen una serie de estrategias encaminadas a mejorar la situación:
- Aumento de los recursos de atención a la salud mental, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio, para asegurar una correcta atención e identificación de los problemas psicológicos tempranos.
- Formación específica en psiquiatría infantil y adolescente para los pediatras, especialmente a aquellos que ejercen en el ámbito ambulatorio.
- Detección precoz de los trastornos de depresión y ansiedad así como seguimiento temprano.
- Incorporación de especialistas en salud mental (psicólogos clínicos) en los centros de Atención Primaria.
- Mejora de la coordinación entre Atención Primaria y otros recursos hospitalarios.
- Formación en salud mental en colegios e institutos.
En las clínicas de Menteágil cuentan con servicios de psicología infantil en Córdoba y otras ciudades, dirigidos por un equipo profesional que se encarga de la detección, diagnóstico y tratamiento de niños y adolescentes que puedan padecer cualquier tipo de trastorno psicológico o que estén en riesgo de padecerlo. Además de la detección realizan la implementación de una terapia personalizada y adecuada al niño.
Sus terapias de psicología infantil van dirigidas tanto a niños y adolescentes, como a sus padres o tutores. De hecho, Menteágil defiende que una terapia infantil no puede tener éxito sin la implicación de los tutores del niño o niña.