El papel de la genética y el comportamiento en los trastornos alimentarios

La bulimia, la anorexia nerviosa y el trastorno por atracón son los tres principales trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en Europa occidental, llegando a afectar a 4 de cada 10 personas.

La cronicidad y la alta tasa de recaída son dos de los factores más preocupantes en estos desórdenes psicológicos, por lo que la comunidad científica se ha centrado en investigar las claves de los TCA para poder desarrollar tratamientos más efectivos.

Recientemente, varias investigaciones han hallado evidencias que permiten conocer más en profundidad el papel de la genética, así como las principales conductas que pueden reforzar estos trastornos.

La respuesta de recompensa cerebral en los trastornos alimenticios

Una investigación de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) ha hallado evidencias que demuestran que los comportamientos de los trastornos alimenticios (atracones, purgas y restricción de la ingesta de alimentos, entre otros) alteran el proceso de respuesta de recompensa del cerebro, así como los circuitos de control de la ingesta, reforzando estos trastornos.

El estudio proporciona una visión global sobre cómo estos comportamientos promueven cambios en el IMC y refuerzan los problemas en la alimentación, además de demostrar que estas conductas, el estado de ánimo y la neurobiología interactúan para reforzar el círculo vicioso de los trastornos alimentarios, dificultando la recuperación del paciente.

Se trata de un estudio significativo porque vincula factores biológicos y conductuales que interactúan para impactar negativamente en los comportamientos alimenticios.

Así, se incluyó a 197 mujeres que presentaban diferentes trastornos de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa, bulimia y trastorno por atracón) y 120 mujeres sin trastornos en la alimentación.

Los investigadores se centraron en analizar la respuesta de recompensa cerebral, utilizando el conocido “error de predicción”, un proceso vinculado con la dopamina que mide el grado de sorpresa de una persona al recibir un estímulo inesperado.

Un error de predicción más alto indica que la persona se sorprendió en mayor medida. Así, durante el estudio las participantes recibieron o se les negó la ingesta de comida para poder analizar este factor.

Las mujeres con anorexia nerviosa, con un comportamiento de ingesta restrictiva de alimentos y un IMC bajo obtuvieron una respuesta de error de predicción alta, fortaleciendo su circuito de control de la ingesta, lo que lleva a este grupo a ser capaz de anular las señales de hambre. En el caso de las mujeres con episodios de atracones y un IMC alto ocurre al contrario, obteniendo una respuesta de predicción más baja y provocando una pérdida de control en la ingesta.

El papel de la genética

En los últimos años, la investigación científica ha comprobado la existencia de marcadores genéticos que son comunes en los trastornos alimenticios y otros trastornos psiquiátricos.

Con este antecedente, una investigación británica, que involucró a diferentes instituciones universitarias y hospitales, ha descubierto las principales similitudes que existen en el componente genético de la anorexia nerviosa, la bulimia y el trastorno por atracón.

En concreto, el estudio fue dirigido por un equipo de la Universidad de Ginebra, el King’s College, la Universidad de Carolina del Norte, la University College de Londres, la Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí y los Hospitales Universitarios de Ginebra.

Para comprobar estos rasgos comunes, se analizaron los genomas de más de 20.000 personas en el Reino Unido. En base a esta muestra, los investigadores descubrieron que estos trastornos alimenticios comparten cierto riesgo genético con otros trastornos psiquiátricos, en concreto con la depresión y la esquizofrenia, confirmando el fuerte componente psiquiátrico de estos.

La predisposición a tener un peso más elevado puede constituir un factor determinante que impulsa a las personas con un riesgo genético similar a padecer un trastorno alimenticio. De esta manera, el componente metabólico y físico dirige al individuo hacia la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón.

De igual manera, la investigación ha confirmado la relación genética entre el trastorno por atracón y el trastorno por déficit de atención con la hiperactividad. De esta forma, se explicaría el aumento en la impulsividad de estos individuos, que es un comportamiento común en estos trastornos.

Estas investigaciones permiten conocer más a fondo el campo de los TCA, identificando los principales factores que refuerzan su cronicidad. Asimismo, suponen la base para poder desarrollar, a futuro, nuevas formas de tratamiento que se adapten a los recientes descubrimientos, con el objetivo de evitar recaídas y lograr superar el trastorno de manera satisfactoria.

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