Cualidades humanas que la inteligencia artificial no puede reemplazar

En los últimos tiempos, la conversación en torno al desarrollo y usos de la inteligencia artificial (IA) se ha amplificado hasta el punto de convertirse en un tema de debate recurrente y popular. Sin embargo, las dudas sobre si la IA destruirá nuestros empleos o si nos acabará “dominando”, con frecuencia, se refieren sobre todo a la inteligencia artificial generativa (IAG), que es aquella capaz de generar contenidos nuevos y originales a partir de un entrenamiento previo con datos o contenidos existentes.

La inteligencia artificial como concepto no es más que intentar que las máquinas (especialmente las computadoras) lleven a cabo diferentes tareas (aprender un idioma, realizar cálculos, mantener una conversación, etc.) del mismo modo en que lo haría un humano. Es decir, se trata de programar a las máquinas para que funcionen como lo hace el cerebro humano.

El “problema” para las aspiraciones de la IA es que la inteligencia y procesos cognitivos de nuestro cerebro son extremadamente complejos. Los algoritmos de inteligencia artificial se alimentan de datos que les proporcionamos y de su propia experiencia; uno de los grandes avances de la IA es que no solo saca conclusiones de lo que nosotros hacemos, sino que también es capaz de aprender de lo que ella misma hace. Aun así, su lógica se basa principalmente en el análisis de millones de datos y el establecimiento de patrones y respuestas más probables. Las computadoras tienen una capacidad que ninguna persona posee, pero los humanos contamos con muchas cualidades que escapan a la estadística y, por lo tanto, son imposibles de reproducir para la inteligencia artificial. Al menos, de momento.

Habilidades que la IA no puede reproducir

A veces da la sensación de que se nos olvida que la inteligencia artificial imita a los humanos, pero no es humana. Ofrece la sensación de poder mantener una conversación, tener una opinión o incluso preocuparse por si hemos tenido un buen día. Pero es una ilusión.

En realidad, reacciona por imitación después de analizar millones de interacciones y ver cuál es la respuesta, pensamiento o creencia más probable en una situación determinada. Aunque en este campo de la informática se hable de redes neuronales de la IA, lo cierto es que la neurología es una ciencia que todavía tiene muchas incógnitas. Nuestro cerebro es un gran misterio; hay cualidades o emociones como la intuición, la imaginación, la ira, el humor, el instinto de supervivencia, la improvisación, la vergüenza o la empatía, entre muchas otras, que ni siquiera nosotros que las poseemos sabemos explicar.

La IA nos explica qué son estas habilidades, pero no las puede tener.

Inteligencia emocional

La capacidad de gestionar nuestras emociones y las de los demás, e incluso la falta de esa capacidad, es algo intrínsicamente complejo y humano. La inteligencia emocional incluye múltiples habilidades como el disimulo, el autocontrol, la capacidad de anticipación, adivinar qué piensan los demás… Todas ellas son un gran talón de Aquiles para la IA, algo que se puede ver claramente en el poker, un juego de “información incompleta”.

Por mucho que se conozcan las reglas de este juego y se analicen miles o millones de jugadas, por su propia esencia y dinámica solo un humano puede “leer” que el contrario tiene un mal día, decidir echarse un farol o improvisar un cambio de estrategia para descolocar al rival.

Creatividad

Por mucho que la IAG pueda crear contenidos originales a partir de ingentes cantidades de datos, no tiene la capacidad de generar ideas innovadoras. Aunque, en realidad, por lo general la mayoría de los humanos también creamos a partir de lo que hemos aprendido en nuestras vidas, sí tenemos la capacidad de innovar. Por ese motivo, todas las actividades relacionadas con la creatividad, la curiosidad o el descubrimiento están entre las profesiones que la IA no va a poder reemplazar jamás.

Pensamiento crítico y analítico

Las cuestiones relacionadas con los juicios de valor entran en el ámbito social, cultural y de las relaciones interpersonales, por lo que escapa a la IA. De hecho, uno de los grandes retos para esta disciplina es intentar evitar que la IA reproduzca comportamientos o ideas poco éticas o que atenten contra los derechos de las personas.

Gestión del tiempo

Todas las manifestaciones físicas como el tiempo, espacio, materia, etc. son difíciles de comprender para la IA, puesto que no las puede experimentar. No puede tocar, ni ver, ni oír… por lo que puede aprender que una hora son 60 minutos, pero no tiene la experiencia del tiempo.

Por ello, organizar de forma realista o plantear estrategias dentro de determinados plazos le resulta muy complicado. Puede ofrecer una idea en función de lo que se ha hecho en otras situaciones similares, pero no tiene la flexibilidad o la capacidad de adaptación y previsión de un buen gestor.

Liderazgo y emprendimiento

Del mismo modo, tener el arrojo para emprender un negocio o las habilidades sociales tanto para liderar un equipo como simplemente para trabajar en equipo son eminentemente humanas.

La IA es una herramienta que nos abre un sinfín de posibilidades y resulta muy útil si la sabemos utilizar. Tenemos la capacidad de utilizarla sin que nos utilice a nosotros, aprovechémosla.

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