La autoestima es una parte vital para el desarrollo de los niños, ya que se empieza a forjar en los primeros años de vida de un individuo.
Ya sabemos que, la autoestima es un concepto amplio que abarca distintos aspectos de la persona y que, además, influye y se manifiesta en diversas áreas de nuestras vidas. Se desarrolla a lo largo de la infancia a través de las experiencias vividas y de cómo se transitan con la ayuda de los padres, progenitores o adultos que rodeen al niño.
Es importante tener en cuenta la mirada de los adultos a la hora de construir una imagen de los más pequeños. Los niños tienen una capacidad sensitiva muy elevada, es por ello que, fácilmente pueden percibir las inseguridades y los miedos de los adultos.
Por ello, no sólo debemos tener en cuenta las capacidades, potencialidades de los niños y sus áreas de mejora, sino que también es esencial trabajar su autoestima para su óptimo desarrollo.
Que un niño tenga una sana autoestima, le ayudará y permitirá mejorar sus relaciones sociales, además de crear un equilibrio de su estado emocional y también ayudaremos a potenciar su desarrollo cognitivo.
De igual modo, la autoestima influye directamente en la capacidad de los niños a la hora tanto de afrontar nuevos retos, como en su autosuficiencia y seguridad, además de fomentar el desarrollo de distintas cualidades como la asertividad y la empatía.
Estas habilidades se van construyendo con el paso del tiempo como un espejo de la percepción de los adultos, en especial, de los padres o tutores del niño.
Entonces, ¿Cómo podemos mejorar la autoestima de los niños?
1. Refuerza sus logros
En primer lugar, debemos cambiar mucho el paradigma. Hasta hace relativamente poco, los adultos nos hemos centrado en las debilidades de los más pequeños y en sus áreas de mejora. Asimismo, pocas veces tenemos en cuenta los logros y el esfuerzo. Es por ello que, es de vital importancia a la hora de fomentar la autoestima de los niños, reforzar y tener en cuenta sus pequeños grandes logros.
Es esencial destacar sus cualidades pero sin dejar de lado todo el esfuerzo que haga el niño independientemente del resultado. Así, proyectamos en los más pequeños que el compromiso y el empeño es más importante que focalizarnos en el resultado.
De esta manera, no sólo estimulamos su autoestima, sino que demás, ayudamos a su aprendizaje a la hora de manejar fracasos y aumentamos la tolerancia a la frustración
2. Evita las comparaciones
Otro factor a tener en cuenta es evitar la comparación. Los adultos, tenemos tendencia a comparar a los más pequeños ya sea con sus hermanos o con sus compañeros de clase o de estudio.
Y es que, además, solemos comparar al pequeño desde su área de mejora con una cualidad del otro. Es decir, les recordamos algún defecto comparándolo con una cualidad que vemos en otro.
Cada niño es único e irrepetible y tiene sus necesidades, cualidades y debilidades de forma individual.
Cuando hacemos este tipo de comparaciones, estamos fomentando posibles celos, envidia, inseguridad y sentido de inferioridad, además de crear una especie de competición que, a largo plazo, les puede generar frustración.
Se trata de realizar críticas constructivas desde la individualidad, teniendo en consideración todas las áreas del niño evitando cualquier tipo de comparación ya sea positiva o negativa.
3. Dales responsabilidad
Otra manera de fomentar la autoestima en los niños, consiste en darles cierta responsabilidad dentro de sus posibilidades y en función de su edad. Debemos permitir que los pequeños de la casa participen en distintas tareas y decisiones del hogar.
Pueden ser pequeñas decisiones como llevar los platos después de comer, ayudar a poner la mesa, prepararse la mochila, entre otras similares. De esta manera, estamos ayudando a que el niño se sienta autosuficiente, responsable y fomentamos su independencia y autonomía.
Si hacemos que ese niño se sienta parte de las distintas tareas y decisiones de la casa, sentirá que su papel es importante y, por ende, se sentirá necesario y fortaleceremos su seguridad y autoconfianza a la hora de ir asumiendo distintas responsabilidades y pautas. Es importante hacerle saber que ha hecho bien su tarea para reforzar su autoestima y autovalía.
4. Valida sus emociones
Es muy importante a la hora de fortalecer y fomentar una buena autoestima validar cada una de las emociones de nuestros niños. Las emociones son una gran parte de nuestra vida, somos seres emocionales y es importantísimo que los más pequeños empiecen a tener consciencia e inteligencia emocional para poder gestionar de la mejor manera todo aquello que sienten. Sobre todo, en las primeras etapas vitales.
Para ello, debemos validar sus emociones y entenderlas. Una de las situaciones más frecuentes nos la podemos encontrar cuando un niño llora.
Es importante no enviar mensajes del tipo “no pasa nada” “No exageres” “Los niños no lloran”. De esta manera, lo que hacemos es invalidar una emoción como es la tristeza.
Es importante darle un espacio y una relevancia a la emoción del pequeño para que pueda expresar y validar aquello que está sintiendo en ese momento.
5. Dedícales tiempo de calidad
Otro punto clave que hay que tener en cuenta es la dedicación y tiempo de calidad. Es decir, muchas veces, a la hora de tratar con los niños, precisamente por el hecho de ser niños, tenemos tendencia a pensar que el niño ya entiende per se, que le prestamos atención, pero lo cierto es que, es una necesidad básica para ellos. Es esencial transmitirles mensajes de atención y de amor.
Puede parecer que damos por hecho que, por estar con nuestros hijos o con los más pequeños ya les estamos dando tiempo, pero es importante prestarles total y plena atención y tiempo de calidad, escucharlos y estar pendientes de sus demandas, ya sea, a través del juego, manifestando su opinión o sus preferencias.
Por ello, la comunicación es primordial. No debemos dar por hecho aquello que sienten, piensan o hacen. Es importante dedicar un tiempo diario a la escucha activa hacia los más pequeños. Tener curiosidad por aquello que dicen y por lo que manifiestan.
A través de la escucha, les estamos dando un lugar, un espacio en el que poder ser ellos mismos y sin juicio. La autoestima, también se basa mucho en el autoconocimiento y si les damos un espacio en el que poder expresarse libremente, estamos fomentando ese conocimiento interno y, por ende, ayudamos a fortalecer su autoestima y su autoconcepto. Los juegos pueden ser una gran herramienta para el diálogo entre adultos y niños.
6. Dales amor y afecto
Por último, pero incluso podría ser el factor más importante, para fortalecer y aumentar la autoestima de los más pequeños debemos tener en cuenta el amor y el afecto.
Es decir, para un niño, de la misma manera que para un adulto, sentirse amado es una de las primeras necesidades más importantes que pueda haber. Por ello, debemos mostrar afecto de distintas maneras para que, ese pequeño, sienta ese cariño y aprenda valores y cualidades como la empatía.
La inteligencia emocional es un tipo de inteligencia muy importante para el desarrollo tanto de los más pequeños como en los adultos.
Los abrazos, besos, muestras de cariño y amor nos ayudan a crear, no solamente un fuerte vínculo entre niño y adulto, sino que, nos permite sentir un amor hacia los demás, el cual, se refleja en un amor propio. De esta manera, ayudamos a generar un intercambio de bienestar y enseñamos al niño valores como el respeto, tolerancia y amabilidad.
7. Establece límites
Aunque, en este punto, hay que tener en cuenta que, de la misma manera que debemos demostrar este amor y este afecto por los más pequeños a la hora de generar una sana autoestima, también es importante establecer límites desde el respeto y la empatía.
Poner límites es fundamental a la hora de su equilibrio y bienestar emocional ya que, les ayuda a entender cómo deben comportarse y relacionarse sanamente con otras personas para ser felices.
No se trata de imponer las ideas o el mandato de los adultos, más bien, consiste en que el propio niño tenga la capacidad de reflexionar sobre las consecuencias de sus actos y busque soluciones para reparar el posible daño causado.
Por tanto, poner límites, desde este enfoque, consiste en actuar desde la amabilidad y el respeto y no desde la permisividad. De esta manera, también ayudamos a la autonomía del niño a ser consciente de sus actos y responsabilizarse fomentando una sana y óptima autoestima.