El deporte y sus beneficios mentales y psicológicos

Practicar deporte, cualquier tipo de actividad física o disciplina, es una de las estrategias más eficaces para mantenernos sanos y prevenir enfermedades graves como la obesidad, diabetes o problemas cardiovasculares. El efecto positivo en la condición física está altamente demostrado a través de estudios de investigación. 

Pero esto no es todo, los beneficios del deporte para la salud mental y psicológica, también han sido objeto de estudio, logrando crear una barrera contra condiciones particulares como la ansiedad, baja autoestima, depresión, e incluso, pueden ser una salida para huir de adicciones como la droga, el tabaco o el alcoholismo. 

La sensación de bienestar general y la energía positiva que fluye interna y externamente al hacer deporte, trae como resultado, llevar una mejor calidad de vida y sentirnos bien con nosotros mismos y con el entorno. 

Beneficios psicológicos del deporte

Al hacer ejercicio con regularidad estaremos fortaleciendo nuestra condición física y prevenimos enfermedades.

Es cierto que la motivación no siempre nos acompaña para emprender la práctica con la disciplina requerida, sin embargo, el tener el ímpetu para practicar regularmente, nos genera una serie de beneficios psicológicos que explicamos a continuación. 

Mejora de la autoestima

Quizá sea uno de los beneficios más trascendentes que disfrutamos al hacer ejercicio, puesto que nos sentimos muy bien con nosotros mismos.

El efecto de ver cambios positivos en nuestro cuerpo, nos permite sentirnos mejor mentalmente y que nos sintamos capaces de alcanzar metas cada vez más exigentes

Aumento del rendimiento

Quienes hacen deporte con regularidad estabilizan sus niveles de estrés. Practicar cualquier tipo de actividad nos permite desconectar positivamente del entorno y enfocarnos en mejorar nuestro rendimiento. 

Mejora de nuestras relaciones interpersonales

Al sentirnos más confiados con nosotros mismos estamos más predispuestos al contacto y a las relaciones sociales. Disfrutamos de la interacción con otras personas, que de una u otra manera, comparten nuestros mismos intereses. 

Por este motivo, los especialistas recomiendan acudir a clases de entrenamiento grupales, ser miembro de un gimnasio o quedar con amigos, para llevar a cabo ratos casuales de baloncesto, fútbol, voleibol o cualquier otra disciplina. 

Este tipo de interacción es buena para nuestra salud mental en general y nos permite ampliar nuestro campo de amistades, conocer a otras personas y vivir nuevas experiencias y emociones. 

Aumenta tu rendimiento cerebral

Si de algo están seguros los especialistas es que el deporte ayuda a mejorar las conexiones entre las neuronas de nuestro cerebro, es lo que nos permite mejorar nuestro rendimiento y capacidad mental.

Con esto debemos decir que el deporte es una excelente herramienta preventiva de condiciones como el Alzheimer o la demencia senil.  Por otro lado, la mente se encuentra más activa y abierta para aprender cosas nuevas de una forma más rápida y eficazmente. 

Somos más felices

Es uno de los efectos más notables y que se ve reflejado en nuestro bienestar integral. Al activarse la reproducción de endorfinas, se logran reducir las sensaciones de dolor, y por el contrario, se generan sensaciones que elevan los sentimientos de felicidad y positivismo ante la vida. 

También nos permite ser más flexibles en la forma cómo afrontamos un problema o conflicto, logrando que podamos pensar con más cordura y que éstos no lleguen a afectarnos de la misma forma que lo hacían antes de practicar regularmente deporte. La mirada hacia el nuevo modo de llevar la vida cambia para bien. 

Minimiza la ansiedad

Hacer deporte ayuda a tranquilizar el cuerpo y la mente. Por un lado nos ayuda a calmar tensiones porque estamos estimulando el cuerpo con el ejercicio, por otra parte, nos ayuda a distraernos de problemas y preocupaciones cotidianas, lo que permite liberarnos de tensiones mentales y del propio estrés.

Dejamos de preocuparnos por cosas que quizás antes eran más importantes y comenzamos a darle prioridad a aspectos más positivos. 

Mayor control

Cuando creamos un plan de entrenamiento y establecemos hábitos, esto nos permite organizar mejor la agenda diaria de actividades y obtenemos una sensación de control que nos permite resolver con mayor fluidez los quehaceres del día a día. Esta actitud nos convierte en personas más seguras y estables emocionalmente. 

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