¿Nos imponemos límites para lograr nuestras metas?

Quizá suene muy “cliché” hablar de que la mente es poderosa. Pero es una idea casi tangible el hecho de que nuestros pensamientos pueden tener una gran influencia en nuestras acciones cuando nos decidimos a realizar un proyecto. Puede ser una meta pequeña y cotidiana, o ser un gran proyecto vital, la realidad es que tanto los factores externos que no controlamos como nuestra propia confianza y seguridad pueden jugar a favor o en contra del cumplimiento de nuestros objetivos.

Tampoco es cosa de decir que nuestra mente es “todopoderosa” y que solo con el poder de nuestra voluntad podremos lograrlo todo. Los factores externos también inciden en la posibilidad de alcanzar nuestras metas. Pero sí es cierto que podemos sabotearnos a nosotros mismos con inseguridades, falta de confianza, y autoimponiéndonos obstáculos que en ocasiones sólo existen en nuestra imaginación.

Pongamos un ejemplo sencillo. Muchas personas sueñan con “viajar” y asignan a esta acción un precio, dificultad estratégica y una serie de problemas asociados que la van haciendo paulatinamente más inaccesible, compleja y casi imposible de realizar. Pero en realidad, viajar no equivale únicamente a tomar un lujoso crucero en el Caribe, lo cual sin duda es bastante difícil de hacer en términos económicos y de organización.

Viajar también es salir y tomar un tren para visitar el poblado más cercano y auténticamente recorrerlo. Es visitar otras ciudades en nuestra misma comunidad o cerca de ella. Es maravillarnos con los museos ya visitados y las avenidas ya caminadas una vez más. Siempre hay algo nuevo que ver, ya sea visitando nuestra propia ciudad, recorriendo la costa mediterránea española, otro país europeo o un país lejano en otro continente.

Además, normalmente podemos encontrar transporte económico, alojamiento no muy caro y accesible, rutas pre-diseñadas o nuevos espacios a descubrir… ¿así qué es realmente imposible viajar o somos nosotros los que al tener objetivos desorbitadamente altos estamos boicoteando nuestros propios sueños? En realidad para viajar sólo necesitamos realmente proponérnoslo y dar el primer paso.

Este ejemplo se puede aplicar a muchísimas cosas y en distintas dimensiones. Deseamos estudiar, pero sólo le daremos validez a este plan en cierta etapa de nuestra vida y en un cierto tipo de institución. Queremos realizar un emprendimiento empresarial pero “nunca” tenemos suficiente tiempo, dinero, recursos…

¿Qué procesos psicológicos están tras este auto bloqueo en el logro de metas? ¿Acaso es más peligroso que el mantener siempre un espíritu positivo y después chocar de frente contra el muro que representa la realidad?

En realidad, ambas pueden ser trampas lógicas establecidas involuntariamente por nuestro propio proceso de pensamiento, y una tendencia algo desfasada que solemos tener: vivir en el futuro en lugar de en el presente. Ocuparnos en cumplir metas asequibles y alcanzables, tanto en la vida cotidiana como en proyectos más amplios y a largo plazo en lugar de preocuparnos por si podremos o no lograrlos y alcanzarlos.

Hay un adagio que sostiene que es mejor “ocuparse” que “pre-ocuparse” y quizá no esté muy alejado de la realidad. Establecer metas que podamos lograr tampoco quiere decir menospreciar nuestras capacidades o no creer que podemos lograr objetivos más amplios y complejos, es simplemente no utilizarlos para impedirnos dar el primer paso hacia su alcance. Es en cierta manera, impulsarnos a lograrlos, dando pequeños pasos firmes y sólidos en lugar de encerrarnos en una sensación de impotencia perpetua.

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