Una disciplina se caracteriza por tener un corpus de investigación y soportes científicos basados en evidencia. La psicología es la disciplina que estudia las emociones, pensamientos y comportamientos de las personas. Los psicólogos son profesionales habilitados, cada uno en su ámbito de actuación (clínico, deportivo, organizacional, educativo, jurídico, etc.) para intervenir con las personas y trabajar con sus emociones, pensamientos y conductas.
El coaching es un método o estrategia de intervención con personas orientado a ayudarles a conseguir objetivos, aunque para ello es difícil no tener en cuenta y trabajar con los procesos emocionales, cognitivos y conductuales que favorezcan esos logros.
Debido a su plasticidad y facilidad de aplicación, el Coaching se extendió fuera de los ámbitos profesionales de la psicología. Existen coaches que no son psicólogos y son capaces de aplicar ese método con gran eficacia y solvencia, aunque no está del todo definido si para esos resultados pueden prescindir de intervenir en emociones, creencias y conductas, es decir el campo de actuación de la disciplina de la psicología.
El coaching, si bien puede ser adecuadamente aplicado por cualquiera y permitir resultados satisfactorios, no exime al profesional que lo ejerce a tener que adentrarse con gran peligro y riesgos, en las emociones, pensamientos y conductas de sus clientes. Y por ello cabe entender el gran riesgo de reducir drásticamente su eficacia cuando los profesionales que lo ejercen carecen de los conocimientos necesarios para saber moverse entre esas variables.
El coaching no ejercido por un psicólogo puede convertir con mayor probabilidad al profesional que lo ejecuta en un mero dispensador de métodos y herramientas. Un coach no psicólogo puede considerarse a todos los efectos un aplicador de técnicas ya que su habilitación profesional le permite trabajar con un método, pero no con las personas, es decir con sus niveles emocionales, cognitivos y conductuales: de hacerlo, sería susceptible de cometer un delito de intrusismo profesional.
Los psicólogos, al contrario, no trabajan con métodos, sino con personas, ya que su ámbito de actuación son precisamente las emociones, creencias y conductas: esto no quita que se logren resultados satisfactorios para el cliente cuando trabaje con un coach no psicólogo, pero deja esos resultados bajo factores y variables muy inestables, tales como el mayor o menor conocimiento de psicología por parte del profesional (que será voluntario y bajo su interés o inquietud de mejora), su mayor o menor intuición, puesto que podría moverse a ciegas entre los mecanismos emocionales, cognitivos y de personalidad del cliente para los que no dispondría de la preparación necesaria, y la suerte que éste tenga con “dar en la tecla”, debido a la parcialidad de esos conocimientos.
Los Psicólogos Coaches animamos a todos los profesionales que ejercen el coaching, a que se matriculen en grados de psicología y terminen sus estudios de grado, puesto que ello les permitirá ser mejores profesionales, más preparados y eficaces en sus intervenciones de Coaching, además de garantizar a sus clientes pertenecer a una profesión catalogada y regulada legalmente, con todas las coberturas y derechos jurídicos que a éstos les otorgue.