Escucha a tu cuerpo para mejorar tu salud

He tenido una lesión deportiva hace poco. Concretamente una sobrecarga en un tendón del empeine. El otro día le comentaba a una amiga lo que me había pasado y ella me dijo que eso me ha ocurrido por no saber escuchar a mi cuerpo. Aún sabiendo que ella tenía razón, intenté replicarle diciéndole que sí que lo escucho y me pide que haga deporte.

Bromas aparte, ella se refería al hecho de que a veces forzamos la máquina hasta tal punto que no sabemos captar las pequeñas señales que nos indican cuándo debemos parar. Me resultó curioso que empleara esa frase «escucha a tu cuerpo» porque yo también la utilizo conmigo mismo muchas veces.

El dolor

Todo esto me ha llevado a reflexionar. Creo que la sociedad actual ha perdido la capacidad de escuchar al cuerpo que tenían nuestros antepasados. Un dolor es la forma que tiene el cuerpo de decirnos algo. Sin embargo nosotros tratamos de silenciar esa voz a través de los analgésicos.

De acuerdo que existen dolores incapacitantes que requieren medicación. Pero también existen otros dolores leves que tratamos de eliminar sin preguntarnos cuál es su verdadera causa.

Has tenido un día duro en el trabajo, te duele la cabeza y te tomas una aspirina. Está bien que lo hagas un día o dos, pero si todos los días llegas a casa con dolor de cabeza quizá debas plantearte cambiar de trabajo. Si esto no es una opción al menos deberías aprender a reducir tus niveles de estrés y cambiar tu actitud ante los problemas.

El estrés y la ansiedad mantenidos en el tiempo acaban destruyendo el organismo y pueden llegar a generar problemas cardíacos o incluso cáncer. Cuando no quieres oir a alguien que te habla en susurros, tarde o temprano terminará levantando la voz.

También creo que cada vez soportamos menos el dolor. Siento que nuestro umbral de dolor se ha reducido y tratamos de eliminar cualquier pequeña alteración, por leve que sea, que nos impida seguir con nuestro ritmo habitual diario. Un ritmo a veces desbocado que nos lleva a querer conseguir el mayor número de cosas en el menor tiempo posible. Y no podríamos conseguir todo esto en compañía del dolor.

La alimentación

Dejando el dolor de lado, otro ámbito donde creo que no escuchamos a nuestro cuerpo es en la alimentación. Estoy convencido de que si aprendiéramos a escuchar nuestro cuerpo no existiría la obesidad. Deberíamos dejar de comer cuando sintamos el estómago lleno y no cuando el plato se queda vacío. No debes llegar hasta el punto de decir «no puedo más». Si sientes que no puedes más es que ya te has pasado tres pueblos.

El tema de la alimentación no sólo es importante respecto a la cantidad de comida. También debemos aprender a escuchar qué le apetece al cuerpo comer ese día. Un día tu cuerpo te puede pedir verdura y pescado. Otro día pasta y carne. Te garantizo que el día que comas escuchando a tu cuerpo no te sentará mal la comida.

Si me dices que escuchas a tu cuerpo y todos los días te pide pizza quizá tengas una adicción a los hidratos o a la comida rápida. Y las adicciones silencian cualquier otra voz interior.

Los horarios

Comer y dormir son dos necesidades básicas que normalmente realizamos en función de nuestros horarios laborales. Lo ideal sería comer sólo cuando se tiene hambre y dormir únicamente cuando se tiene sueño. Lógicamente poder hacer esto en la sociedad en la que vivimos es casi imposible.

Si no comes dentro de tu horario marcado probablemente el hambre te llegue en mitad del trabajo. En ese momento no podrás parar a comer. A pesar de esto, es posible realizar pequeñas pruebas los días en los que no trabajes, normalmente los fines de semana.Un sábado por ejemplo, despiértate y no mires el reloj en todo el día. Come sólo cuando tengas hambre. No importa la hora. Haz la prueba durante varios días y verás que poco a poco  la voz de tu cuerpo llega a ti con mayor claridad.

A modo de conclusión me gustaría compartir una curiosidad que escuché hace poco:  cuando los animales se encuentran en libertad dentro de su hábitat natural no enferman ni engordan. Quizá algún veterinario podría rebatir este dato u ofrecer más información. Aún así, parece que los animales escuchan a sus cuerpos mucho mejor que nosotros.

Isidro Migallón
Especialista en Marketing Online y psicólogo. Si tú también eres psicólog@ y haces click en mi nombre, descubrirás un regalo que te he preparado.