¿Cómo trabaja un psicólogo en terapia?

El interés por conocer la eficacia de los tratamientos psicológicos se ha multiplicado en los últimos años. Sin embargo, la mayoría de estudios se han centrado en comparar las diferentes corrientes psicológicas (cognitiva, conductual, sistémica, gestáltica, etc.) que en conocer las variables que son más relevantes para que el paciente cambie.

Sabemos que la terapia funciona y que la gente cambia, aunque en muchas ocasiones no conocemos el por qué, de ahí la importancia de los últimos estudios, encaminados en este sentido.

Las últimas investigaciones indican que el proceso de interacción entre psicólogo y paciente es esencial en ese cambio. Esto no se debe ni mucho menos, a una interacción simplista. No se trata de “hablar por hablar”, sino que el manejo intencionado de las claves de esa interacción, ayudan y facilitan el cambio terapéutico.

Se trata de que el psicólogo utilice todos aquellos conocimientos que posee respecto al cambio de conducta y los aplique en el proceso terapéutico. De esta manera, reforzará ciertas conductas de manera verbal o utilizando estímulos discriminativos.

Aunque la terapia suele ser fundamentalmente hablada, y que se puede considerar la situación clínica como una analogía del contexto natural, pocos estudios se centran en investigar esta interacción. 

En los últimos años encontramos que la relación terapéutica y las técnicas utilizadas forman parte de un proceso de aprendizaje y que ambos son necesarios para el cambio. En este sentido, el proceso terapéutico que facilita el cambio en la persona se compondría de las técnicas utilizadas, de la relación terapéutica, y del proceso que conlleva la interacción entre psicólogo y paciente.

El psicólogo debe poner en marcha una serie de procesos de aprendizaje que faciliten la conducta deseada y utilizar los mecanismos de aprendizaje (discriminación, refuerzo, etc.) para apoyar al cambio del paciente.

Además, establece una relación terapéutica de alianza con el paciente, en el que ambos se han de comprometer a hacer lo posible por efectuar el cambio. Debe quedar claro que los pasos ha de darlos el paciente, puesto que el psicólogo actúa como guía.

Por otra parte, las técnicas utilizadas han demostrado validez científica, es decir, su aplicación genera cambios en las conductas no deseadas y potencia las deseadas. Por ejemplo, sirven para dejar de fumar y también para aumentar la autoestima.

Sin embargo, es importante remarcar que no todas las técnicas sirven para lo mismo ni pueden ser utilizadas en momentos temporales indistintos. De igual forma no son siempre útiles para todas las personas.

Cada persona necesitará unas técnicas y cada problemática un trabajo específico. Por esta razón, el psicólogo ha de escoger las técnicas adecuadas para cada persona, situación y momento.

Existen otros factores que influyen en que se produzca o no el cambio terapéutico:

  • La motivación del sujeto
  • Si económicamente puede permitirse acudir a terapia con cierta asiduidad
  • Tener un objetivo claro
  • Poseer ayuda familiar o social
  • Si es una persona constante que pone en práctica todas las técnicas aprendidas
  • El grado de implicación (que el paciente ejerza un papel activo a lo largo de todo el proceso terapéutico)
  • El grado de abandono en la terapia
  • El contexto de la persona
  • Su nivel de confianza hacia la terapia. Es importante que no haya resistencias hacia el tratamiento psicológico
  • Su sinceridad
  • La relación que establece con el psicólogo.
  • También existen factores que dependen del psicólogo, como su formación, su nivel de pericia y habilidades, el momento personal en el que se encuentre, el llamado burn out (desgaste profesional).

Respecto a la motivación del sujeto,  es un aspecto que resulta esencial para que se dé el cambio terapéutico. En la práctica clínica se presupone esta motivación ya que el sujeto acude a terapia para cambiar alguna conducta, se debe prestar atención a este aspecto porque no siempre es así.

En la misma práctica clínica encontramos casos de pacientes con poca o nula motivación, como en casos de terapia de pareja en los que solo uno de los dos miembros quiere cambiar.

También ocurre cuando acude un adolescente “obligado” por sus padres sin intención de cambiar.  En esos casos, se ha de comenzar trabajando la motivación, haciendo ver al paciente los beneficios de ese cambio. Se le explicará que será un proceso paulatino que conllevará esfuerzo pero que el resultado superará al sacrificio.

 Se trata en estos casos, de un proceso más largo y lento, ya que hay que partir desde un punto más lejano al objetivo final. No obstante, empleando algo más de tiempo puede lograrse satisfactoriamente.

Por lo tanto, podemos afirmar que la terapia psicológica consigue hacer que las personas cambien gracias al proceso dialéctico que se establece en consulta.

Mariva Psicólogos
Servicio joven y profesional de psicología.