Secretos del Mindfulness

La investigación que estoy realizando para la Universidad de Murcia en Mindfulness está aclarando bastantes lados ocultos de esta disciplina que algunos consideran “milagrosa” atribuyéndole una función casi mágica, mientras en otros casos parece surtir efectos totalmente opuestos.

Por qué funciona el Mindfulness y qué es lo que funciona

La mayor utilidad y funcionalidad de esta disciplina es que permite lograr en plazos muy cortos de tiempo (20-40 minutos), a través de varios ejercicios, una separación entre la componente cognitiva vinculada a los pensamientos, y la componente emocional consecuencia de esos pensamientos.

A lo largo del día, entretenidos por las muchas actividades y pensamientos que tenemos, vivimos un torbellino de estados emocionales y nos identificamos con ellos con extrema facilidad por no dedicarnos el tiempo necesario para averiguar qué es lo que está causando esas emociones. Simplemente nos identificamos con las emociones sin discernir por qué las estamos teniendo y cuál es nuestra implicación personal en seguir atrapados en ellas cuando no conseguimos salir de esos estados.

Bien, a través de los ejercicios de atención plena, podemos “alejarnos de los árboles para ver el bosque”. Y desde esa perspectiva todo asume una componente de relativización que nos ayuda analizar con sosiego qué es lo que más nos interesa y nos conviene, en lugar de reaccionar de manera automática. Este es el gran beneficio de esta disciplina y es universal. Toda persona que la practica parece darse cuenta de esta mejoría.

Cuando no funciona el Mindfulness: ¿por qué no funciona?

Muchos programas de mindfulness (el MBSR de la Universidad de Massachusetts, y el MBET de la Universidad de Murcia) parecen tener algo en común que puede dificultar su provecho, sobre todo cuando se toman con excesivo ahínco por parte de los practicantes: ser muy puristas y perfeccionistas, tratando de cumplir con todas las exigencias del programa puede traer efectos colaterales generando estrés, en lugar de reducirlo.

Es más, según lo que estoy averiguando, todo parece apuntar que cuando el programa se realiza con una actitud muy rígida por parte del practicante (o de los docentes), en el supuesto de que éste se encuentre imposibilitado en la realización de la práctica por factores ajenos a su voluntad, su percepción de persona competente y en grado de lograr lo que se propone viene a menos, incrementando la frustración y reduciendo el nivel de auto-eficacia.

Según los datos a disposición, todo apunta a que cuando un programa no se logra cumplir en un porcentaje de realización mayor del 30%, la persona parece experimentar una reducción de su nivel de auto-eficacia.

Esto impulsa a configurar programas de reducción/regulación del estrés menos exigentes y más flexibles, incorporando al concepto de atención plena, en ocasiones tratado por los docentes con excesiva firmeza y rigidez, sobretodo si vienen del Zazen, al concepto de fluidez, basado en la flexibilidad y en la adecuación de los retos a las habilidades y posibilidades de la persona.

Roberto Crobu
Psicólogo, Coach, Conferenciante y Escritor. Máster en Dirección de Recursos Humanos.