Los poemas del barroco español son una de las joyas de la poesía en habla hispana. Se trata de una de las épocas de la historia en la que la poesía ocupó un lugar importante dentro de la literatura universal, gracias a la calidad de los exponentes y de las formas poéticas cultivadas en la época.
¿En qué consiste la poesía barroca?
La poesía barroca emerge en España a finales del siglo XVI y tiene su esplendor en el siglo XVII. Los poemas del Barroco transforman todo lo planteado en el Renacimiento, y se atreve a hablar del desencanto, el desengaño y las caras más dramáticas de la existencia que merecen ser exaltadas por los lenguajes poéticos.
Este tipo de poesía se destaca por privilegiar el deleite estético, para esto los autores del barroco se valían de figuras y juegos literarios, ornamentación, enrarecimiento del lenguaje, musicalidad y otros recursos estilísticos que tenían como objetivo despertar emociones a través de la palabra y envolver a los lectores en una aura poética.
Algunos de los temas tratados por la poesía barroca son el amor, el desamor, el desaliento, el desengaño, el inconformismo y la desesperación, todas facetas de la vida que conectan a seres de diferentes épocas a través del arte.
Importancia de la poesía barroca española
Los poemas del Barroco Español, marcan un antes y un después en el mundo de la poesía escrita en español. Aquí se da el brillo monumental de las formas clásicas que estaban siendo exploradas desde tiempo atrás como la décima espinela y el soneto.
Los poetas de la época hicieron que España tuviese un florecimiento literario importante, que hizo que la poesía escrita en castellano tuviera un lugar privilegiado dentro de las artes universales.
Ahora después de tanta teoría queremos compartir contigo algunos de los poemas del Barroco.
Los mejores poemas del barroco comentados
Hablar de poesía no es tan divertido como sentirla. Es por eso que a continuación compartiré algunos de los mejores poemas del barroco con un breve comentario que estimule tu sensibilidad.
1. Esto es amor (Lope de Vega)
«Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.»
El amor siempre será una mezcla de paradojas, él hace que todo lo nuestro emerja, la luz y la sombra, lo «bueno» y lo «malo».
Este enfrentamiento nos enseña a descubrir partes de nosotros que desconocíamos hasta entonces. Emociones que no nos atrevíamos a reconocer o a explorar.
2. En perseguirme mundo ¿Qué interesas? (Sor Juana Inés de la Cruz)
«En perseguirme, Mundo, ¿qué interesas?
¿En qué te ofendo, cuando sólo intento
poner bellezas en mi entendimiento
y no mi entendimiento en las bellezas?
Yo no estimo tesoros ni riquezas;
y así, siempre me causa más contento
poner riquezas en mi pensamiento
que no mi pensamiento en las riquezas.
Y no estimo hermosura que, vencida,
es despojo civil de las edades,
ni riqueza me agrada fementida,
teniendo por mejor, en mis verdades,
consumir vanidades de la vida
que consumir la vida en vanidades.»
El mundo ha sido moldeado por un sistema que le da más valor a la apariencia que al contenido. La poeta lo que hace es descubrir la belleza que se esconde en el lado que la sociedad rechaza.
Ella es uno de los exponentes femeninos de los poemas del Barroco, que nos dejará sin aliento, con cada una de sus letras incendiarias.
3. Amor constante más allá de la muerte (Francisco de Quevedo)
«Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.»
Este es uno de los poemas del barroco español más reconocidos. Aquí exploramos la esencia del amor como algo eterno que ni la muerte puede arrebatar.
4. Monólogo de Segismundo (Pedro Calderón de la Barca)
«Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.»
Este monólogo hace parte de la obra La vida es sueño, una de las más laureadas del Siglo de Oro Español y aunque hace parte de una obra completa, es considerado uno de los mejores poemas del Barroco español.
Aquí, Calderón de la Barca nos pone frente a una idea filosófica en la que la realidad y los sueños terminan por confundirse, tanto, que si lo miramos bien, nadie podría asegurar que en realidad no se encuentra en un sueño.
5. A los celos (Luis de Góngora)
«¡Oh niebla del estado más sereno,
Furia infernal, serpiente mal nacida!
¡Oh ponzoñosa víbora escondida
De verde prado en oloroso seno!
¡Oh entre el néctar de Amor mortal veneno,
Que en vaso de cristal quitas la vida!
¡Oh espada sobre mí de un pelo asida,
De la amorosa espuela duro freno!
¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,
Vuélvete al lugar triste donde estabas,
O al reino (si allá cabes) del espanto;
Mas no cabrás allá, que pues ha tanto
Que comes de ti mesmo y no te acabas,
Mayor debes de ser que el mismo infierno.»
Este poema nos enfrenta al problema de los celos, como algo ingobernable que se puede convertir en el infierno no solo de una persona, sino del amor mismo.
Los celos son una de las problemáticas que más acaba con la tranquilidad, el amor propio y las relaciones de pareja. Como la poesía busca hacernos sentir una experiencia ajena, este poema logra por mucho, describir lo que siente un celoso.
En este punto, conviene resaltar que los celos son un tema común dentro de los poemas del Barroco.
6. Cuando Preciosa el Panderete toca (Miguel de Cervantes Saavedra)
«Cuando Preciosa el panderete toca
y hiere el dulce son los aires vanos,
perlas son que derrama con las manos;
flores son que despide de la boca.
Suspensa el alma, y la cordura loca,
queda a los dulces actos sobrehumanos,
que, de limpios, de honestos y de sanos,
su fama al cielo levantado toca.
Colgadas del menor de sus cabellos
mil almas lleva, y a sus plantas tiene
Amor rendidas una y otra flecha.
Ciega y alumbra con sus soles bellos,
su imperio Amor por ellos le mantiene,
y aún más grandezas de su ser sospecha.»
En este poema del gran Miguel de Cervantes, evidencia los efectos del amor. Particularmente se da la exaltación amorosa de una mujer que ha robado el corazón del poeta y que se evidencia en la belleza extraída de un acto sencillo como tocar panderete.
7. Triunfo de amor (Tirso de Molina)
«Hagan plaza, den entrada,
que viene triunfando Amor
de una batalla mortal
en que ha sido vencedor.»
El amor es una de las batallas más intensas de los seres humanos. Si hablamos de que una relación es una asociación de dos individuos que tienen sus propios retos internos, acompasar el deseo de dos seres, siempre significará una batalla, en la que cuando triunfamos sentimos que hemos llegado al punto más alto del universo.
8. Soneto III (Francisco de Medrano)
A San Pedro, en una borrasca, viniendo de Roma
«Pescador soberano, en cuyas redes
los monarcas mayores han estado
dichosamente presos, y cambiado
en gloria sus prisiones y en mercedes;
tú que abrir y cerrar el çielo puedes,
con poderosa llave, a tu ganado,
y alcaçar en la tierra has alcançado
con colunas de pórfido y paredes:
los ojos vuelve al mar enfureçido,
y pues tal vez osó mojar tu planta
aun siendo ‘ollado de tu fee animosa,
su ‘inchazón rompe, acalla su rüido,
y enseñado dicípulo, levanta
mi fee y mis pies con mano poderosa.»
Lo primero a destacar en este poema es el uso arcaico del lenguaje, en donde se ponen en evidencia las formas lingüísticas de la época.
Este soneto es dedicado a un personaje público, es un rasgo muy distintivo del Barroco, en donde se exaltaban las virtudes de los ciudadanos más prominentes.
9. Encendida Rosa (Francisco de Rioja)
«Pura, encendida rosa,
émula de la llama
que sale con el día,
¿cómo naces tan llena de alegría
si sabes que la edad que te da el cielo
es apenas un breve y veloz vuelo?
y no valdrán las puntas de tu rama,
ni tu púrpura hermosa
a detener un punto
la ejecución del hado presurosa.
El mismo cerco alado,
que estoy viendo riente,
ya temo amortiguado,
presto despojo de la llama ardiente.
Para las hojas de tu crespo seno
te dio Amor de sus alas blandas plumas,
y oro en su cabello dio a tu frente.
¡Oh fiel imagen suya peregrina!
Bañóte en su color sangre divina
de la deidad que dieron las espumas;
¿y esto, pupúrea flor, y esto no pudo
hacer menos violento el rayo agudo?
Róbate en una hora,
róbate silencioso su ardimiento
el color y el aliento;
tiendes aún no las alas abrasadas
y ya vuelan al suelo desmayadas.
Tan cerca, tan unida
está al morir tu vida,
que dudo si en sus lágrimas la Aurora
mustia, tu nacimiento o muerte llora.»
Para Rioja la vida es tan etérea y sutil que el tránsito entre vida y muerte es casi ilusorio. En este poema celebra la rosa y su apasionamiento por la existencia, aunque la muerte siempre le esté pisando los talones. Vida y muerte es una dualidad de la que no podemos escapar.
10. Décima V (Juan de Tassis)
«Mi amante desasosiego
tan tiernos tormentos pasa
que comprende que se abrasa
y advierte que eres tú el fuego.
Ciego de adorarte, y ciego
de no gozarte, me das
con riguroso compás
los favores menos buenos,
y no es justo que en lo menos
te olvides de lo que es más.»
Esta décima nos pone frente al ardoroso deseo y sus efectos. Cuando deseamos a alguien que no cumple nuestras expectativas, las emociones se revuelven y la vida se torna indescifrable.
El dolor es el precio del deseo, y quien se apasiona es lógico que se enfrente a la zozobra, por la necesidad de apoderarse del objeto de su deseo.
11. No miréis más (Gutierre de Cetina)
«No miréis más, señora,
con tan grande atención esa figura,
no os mate vuestra propia hermosura.
Huid, dama, la prueba
de lo que puede en vos la beldad vuestra.
Y no haga la muestra
venganza de mi mal piadosa y nueva.
El triste caso os mueva
del mozo convertido entre las flores
en flor, muerto de amor de sus amores.»
La belleza es una de las encargadas de acercarnos al amor. El amor como idea, en los poemas del Barroco, implica un desespero rotundo por el ser amado, una dependencia vital frente a nuestro objeto de deseo.
12. De la lira (Esteban Manuel Villegas)
«Quiero cantar de Cadmo,
quiero cantar de Atridas:
mas ¡ay! que de amor solo
sólo canta mi lira.
Renuevo el instrumento,
las cuerdas mudo aprisa;
pero si yo de Alcides,
ella de amor suspira.
Pues, héroes valientes,
quedaos desde este día,
porque ya de amor solo
sólo canta mi lira.»
En este poema exploramos el amor poniendo en evidencia, personajes mitológicos para los que el amor ha sido su condena.
La lira en sí misma es un instrumento asociado con el amor y con la exaltación de la poesía, en esta línea de sentido, el poema cobra un sentido tremendo, pues el poeta en un estado de desamor cede su voz a la lira.
13. Amor y aborrecimiento (Juan Ruíz de Alarcón)
«Hermoso dueño mío,
por quien sin fruto lloro,
pues cuanto más te adoro
tanto más desconfío
de vencer la esquiveza
que intenta competir con la belleza!
La natural costumbre
en ti miro trocada:
lo que a todos agrada
te causa pesadumbre;
el ruego te embravece,
amor te hiela, llanto te endurece.
Belleza te compone
divina-no lo ignoro,
pues por deidad te adoro-;
mas ¿qué razón dispone
que perfecciones tales
rompan sus estatutos naturales?
Si a tu belleza he sido
tan tierno enamorado,
si estimo despreciado
y quiero aborrecido,
¿qué ley sufre, o qué fuero,
que me aborrezcas tú porque te quiero?»
El amor no siempre es correspondido. En la mayoría de los casos las personas que no ven su amor correspondido, creen que el otro los aborrece u odia.
No obstante, esto no es un efecto del amor, sino una consecuencia de que el amor romántico es algo que no se debe forzar, y como diría otro escritor «El hecho de que alguien no te quiera como quieres, no significa que no te quiera»
14. Ir y quedarse (Lope de Vega)
«Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.»
La vida es un eterno movimiento entre bienvenida y despedida. Esta mezcla de paradojas es la que hace que la vida sea confusa, pero también interesante. Aprender a navegar en este mar dualidades es una condición para que la vida no nos duela tanto.
Con sonetos como estos, es indiscutible que Lope de Vega es uno de los mejores exponentes dentro de los poemas del Barroco.
15. Definición de amor (Francisco de Quevedo)
«Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.»
En este hermoso poema, Quevedo dibuja al amor como a un niño por su capacidad de ser juguetón, de moverse de un lado al otro y de reunir todas esas contradicciones en el cuerpo de los amantes.
Hasta aquí nuestra selección de poemas del Barroco, esperamos que los disfrutes y te atrevas a explorar un poco más del maravilloso mundo de la poesía española, en donde encontrarás las líneas que dibujan el espíritu de una época de modo magistral.
Los poemas del Barroco son una forma de conectar con el alma humana y su estado atemporal.