Cómo elegir tu futuro profesional sin equivocarte

Muchas veces desde niños tenemos una idea de lo que queremos ser cuando seamos mayores. Pero en esa edad en la que nuestras preocupaciones solo tienen que ver con los deberes de matemáticas, lengua, con sacar buenas notas… Tal vez no estemos siendo del todo objetivos. Obviamente esta falta de objetividad queda explicada en el hecho de que aún no nos encontramos en el estadio madurativo adecuado, así como tampoco hemos vivido muchas otras cosas previas e importantes a esa decisión.

Pero con este artículo lo que pretendo es hacer comprender a todos aquellos jóvenes que estén a punto de empezar una carrera universitaria, un grado superior de formación profesional o cualquier otra cosa; que lo más importante antes de tomar una decisión es pensar sobre aquello que te haría feliz hacer todos los días.

Es fundamental y totalmente recomendable a la hora de tomar una decisión tan importante, no dejarse llevar por las opiniones de los demás. Y por “demás” se entienden todas aquellas personas que no estén de acuerdo con tu decisión e intenten proponerte la que ellos creen que será la adecuada.

Tal es el caso de muchos padres que una vez que sus hijos les han informado de que han tomado la decisión de que no quieren hacer carrera, se frustran o piensan que por eso son menos listos e inteligentes que los demás. Es en ese instante, cuando progresivamente les van convenciendo, intentando que vean las ventajas a una carrera universitaria con la que ellos no se sienten identificados.

A todos y todas os digo que esto es un error muy grave.

Simplemente hay que pensar que el trabajo es una de las cosas en las que más tiempo vais a invertir en un futuro. ¿Sería cómodo y sano estar trabajando durante ocho horas diarias toda tu vida en algo que no te guste? indudablemente sería algo totalmente agotador y frustrante a la vez.

A continuación, vamos a señalar algunos de los inconvenientes que pueden tener lugar si la persona no elige su profesión laboral con el corazón, sino que lo hacen guiados por la opinión de otros, aunque esos otros sean sus figuras de referencia.

  • Probablemente sientas mucha tristeza a la hora de hacer la matricula, pensando que estás tomando la decisión equivocada pero el gran temor a fallar a los demás te impide cambiarla.
  • Sentirás frustración en cada clase a la que asistas, pensando que es por obligación.
  • Serás más propenso a experimentar un alto nivel de estrés, lo que podría desencadenar en un fracaso académico.
  • Cuando por fin, consiguieras graduarte, el hecho de levantarte para ir a trabajar todos los días se volvería un mundo.
  • Podrías ser más propenso a sufrir el Síndrome de Burn Out.
  • Desbordarías toda esa frustración con las personas que menos se lo merecerían.

En conclusión, serías victima toda tu vida de una mala decisión.

¿Pero que pasaría si escoges tu profesión con el corazón?

  • Probablemente seas feliz estudiando algo que te gusta.
  • Disfrutaras aprendiendo cada asignatura y con tu propia evolución.
  • Sabrás que tomaste la decisión adecuada porque es la que te hace feliz cada día a pesar de las pequeñas dificultades que se puedan encontrar.
  • Posiblemente tu rendimiento académico sea mucho más productivo y recogerás mejores frutos.
  • Cuando tengas que trabajar durante ocho horas, el tiempo pasará antes si lo haces en algo que te apasiona y con lo que te sientes realizado/a.

Con todo esto, no quiero decir que no en ciertas ocasiones no venga bien pedir el consejo u opinión de todas aquellas personas que nos quieren y que nos han apoyado siempre como suelen ser los padres y demás familiares. Simplemente te ánimo a que la última palabra sobre tu futuro profesional sea la tuya, pues eso será también un gran signo de autonomía e independencia.

Acordaos de esa frase que decía: Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar en tu vida.

Diana Rubio
Técnico en Integración Social. Psicóloga por la UNED