Guía para enfocar un tratamiento y elegir la estrategia de intervención

Iniciar una relación con el cliente no es fácil cuando se dispone de varias técnicas y estrategias de intervención: ¿Cómo hacerlo? ¿Cuál usar? ¿Por qué? ¿Será la más adecuada para el cliente?

En este post te ofrezco una guía sobre los pasos a dar en una primera sesión y atender de la mejor manera a tu cliente.

1. Ten claro qué es lo que puedes ofrecer y cuál es tu estilo de trabajo, el paradigma desde el que actúas, y comunícalo a tu cliente: te ayudará a tener seguridad y dársela a él/ella, sobre si tú eres la persona adecuada para él/ella. En mi caso las personas que trabajan conmigo saben que el objetivo de todo camino de desarrollo psico-emocional es aprender a mantener el equilibrio, el foco y la fluidez.

2. Ten claro que toda consulta parte de una necesidad y es siempre la misma: se trata de la necesidad de la persona de volver a lograr un cierto equilibrio porque algo ha sucedido y no se encuentra bien.

3. Identifica la fuente y la causa del desequlibrio: porque toda fuente de desequilibrio o malestar suele ser generada en la persona por una forma de afrontar lo que le suceda y tener que hacer algo, bien con aquello que le afecta o bien con su manera de tomárselo. En ambos casos el elemento que siempre está presente es la necesidad de la persona de re-establecer el equilibrio emocional.

4. Identifica la necesidad que tiene la persona sobre cómo volver a ese equilibrio: esa necesidad es lo primero que hemos de identificar y lo único con lo que hemos de trabaja

5. Analiza con él/ella las dos posibles estrategias para resolver el conflicto: hay dos formas de resolver el conflicto o desequilibrio marcado por la necesidad de una persona. Una es lograr lo que supone la satisfacción de esa necesidad (vía de la Realización), y la otra es eliminar esa necesidad (vía de la Aceptación).

6. Ayúdale a elegir el camino: como consecuencia de esa necesidad, el cliente puede elegir si quiere que le acompañes para tratar de cambiar lo de fuera, es decir poner en práctica las acciones necesarias para cambiar la situación, o cambiar su forma de afrontarlo, es decir tratar de construir un significado alternativo a lo que le ocurre, con el cual sentirse más cómodo y aceptar la situación.

7. Deja claras la expectativas: no existe entre los dos el camino fácil, ya que cada uno siempre esconde insidias, dificultades y sorpresas no del todo agradables. De hecho, ambos caminos presentan y parten de la misma necesidad inicial.

8. Firma un acuerdo (compromiso de ayuda) definiendo muy bien para cual de los dos caminos le vas a ayudar.  

Aceptación

Es el camino de la resiliencia y del desapego, del entender que aceptar una realidad no significa resignarse, sino aprender a valorar los aspectos positivos y entrever las oportunidades que esconde.

Si un chico llega a la edad en que decide aceptar que no será futbolista profesional por estudiar una carrera, esto no significa que pasará toda su vida con la duda de no saber que hubiese pasado en caso de intentarlo, sino que aceptará vivir con la certeza de haber tomado una decisión que presenta la oportunidad de estudiar una carrera y ser profesional de la rama que le corresponda.

La estrategia de mi intervención con la que trabajo en estas fases se basa en el Mindfulness la Psicología Positiva y la Psicología Cognitiva. La línea estratégica principal es acompañar a la persona a desapegarse de su propia necesidad inicial de ser futbolista, para vivir en paz sin ella. Eliminada la necesidad que causa el malestar, se eliminará el malestar. 

Realización

Es el camino de la definición de objetivos ambiciosos y planes de acción. El camino de la motivación de gran alcance, del compromiso y la superación. Este camino requiere hacer todo lo que es preciso (y a veces incluso más) para alcanzar el objetivo que supone la satisfacción de la necesidad de la persona.

Llegar a la cumbre del Everest sin oxigeno supone un logro que requiere gran esfuerzo y un foco dirigido y sostenido en el tiempo. Si la persona no acepta la posibilidad de no haberlo intentado, tendrá que cumplir con varias etapas de un plan de acción a muy largo plazo que requiere desde reunir los medios, hasta disponer del tiempo, como el superar fracasos y acumular la experiencia suficiente.

El nivel de compromiso con el cliente no cambia, aunque en este caso el trabajo consiste en mantenerle atado y apegado a esa necesidad y voluntad, incluso en los momentos en que puede plantearse desistir. La Psicología Positiva y la Psicología Humanista son los marcos referenciales del trabajo en este aspecto, aunque el estilo de actuación que uso es el del Coaching Ejecutivo y de Equipos.

Roberto Crobu
Psicólogo, Coach, Conferenciante y Escritor. Máster en Dirección de Recursos Humanos.