Al hablar de ansiedad, solemos confundir el concepto con el de angustia, y si bien, uno aparece inmediatamente que el otro, es necesario hacer la diferencia, puesto que uno se trata de un síntoma que afecta al paciente (angustia) y el otro es el conjunto de síntomas que forman el síndrome que aqueja a la persona (ansiedad).
Ambos forman lo que conocemos como Trastornos de Ansiedad, o en su caso, el tema que tocaremos a continuación en este artículo.
Diferencia entre ansiedad y angustia
Al encontrarnos delante de cualquiera de estos dos términos, lo primero que pensamos es que nos enfrentamos a la misma situación y probablemente esto se deba al uso coloquial que le otorgamos a ambas palabras, donde en lo cotidiano prácticamente es lo mismo lo uno que lo otro.
Sin embargo, como profesionales de la salud mental, hay que tener muy bien definidos ambos términos, ya que eso nos permitirá entender la situación por la que el paciente se encuentra pasando.
La ansiedad aparece de forma constante y durante más tiempo en la persona que la padece debido a distintos sucesos o por causas diferentes, y en su gran mayoría por pensamientos irreales y distorsionados que hacen sentir en peligro constante a quien la padece.
Cuando comenzamos a sentirnos ansiosos, nuestro Sistema Nervioso Autónomo se activa liberando adrenalina y cortisol en forma de pensamientos, emociones o síntomas fisiológicos, generando el malestar.
Si hablamos de una ansiedad dentro de los parámetros de normalidad, donde la persona es capaz de tolerarla, estamos hablando de un síntoma que nos permite sobrevivir a las situaciones cotidianas de la vida, anticipándonos al peligro, buscando una forma de evitar el riesgo.
Cuando esta ansiedad supera los umbrales de resistencia de la persona y se vuelve patológica, representa un comportamiento desadaptativo en los ámbitos familiares, sociales o laborales.
Por su parte, la angustia es una emoción que todo ser humano llegar a experimentar al menos una vez en su vida, presentada como un sentimiento de desesperación desbordante.
Se presenta como una sensación de estar paralizado, y a diferencia de la ansiedad, en la angustia predomina la sintomatología fisiológica, caracterizada por dolores de cabeza, enuresis, temblores, vértigo, mareo, sudoración, entre otros.
Una vez que la angustia supera la intensidad y la duración con la que se ha presentado nos encontramos frente a la patología denominada: crisis de ansiedad.
¿Qué es una crisis de ansiedad?
Una crisis de ansiedad, también conocida como crisis de angustia o crisis de pánico, se trata de un conjunto de pensamientos, emociones y síntomas fisiológicos, es decir, la suma de ansiedad y angustia que llega a ocurrir sin ningún desencadenante específico.
Para la persona que la llega a presentar, ésta debió haber estado sometida a mucho estrés, estrés continúo, o en algunos casos a algún evento traumático. Por lo general, se presentan con un malestar físico agudo, sin que la persona llegue a encontrar alivio en la medicación presentada por el médico, pues se trata de un padecimiento emocional.
Las crisis de ansiedad surgen debido a la idea constante que la persona tiene de no poder solucionar alguna situación por la que se encuentre pasando, volviéndose un miedo irreal que deriva en la angustia y principios de ansiedad, donde si ésta no es controlada a tiempo o sobrepasa los recursos del paciente, se vuelve entonces una crisis que se debe tratar.
Éstas, alcanzan su máximo nivel durante los primeros diez minutos, donde el síntomas físicos y los pensamientos obsesivos fantasiosos recurrentes son elevados y la persona tiene dificultad para controlarlos por sí sola.
Características de las crisis de pánico
Como hemos visto en los apartados anteriores, las crisis de ansiedad se caracterizan por síntomas físicos pensamientos irracionales y emociones incontrolables para las personas.
A continuación, se presentan algunas de las características de estas crisis y que podrían ayudarte a identificar cuando alguno de tus pacientes presenta ese tipo de patología.
- Incremento brusco de la sensación de miedo y angustia.
- Palpitaciones frecuentes.
- Aumento de la temperatura corporal.
- Sudoración.
- Despersonalización (sentirse fuera de sí mismo)
- Desrealización (sensación de que lo que está ocurriendo no es real, sino imaginario).
- Temor a perder el control, el conocimiento o de morir.
- Sensación de ahogo.
- Sofocación.
- Opresión o malestar torácico.
- Sensación de entumecimiento u hormigueo de alguna parte del cuerpo.
Si bien, es necesario conocer las características de las crisis de ansiedad, se debe mencionar que el diagnóstico hecho por nosotros como psicólogos no es suficiente, ya que además de ajustarnos a algún modelo psicoterapéutico, debemos derivar al paciente con el psiquiatra.
En ocasiones el paciente necesita medicación para el control de los neurotransmisores que anteriormente mencionamos (adrenalina y cortisol), para que de esta forma el paciente encuentre la forma de recuperarse y tener una mejor calidad de vida.