Dalí y Gala: Un amor cercano a la locura

Curiosamente, Salvador Dalí (al igual que Van Gogh) tenía un hermano mayor que se llamaba como él.

Su hermano que murió a los dos años marcó mucho la vida del artista, tanto es así que llegó a sufrir crisis de personalidad y creía que él era la reencarnación de su hermano muerto (idea que sus padres habían alimentado).

Dalí al igual que Van Gogh realiza una metamorfosis en un intento de liberarse de aquel designio autoimpuesto de ocupar el lugar de su hermano muerto en el imaginario de sus padres. Acaba convirtiéndose en el excéntrico artista que todos conocemos.

Cuando Dalí tenía 16 años, su madre murió de cáncer. Tras su muerte el padre del pintor se casó con la hermana de su esposa fallecida. De más está decir que Dalí nunca aceptó este enlace.

En su juventud, Dalí atrajo la atención por su extravagante personalidad. Compartía la residencia con personajes como Federico García Lorca y Luis Buñuel.

En 1926, Dalí fue expulsado de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. La razón de ello fue que sostenía que no había nadie allí en condiciones de evaluarlo. Como podemos observar. El pintor tenía una tendencia al narcisismo y a la megalomanía.

En esa época Dalí se dejó crecer un llamativo bigote, que imitaba al gran pintor Diego Velázquez y que  se convertiría en su sello personal por el resto de sus días.

Dalí y el método paranoico-crítico

Dalí por aquellos años abrazó el surrealismo y creó el método paranoico-crítico. El pintor sostenía que la paranoia permite percibir enlaces entre objetos que racionalmente no pueden hallarse.

Este método paranoico-crítico ayudaba a acceder al inconsciente y contribuía a la sublimación. Esta técnica elaborada por Dalí había sido ampliamente influenciada por la obra de Sigmund Freud.

Dalí creó este método después de leer La Interpretación de los Sueños de Freud. Su obsesión por lo doble, por la repetición de forma oculta lo llevó a desarrollar este método.

Esta obsesión por los dos planos: lo vivo y lo muerto, lo real y lo imaginario, fue impulsada por la búsqueda de conseguir una identidad propia. Puede ser observada en sus obras principales.

Dalí fue un hijo sobreprotegido que vivió con una gran carga emocional al tener que reemplazar a su hermano muerto. Fue un niño lleno de caprichos, al punto de llegar a defecar en distintos lugares para llamar la atención y nunca recibió una corrección sobre este comportamiento.

Llegó a sentirse el centro del universo y sublimaba toda esa angustia y agresión, que le generaba no ser objeto de deseo por parte de los padres, mediante la creación de sus magníficas obras.

Dalí y Gala

En 1929 Dalí se enamoró perdidamente de una rusa a la que llamó Gala. Era 11 años mayor que él y se convertiría en su musa inspiradora y única esposa. Gala fue la primera en darse cuenta de su talento y en apreciar la riqueza que ese talento podría producir.

En 1932 Gala se divorció del poeta Paul Éluard y dos años más tarde se casó con Dalí. Gala tuvo varias relaciones extramatrimoniales a las que Dalí nunca se opuso. Al parecer, a Dalí le gustaba observar y a Gala le gustaba ser observada.

Por un lado, él abusaba del voyeurismo y de la masturbación mientras que por el otro, Gala parecía ser en su vida la suplente de su madre sobreprotectora a la que él amaba y admiraba profundamente.

Su padre desaprobaba su vinculación con artistas surrealistas y su romance con Gala, quien era mayor que él y se encontraba casada, tanto como Salvador Dalí había desaprobado el matrimonio de su padre con su tía.

Su padre terminó por desheredarlo y Dalí contrajo matrimonio con Gala en 1934.

Inicialmente Gala rechazaba a Dalí porque sostenía que Salvador parecía un bailarín de tango. Sin embargo, luego de ver sus pinturas, cambió de opinión.

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Dalí estaba tan obsesionado con Gala que para conquistarla se paseaba en frente de ella con un geranio rojo detrás de su oreja. Usaba un perfume mezclado con estiércol de cabra y un collar de perlas. Se afeitaba sus axilas hasta que le sangraran y sufría de histéricos ataques de risa.

Sus tendencias sexuales eran de lo más llamativas. Por esta razón, los periodistas inhibidos por la personalidad de Dalí no solían preguntarle por sus relaciones sexuales.

El amor llegó tan lejos que en los años 30 comenzó a firmar sus cuadros como Gala- Dalí. Sin embargo, esta pareja presentaba una dependencia mutua sin lealtad sexual.

Sus amigos cercanos describían a Gala como ninfómana mientras que Dalí aborrecía ser tocado y parecía tener inclinaciones homosexuales. Aun así los dos funcionaban bien juntos. Pese a sus aparentes diferencias, los dos eran bastante similares.

Ambos eran exhibicionistas, ambiciosos, originales y habían sufrido traumas durante la infancia. Además, los dos tenían un gran olfato para saber dónde se encontraba el negocio…

Dalí, el gran masturbador, creyó durante mucho tiempo que era impotente y desarrolló una obsesión por él. Según él, la masturbación le servía de inspiración.

Debido a la educación extremadamente conservadora que había recibido en su casa, Dalí tenía problemas para concebir el acto sexual como algo totalmente natural.

Es más, su padre le había mostrado de niño imágenes sobre terribles enfermedades de transmisión sexual. Al parecer, Dalí llegó virgen al matrimonio con Gala mientras que ella tenía una vasta experiencia sexual.

Gala lo fue todo para Dalí, su musa, modelo, amiga, compañera, amante, esposa y hasta su madre sustituta. Los rumores decían que antes de que apareciera Gala en su vida, entre Dalí y su hermana Ana María existía algo más que un cariño de hermanos.

Ana María y los amigos más íntimos de Dalí, acusan a Gala de ser la culpable de ocasionar un cambio tal en Dalí que provocara el alejamiento de éste de sus seres queridos e incluso de él mismo. Sus nuevas amistades no se daban cuenta que bajo ese carisma cautivador Dalí se encontraba próximo a perder la cordura.

En 1931, Dalí pintó su obra más célebre “La Persistencia de la Memoria”. Esta obra es conocida también como los relojes blandos de estilo surrealista. Hoy se conserva en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

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Los relojes, como la memoria, se van reblandeciendo con el paso del tiempo. Estos relojes marcan las seis que es considerada la hora del surrealismo. 

Algunos creen que los relojes blandos son un simbolismo dictado por su inconsciente de la relatividad del espacio y el tiempo. La memoria persiste a pesar de un tiempo que desaparece y reaparece como una eternidad.

Evidentemente, el paso del tiempo, la inmortalidad y los dobles eran ideas que habían obsesionado al pintor. En 1934 este cuadro levantó un gran revuelo en Nueva York donde aún hoy se lo puede encontrar. Dalí esperaba tantas interpretaciones del cuadro como personas lo vieran.

En 1936, Dalí sufrió un accidente cuando se encontraba en Londres dando una conferencia vestido con traje de buzo. Al parecer comenzó a asfixiarse con el casco por lo que tuvieron que auxiliarlo. Finalmente, terminó diciendo que quería demostrar que realmente se había sumergido en la mente humana.

Luego de varios intentos, en Julio de 1938 Dalí  logró conocer a Freud en Londres donde éste se encontraba exiliado. Hablaron poco pero se observaron mucho mutuamente.

Parece ser que Dalí se esforzó por impresionarlo pero Freud no se dio por aludido. Al final del encuentro al despedirse pronunció “Nunca había conocido a tan perfecto prototipo de Español. ¡Qué fanático!”

Cabe destacar que Freud hacía poco que se había exiliado en Londres junto a sus hijos (incluída Anna Freud) y se encontraba gravemente enfermo.

La relación entre Dalí y Gala comienza a decaer

En los años 60, la relación entre Salvador Dalí y Gala comenzó a dar signos de quiebre.

Gala comenzó a alejarse de Dalí y a frecuentar amantes mucho más jóvenes que ella. Paradójicamente, Dalí y Gala fueron indivisibles. Dos personalidades que se complementaban pero que no podían existir sin la presencia del otro. Casi podría definirse como una relación tóxica.

En 1980, un cóctel de pastillas dañó su sistema nervioso y claramente lo incapacitó para seguir creando. A esa altura también sufría temblores por el avance del Parkinson mientras que Gala mostraba indicios de demencia senil.

En 1982, su esposa murió y él intentó dejarse morir. Dos años después, en 1984, se registró un incendio en su habitación que podría haberse tratado de otro intento de suicidio. En 1989 murió por insuficiencia cardiorrespiratoria con 84 años.

Salvador Dalí se ha convertido en un personaje dual y contradictorio, amado por algunos y odiado por tantos otros.

El Dalí mediático que él mismo construyó no es más que eso, un personaje creado para ocultar su verdadera identidad  que comienza el mismo día de su nacimiento con el peso que implica ocupar el lugar de su hermano muerto.

Como en el mito de los gemelos Cástor y Pólux con la muerte de su hermano el pintor Salvador Dalí ha  ganado su inmortalidad…

Vanina Celeste Lopérfido
Licenciada en la Enseñanza del idioma Inglés como Lengua Extranjera. Profesora de Inglés. Tripulante de cabina de pasajeros. Estudiante de Psicología.