El «qué dirán»: ¿Tienes miedo a la opinión de los demás?

En una cafetería una pareja habla sobre su relación. Él le dice que tiene dudas. Y ella rompe a llorar. ¡Pero no llores! Le dice él, ¿Qué va a pensar la gente?

En una tienda una chica se está probando un sombrero marrón, cree que le queda bien, es bonito. Se siente guapa. Piensa ponérselo pero, ¿Qué va a pensar la gente? ¿Y si piensan que soy rara o demasiado moderna?

En el trabajo un chico está ocupado. La mañana está siendo infernal. La faena se incrementa por momentos. Un amigo le manda un WhatsApp, lo ve de refilón. No tiene tiempo para contestar al momento, pero sino contesta al momento, ¿Qué pensará su amigo? ¿Que pasa de él? ¿Que no quiere quedar? ¿Que no es lo suficientemente importante como para contestarle un WhatsApp?

La respuesta es que la gente piense lo que quiera. No tienes que justificarte ante los demás. Cada uno está aquí para vivir su vida, no para colmar las expectativas de los demás. La respuesta es que pensar en el que dirán es lo contrario de la libertad.

Somos seres sociales, aunque cada vez más individualistas. A veces, dices que no te importa lo que piensen los demás. Pero esperas sentado mirando el Facebook a ver si alguien pone un “Me gusta” en la última foto que has puesto. Si hay muchos “Me gustas” te sientes bien. Si hay pocos te sientes más solo. En realidad estás igual de solo. O igual de acompañado.

Los “Me gustas” del Facebook solo tienen la importancia que tú le des. Como casi todo.

El Que Dirán es como si fuera un Dios antiguo en el que todo el mundo cree. No lleves esa ropa, no salgas con ese chico extranjero, no llames la atención, no hagas el tonto, no digas que eres sensible, no te muestres del todo, ¿Qué van a pensar? ¿Que eres más blando que un flan?

No necesitas la aprobación de todo el mundo. ¿Para qué? Ni siquiera la tiene el presidente del gobierno y ha llegado a serlo. Por apoyo de otro grupo de gente que si le apoya claro. Ni siquiera a todo el mundo le gusta Brad Pitt. Bueno ese quizás no ha sido buen ejemplo.

No digo que sea fácil ser libre. En el mundo hay muchas barreras contra ello, el sistema, el dinero, los estereotipos, los prejuicios, las apariencias, la publicidad… Todo lleva un cauce para que las personas sean de una determinada manera. Pero hay una gran herramienta para saltar las barreras; el cerebro, la razón.

Pensar. Abrir la mente, cuestionarnos cosas, si es más importante lo que yo quiero hacer o lo que piensa fulanito. Si son más importantes mis sueños o lo que piense menganito. Y así una larga lista interminable.

Por otra parte, lo que diga la gente solo es lo que dice la gente. Nada más. No es una realidad. Ni tiene porque ser verdad. Ni toda la gente dirá lo mismo. Porque claro, el qué dirán es mucha gente distinta, y seguro que no piensan igual.

Cuando la chica de la segunda escena se ponga el sombrero, si finalmente se lo pusiera y saliera a la calle. Seguramente habría variedad de pensamientos ¡Que sombrero más horrible Dios mío! ¡Vaya fresca y encima con sombrero! ¡Oh que bonito sombrero! ¡No sé porque no se llevan más los sombreros cuando sientan de maravilla! ¡Que chica más preciosa! ¡A quien se le ocurre salir con un sombrero a la calle! ¿Ésta qué se ha creído? ¿Dónde se cree que va con un sombrero en la cabeza?

Puede pasar que haya estos pensamientos y muchos más y también puede pasar que no haya ninguno. Que la chica del sombrero se pasee por toda la ciudad y nadie ni siquiera la mire, o no le mire el sombrero, y no le importe nada ni ella ni su sombrero.

Cuando nos importa mucho el qué dirán quizás es porque nos damos demasiada importancia a nosotros mismos. Piensa que no eres tan importante. Quizá te de seguridad.

¡Si te gustan los sombreros!, ¡Ponte un sombrero!

Photo Credit: Silvia travieso

Carmen Calero
Psicóloga sanitaria.