Cuando muere un ser querido, ¿estás triste por él o por ti?

La muerte es un escenario habitual en nuestras vidas. Tarde o temprano acabamos conviviendo con ella directa o indirectamente. Sin embargo es un tema tabú y que mucha gente esquiva en sus conversaciones.

Produce rechazo e incomodidad el simple hecho de mencionar la palabra, cuanto menos intercambiar impresiones. A la mayoría de personas les cambia la cara cuando hablan de la muerte, se puede ver en sus rostros la tensión y el miedo que produce el fin de la vida.

¿No te parece increíble que algo tan real como la muerte y sus consecuencias, no tenga un espacio de comprensión y mejora en nuestras vidas?. Se podría decir que la mayor verdad que existe es que algún día moriremos todos, y en el mundo en el que vivimos, parece que esta verdad no tiene suficiente peso como para dedicarle tiempo a prepararnos y entenderla de la mejor forma posible.

Si esperabas un artículo donde encontrar claves para superar el dolor de la muerte de un ser querido, te voy a ahorrar unos minutos de tu tiempo invitándote a que busques en otra parte porque este post no va de eso. Lo que pretendo con este artículo es que reflexiones sobre la auténtica verdad que esconde la tristeza de la muerte de un ser querido, para que entendamos mejor sus causas y en consecuencia aprendamos algo nuevo que nos ayude a ser un poco más felices con la muerte.

Cuando lloras la pérdida de una persona, ¿lloras por ella, o lloras por ti?

Los psicólogos definen el proceso de duelo como la etapa posterior a la pérdida de una persona por la que sentimos un vínculo emocional, y que nos es completamente necesaria para reorganizarnos sentimental, cognitiva y socialmente.

Si analizamos esta definición, encaja el duelo en una «etapa posterior a la pérdida», sin hacer referencia a la posible relación directa con la persona. Es decir, deja en el aire con quién pasamos el duelo. Es en este vacío donde te propongo la reflexión: te retas en duelo contra ti mismo/a, no contra la persona que has perdido.

Imaginemos por un momento la siguiente situación. Pedro acaba de perder a su padre tras una larga enfermedad. En contra de lo que pueda parecer, él está feliz y en paz con esta situación. Pedro amaba a su padre, pero no sentía que su presencia física fuera necesaria para hacer su vida porque se siente completamente autónomo a nivel emocional.

Pedro y su padre habían tenido sus diferencias en vida, algunas de ellas muy importantes, pero afortunadamente Pedro sabía de la importancia de estar en paz en sus relaciones y aclaró con su padre todo lo que tenía pendiente, desde la aceptación y el respeto hacia lo que su padre pensaba y hacía.

Además Pedro es una persona espiritual que cree que la muerte es parte de la vida y que cuando termina una empieza la otra. También es una persona con una alta inteligencia emocional que se ha trabajado a sí mismo para pasar la mayor parte de su vida agradecido y satisfecho, independientemente de las circunstancias. Siente que su padre seguirá vivo para siempre. Ha aprendido a sentir el dolor tanto físico como emocional y a soltarlo para que no quede anclado. Cuando Pedro llora, siempre hay alegría en su llanto. ¿Cómo crees que está gestionando Pedro la muerte de su padre?

El ejemplo de Pedro es poco habitual. Lo que solemos encontrarnos detrás de una muerte es rabia, frustración y tristeza, y en muchos casos desesperación y falta de aceptación. Esto es normal y nadie tiene la culpa. Es consecuencia de la conciencia colectiva que existe en nuestra sociedad acerca de la muerte.

La misma sociedad que llora a un ser querido sin darse cuenta de que el motivo principal de esta tristeza es la creencia de no ser capaz de gestionar la pérdida, de que en realidad no lloran al ser querido, lloran a sus propias limitaciones. No aceptan la nueva realidad, sienten miedo de las consecuencias y se resisten a la pérdida.

Algunos de los motivos por lo que sentimos una profunda tristeza ante la pérdida de un ser querido son:

Miedo a no saber vivir sin la persona fallecida

Se ha creado una relación de años en la que ha habido un intercambio inmenso de amor y crecimiento. Y ahora parece que te han quitado una parte de tu vida, que te falta un trozo de tu ser, y claro, es doloroso como si te arrancaran un trozo de tu cuerpo. Pero la auténtica realidad es que cualquier persona con el paso del tiempo se adapta a la nueva situación con normalidad.

¿Por qué no puede ser así desde el principio de la pérdida?. En parte se debe a que en vida dependemos excesivamente de nuestros seres queridos, creemos que les necesitamos para ser felices, cuando el verdadero camino sería sentir que podemos ser felices a través de nosotros mismos, desde nuestro crecimiento.

Falta de aceptación de la nueva realidad

Aceptar algo significa no resistirse al cambio ni a sus consecuencias. El camino de la felicidad es la aceptación de tus circunstancias como parte del camino y no como barreras inquebrantables que nos paralizan.

Cuando aceptas algo te estás liberando de una gran carga innecesaria porque independientemente de que aceptes o no, la vida seguirá su curso y el único perjudicado de no vivirlo con el estado de ánimo adecuado serás tú.

No aceptas que la muerte es parte de la vida

Si tienes claro que estás vivo, y te gusta vivir, la muerte debería ser algo igualmente claro y aceptado, sin dolor ni miedo. En lugar de esto, la rechazamos y huimos de ella como si pudiéramos esquivarla.

La muerte es a la vida como la cafeína al café, la roca a la montaña, el frío al invierno, la arena al desierto, etc… Son indivisibles e incuestionables.

Nadie en su sano juicio se plantearía ir a un desierto y no encontrar arena y sol. Si no te llevas bien con la muerte es porque no has aceptado la relación que tiene con la vida.

No aceptas que la muerte no es el fin

Los que somos espirituales esto lo tenemos más fácil. Tenemos la absoluta certeza que nuestro cuerpo no queda sepultado preso de la descomposición.

Creemos en la reencarnación, en el paso a otras vidas, en que tenemos un alma inmortal. Pero aunque no tengas fé en lo espiritual, también puedes creer que la muerte no es el fin. Siempre queda el recuerdo de la persona.

El recuerdo es como tener a la persona en vida, pero sin su presencia física. Cualquiera podemos rescatar conversaciones, abrazos, miradas y grandes momentos de personas que un día nos dejaron. Abraza el recuerdo y harás que la muerte no sea el fin.

Confundes necesidad con amor

Cuando hablamos de personas excesivamente dependientes nos referimos a la necesidad que tienen hacia otras personas, y esto no es positivo en ningún sentido. Tú puedes amar a alguien desde lo más profundo de tu corazón, y sin embargo no sentir necesidad hacia esa persona.

Porque el amor verdadero es puro e incondicional, no entiende de intercambios ni de deudas, es decir, amar sin estar dispuesto a recibir nada a cambio. Para ello tendrás que fortalecer tu autoestima a niveles máximos, solo así aprenderás a quererte tanto a ti mismo que no necesitarás a nadie para sentirte feliz, y podrás amar de verdad.

Es por ello que te invito a preparar la muerte de un ser querido, porque la vida no te va a pedir permiso para llevarse a quien más quieres, directamente actuará y tú vivirás las consecuencias.

Y las consecuencias pueden ser devastadoras para las personas que no se hayan desarrollado a nivel personal. Es nuestra responsabilidad aceptar la vida tal y como nos viene, y una vez aceptada, actuar en consecuencia para mantenernos felices y satisfechos, tanto hacia nosotros mismos como a nuestras relaciones y seres queridos.

Desarrollar nuestra inteligencia emocional, nuestra independencia y libertad, hablar de la muerte con naturalidad, perder el miedo a morir y a que alguien muera son algunas de las áreas de desarrollo en las cuáles deberíamos crecer para que nuestra tristeza hacia la muerte sea lo menos dolorosa posible, y sobretodo, sea una tristeza con sentido, sentido de crecimiento.

Espero haberte aportado una visión más objetiva y amplia sobre la muerte, me encantará ver tus comentarios. Hasta pronto.

Juan Castillo
Coach personal