¿Somos almas gemelas?

Como psicoterapeuta, investigador y autor enfocado en los temas del amor, el desamor y la pareja, es inevitable que una duda recurrente entre las personas a las que atiendo o que me leen sea la de saber si existe su “alma gemela” esperándolas en algún momento de la vida; aquél ser que les hará vivir una mágica e interminable historia romántica y que hará realidad el viejo y dañino mito de “vivieron felices para siempre”.

¿Existen las almas gemelas?

Para empezar he de decirte que en lo particular yo sí creo que existen –y no una, sino varias-, “almas gemelas” aguardando por nosotros en distintos momentos de nuestra existencia. Personas con las que experimentaremos la magia del enamoramiento, la pasión, el amor y la compañía mucho mejor que con otras que lo intentemos. Pero al mismo tiempo que creo en ello, también sé que esta creencia puede resultar peligrosa.

La razón de ello radica en la concepción de la idea “alma gemela”. Alma proviene del vocablo latín ánima, que se refería a ese hálito o brisa que al exhalarse significaba la muerte, es decir que el alma se refería a un soplo o aliento vital.

Por otro lado, la acepción latina para gemelo es gemellus, que quiere decir doble o al mismo tiempo. Así que si recurrimos a la frase “somos almas gemelas”, básicamente estamos diciendo: “Tú eres el doble de mi persona y mi aliento vital, si no te tengo más, muero”.

Cuando quitamos el romanticismo ya no suena tan atractivo, ¿verdad?

Además, si aceptamos que es así, que las almas gemelas existen, ¿qué es un gemelo? Algo idéntico, tu doble. Y si estás destrozado emocionalmente, con una falta de equilibrio interna y poca valoración de ti mismo, cuando llegue tu “alma gemela”, ¿qué crees que ocurrirá? Que la persona que llegue estará exactamente igual que tú. Por tanto el escenario estará plasmado para un perfecto desastre emocional.

Ahora, no quiero que me malinterpretes, no digo que una dosis de romanticismo al creer en esta idea no sea algo positivo y motivador, ya que de hecho esto es necesario porque a fin de cuentas a todos –y me incluyo-, nos atrae la idea de ese cuento color de rosa; pero como siempre he dicho, el problema surge de los grados en que las cosas se crean o se lleven a cabo. Para ello, déjame explicarte porqué estoy convencido de que esas “almas gemelas” existen, aunque yo no las llamo así, sino que me refiero a ello como almas afines.

¿Qué es la afinidad amorosa?

En mi nuevo libro Pequeño manual para un corazón roto, le dedico el primer capítulo al asunto de la afinidad amorosa, ya que me parece que es uno de los hitos fundamentales para empezar a andar el camino del buen amar. Pero para ello, antes habría que comenzar definiendo el asunto de la afinidad.

Particularmente en el caso del amor de pareja y de la búsqueda de esta “alma gemela”, debe tomarse en cuenta la perspectiva congruente de la afinidad, que se refiere a la atracción que ocurre entre dos individuos cuando descubren que tienen rasgos, intereses e ideas en común.

afinidad amorosa

Nota algo sumamente importante: la afinidad nos lleva a establecer un vínculo con alguien pero no nos vuelve esa persona ni viceversa. Esta primera idea ya es contraria a la que se tiene generalmente de “alma gemela”.

Más importante aún con respecto a la afinidad es que –y aunque te pueda parecer increíble-, la presencia o ausencia real de estas tempranas conexiones en la relación, predicen con un enorme nivel de acierto, el futuro éxito o fracaso de la misma.

¿Qué quiere decir la afirmación anterior? Significa que en la búsqueda de esta “alma gemela” el mayor riesgo que se corre es que la persona insista en tener éxito en una relación que claramente no tiene afinidad o más específicamente, que no muestra alguno de los tres tipos de afinidad que están presentes en el camino del amor romántico.

Por la idea de que “tú y yo compartimos algunas cuestiones que me hacen pensar en que eres ideal para mí”, podemos obviar todas aquellas que no se encuentran o en las que hay falta de afinidad, peor aún es insistir en verlas aunque no existan.

La afinidad amorosa entonces se mueve a través de tres estadios muy específicos que son: la afinidad física, la afinidad intelectual y la afinidad emocional. Cada una de estas etapas tiene características particulares y la suma de las tres termina conformando el vínculo psicológico, que es básicamente, el amor.

Físico, intelecto y emoción

Entonces el recorrido hacia esta afinidad unida a la pareja comienza con lo físico. De repente dos seres se miran y descubren un brutal magnetismo entre ellos. Esa fuerza es tan poderosa que no les permite ninguna otra posibilidad más que la de acercarse y establecer contacto. Es lo que comúnmente llamamos “química”. Este proceso es tan importante que incluso se presenta ya desde niños, cuando los pequeños prefieren a unas personas por encima de otras.

Afinidad física

Basada en los rasgos superficiales (de superficie, no de frivolidad), la afinidad física permite el erotismo, la pasión y la inclinación íntima que es el primer paso en una relación. La persona nos resulta atractiva en su manera de expresarse, de hablar y hasta de caminar, en pocas palabras, esta afinidad nos dice si nos sentimos cómodos parados al lado de ese individuo.

Por sí sola, no obstante, esta afinidad no alcanza. El ejemplo más claro es el fracaso en las relaciones entre personas que engañan a sus parejas estables con amantes. Son relaciones que tienden a no durar porque están basadas en lo puro físico e, incluso aunque duren mucho, la calidad de esas relaciones recurrentemente deja mucho que desear. Entonces es necesario voltear al segundo tipo de afinidad.

Cuando la afinidad física ya se estableció, si las cosas van bien, se pasa a la afinidad intelectual que radica en el conocimiento más profundo acerca de las ideas y pensamientos del otro.

lovers

Esta afinidad influye notablemente en la vida social de la pareja, porque es a partir de aquí que los miembros de la misma van a escoger sus actividades en conjunto, ya que no es lo mismo si uno de ellos tiende más a la cultura y el otro prima la fiesta, por poner solamente un ejemplo. Desde luego lo anterior jamás quiere decir que tienen que ser iguales, pero sí que idealmente las coincidencias en este rubro tendrías que estar presentes.

Afinidad intelectual

La afinidad intelectual es importante porque genera uno de los requisitos más importantes de una buena pareja, que es una adecuada comunicación. Si lo intelectual está desfasado, evidentemente que tarde o temprano esto se reflejará y significará que las charlas productivas entre ellos se afecten de manera alarmante, provocando la aparición de un enemigo de la pareja: el aburrimiento, que si no se ataja, da paso al hartazgo.

Algunas características que nos dicen si hay afinidad intelectual son: se comparten principios y valores, se tienen ideas muy similares acerca de la vida, se poseen gustos muy parecidos, disfrutan de un mismo estilo de vida (los dos son bohemios, frívolos, etc.) y, el que considero más importante: se establece un muy similar nivel cultural entre ambos.

Si has leído 500 libros en tu vida y crees que no te va a terminar afectando que tu pareja lo más que lee es el periódico cuando está en el baño, me temo que el tiempo te demostrará lo contrario.

Afinidad emocional

Finalmente, la afinidad que solidifica las dos anteriores es la emocional, es decir, el momento en que la gente comparte con su compañero sus sentimientos más profundos, sus errores más vergonzosos, sus miedos más añejos y sus alegrías más intensas, sabedor de que la otra parte no utilizará los mismos como arma en su contra.

Es decir, la afinidad emocional aparece cuando se tiene plena confianza en la pareja.

Parece una obviedad pero te sorprendería saber que no lo es; la mayoría de la gente cree que por el sólo hecho de ponerse de pareja con alguien la confianza ya está inmersa en el asunto, pero esto no es necesariamente así. Y ello sucede porque la confianza en una fortaleza, no una capacidad; lo que significa que esta se adquiere y por tanto se tiene que ganar. No se da de facto.

almas gemelas

La característica más evidente de este tipo de afinidad es la empatía, que es la forma en que somos conscientes de los sentimientos propios y ajenos, por lo que actuamos en consecuencia de forma congruente. La empatía en este momento es fundamental porque potencia la autoestima en la pareja y provoca un mejor funcionamiento de sus integrantes.

Para saber si tienes afinidad emocional con tu pareja puedes fijarte en: si el entendimiento con ella es mejor que con cualquier otra persona (románticamente hablando); si se comprende qué situaciones, palabras u omisiones pueden ofender al otro y por tanto se evitan; en que no hay forma de expresarse inadecuadamente de la pareja ante terceros; si se comparte un proyecto de vida juntos y se confía en la bondad del otro.

Así que resumiendo este breve artículo (desde luego es un tema muy extenso y no alcanza el espacio), cuando obtienes estas tres afinidades, entonces sí, tienes a tu “alma gemela” o alma afín -a fin de cuentas puedes seguirla llamando como lo desees-. Pero si por alguna razón, hay ausencia de una de estas tres uniones con el otro, creo que sería adecuado replantearte con calma si estás en el lugar indicado y con la persona indicada. Hasta la próxima.

Vicente Herrera-Gayosso
Psicólogo, video blogger, orador motivacional y autor mexicano.